30. Arruinado.

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Me quedo paralizada. No esperaba esa pregunta, la verdad no sé qué contestar. Si le dijera que no estaría mintiendo, pero al final todo tuvo solución. Pero al observarlo más de cerca me inquieta. Está ojeroso, con las manos temblando e incluso parece que estuviera a punto de llorar. Me acerco un paso pero él se aleja. ¿Qué sucede? No recuerdo que pasara algo en el campamento para ponerlo así.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué preguntas eso?

—Solo responde la pregunta—pide con rudeza.

No puedo decirle que no, pero tampoco que sí, eso lo destruiría. Es cierto que me hizo las cosas más difíciles, pero al final no me arruinó la vida, no después de todo lo que ha hecho para ayudarme. Pero ahora está frente a mí: frío, evasivo y lejano, con las manos en los bolsillos y la mirada vacía. No me gusta verlo así.

Trato de tocar su mejilla pero voltea el rostro para que no lo toque. Sigue sin mirarme. Su rechazo me revuelve el estómago.

— ¿Alex...?

—Te arruiné la vida, ¿verdad?

—Eso... eso no... —trato de pensar en qué decir, pero no se me ocurre nada. ¿Cómo le digo que sí, pero que luego lo arregló? Solo quiero que sonría como siempre lo hace—. Yo...

—Tenemos que terminar.

Me paralizo en el momento en el que lo dice, como si sus palabras detuvieran el tiempo y todo se desmoronara. Se repite en mi cabeza una y otra vez. Tenemos que terminar. Tenemos que terminar. ¿Por qué? ¿Por qué de repente saca todo esto a colación? ¿Y si tenemos que terminar, por qué se ve tan afectado por eso? Sus puños se aprietan con fuerza, su postura es tensa y se ve claramente devastado. Trato de recomponerme por el impacto que me causaron esas simples palabras, porque su gesto me indica otra cosa.

Él no quiere terminar. ¿Entonces por qué?

— ¿Qué?

No lo repite. Mira hacia el suelo, apretando los puños dentro de los bolsillos de su pantalón, contenido. El miedo que sentía por sus repentinas palabras poco a poco se desvanece al ver cuánto le afecta. ¿Pero qué pudo haber pasado para que se ponga así?

— ¿Por qué dices eso? —pregunto en un murmullo.

—Te mentí. No te amo, aun amo a Melanie—comienza a decir. Su declaración me golpea con fuerza, pero entonces lo capto. Lo está diciendo para alejarme—. Nunca te amé, siempre he pensado en ella, esperando a que vuelva.

Trato de respirar profundo, sé que está mintiendo pero oírlo decir eso me duele mucho más de lo que creí. Él puede hacerme muy fuerte, pero a la vez puede hacerme un daño enorme. Sin embargo sé que está mintiendo, quiere alejarse de mí y no entiendo por qué. Algo malo está pasando y cree que alejándome lo podrá solucionar. ¿Por qué preguntó si me arruinó la vida?

—Eso no es verdad —niego con la cabeza.

— ¡Sí lo es! ¡Ya ella volvió, no te necesito! ¡Déjame tranquilo!

Trato de reprimir las lágrimas, no lo está diciendo en serio, estoy segura. Ni siquiera puede mirarme a los ojos al decirlo, si de verdad la amara y todo esto fuera una mentira para él, no se vería tan mal.

—Entonces mírame y dilo.

No levanta la mirada, al contrario la esconde de mí. Me acerco antes de que pueda alejarse y lo tomo del rostro. Se ve vencido. Viéndolo más de cerca su tristeza es notoria. Algo malo le pasó.

—Si me dices que la amas a ella... te creeré. Pero tienes que mirarme.

Niega con la cabeza y su voz se quiebra.

Corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora