28. El poder de la confianza.

755 96 35
                                    

Maratón 2/2


No sé en qué momento termino sentada en su regazo. Es un sentimiento cálido y acogedor a pesar de que está mojado. No hemos tenido mucho tiempo juntos desde que llegamos, más bien ha sido drama buena parte del tiempo. Se siente muy bien cuando pasa su mano húmeda sobre mi cabello, como acariciándome.

— ¿Te dijo algo? —lo escucho preguntar, pero suena tenso.

No sé si responder a esa pregunta sobre todo con lo paranoico que es sobre el tema, aunque no lo culpo por ello. Solo no quiero dar más pie a que se vuelva más loco todavía, pero sus ojos inquisidores no me dejan alternativa. Incluso cuando me mantiene abrazada, se las arregla para que tengamos contacto visual de forma muy intensa, y no explícitamente sexual.

—Blair, si no me lo dices voy a ir a buscar a ese tipo y preguntarle en persona.

No sé por qué, pero me río. ¿Y cómo se supone que lo va a encontrar?

—Ni porque pudieras.

— ¿Ah no? ¿Me estás retando? Soy muy capaz de buscarlo, y si me entero de que te puso bajo amenaza te juro que voy a-

—No, nada de eso—lo interrumpo al verlo tan alterado. Pongo una mano en su brazo. Se ve tan frío y hostil, como si fuera capaz de acabar con cualquiera. Es increíble cómo le afecta la simple mención de Daniel. Incluso su pecho se agita con fuerza—. ¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?

No me contesta, pero su siguiente movimiento me sorprende. Me abraza contra él con fuerza, con mucha fuerza, como si le diera miedo que desapareciera. Aunque me cuesta un poco respirar, me doy cuenta pronto de que está temblando un poco, tal vez es por el frío. ¿O no? Aun así no me gusta verlo tan afectado. Pongo una mano sobre su cabeza y acaricio los cabellos entre mis dedos.

—No quiero que te pase nada—murmura con voz tensa—. No sé por qué te cuesta tanto comprenderlo.

De inmediato entiendo lo que sucede. Está asustado por mí. Es raro, está más asustado de lo que yo lo estoy, pero me enternece y me aflige en partes iguales. En el fondo de mi cabeza trato de callar constantemente la voz del miedo, porque ya no estoy sola y hay un montón de personas que están conmigo, incluso él. Tal vez es porque él está conmigo justo ahora, eso suele reducir bastante mis pensamientos depresivos.

Lo abrazo con fuerza y escondo mi cabeza en su cuello mojado. No puedo evitar sonreír a pesar de su dolor. No pensé que llegaría a importarle a nadie a ese nivel, o al menos no creí ver a alguien que lo demostrara tan abiertamente. Pero incluso a pesar de eso no tolero verlo así de mal, me trae recuerdos bellos pero oscuros al mismo tiempo.

—Él si trató de matarme—termino de decir.

—Lo sabía—farfulla con rabia, y me aprieta con más fuerza. Creo que me falta el aire.

—Pero fue enviado por alguien—continúo antes de que pueda decir algo más—. Aunque no me dijo quién.

—Pedazo de animal, eso es lo que es—sigue refunfuñando—. Ahora viene a limpiarse las manos y a fingir que no hizo nada tratando de quedar como un santo. Ni siquiera dijo quién está detrás de todo. ¡Nada nos consta que no esté tratando de matarte todavía!

Sé que tiene razón, no hay razones para confiar en Daniel, pero por algún motivo me pareció que era sincero. Tal vez la genuina mirada en su rostro cuando me dijo que se alegraba de no haberme matado, aunque eso es algo raro para decir. O a lo mejor yo soy muy ingenua y confío demasiado rápido en la buena voluntad de las personas. Quisiera pensar que ese no es el caso. Pero no puedo seguir pensando, ¡Alex realmente me está apretando con fuerza!

Corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora