12. Policías y traidores.

1K 113 21
                                    


Lo que menos quería es que Alex se peleara con sus amigos por mi culpa y es evidente que Aaron tiene algún problema conmigo. No fue muy difícil adivinar la razón por la que él y algunas otras personas se sienten así. A pesar de toda la aclaración que se hizo, algunas personas siguen pensando que soy la culpable. Al parecer no es un sentimiento que sea tan fácil de borrar de la mente de las personas.

Quiero simular que no me dolió el rechazo de Aaron, pero es difícil y creo que hasta Alex se dio cuenta. Se preocupa mucho por mí, a veces más de lo necesario. Me enternece que quiera que esté bien, pero me duele cuando eso empieza a interferir con su vida normal. Alex es una persona sociable con un mundo muy grande y muchas personas. Si empezara a interferir con su libertad no me lo perdonaría.

El almuerzo con Adriana y Serena no fue de lo mejor del mundo, porque Serena estuvo todo el tiempo recriminándole sus acciones. Adriana siguió pareciendo inocente y decía que no recordaba nada, pero aunque Serena estaba tan en su contra, por un momento en su mirada parecía que le creía. De hecho, muchos le creían a Adriana. Alex y yo junto con los que conocíamos la historia más a fondo éramos los únicos que no le creíamos tan fácilmente. Entonces me sentí como una falsa, porque Adriana era mi amiga desde hace muchos años. Incluso si se olvidó de mí, fue la única que me dejó pasar tiempo con ella cuando nadie quería prestarme atención.

Quise preguntarle algo a Adriana pero a la hora del almuerzo no me sentí con el valor suficiente. Sobre todo con Lena allí, quien al parecer no conocía muy bien a Adriana y no conocía su historia con Alex. Por suerte tenemos la reunión del día. Tres veces por semana al finalizar la jornada, Alex y yo tenemos que reunirnos con Adriana y Harmony en la sala de juntas para investigar más a fondo el caso del libro y librarnos de posibles sospechas. Es otro tema que me preocupa. No quiero ir a la cárcel.

¡Sálvame, Superman!

—Adriana con experiencia en casos policiacos, válgame Dios... —murmuro mientras camino hacia la sala de juntas — ¿Por qué nunca supe nada de eso? Bueno, es cierto que llevábamos mucho tiempo sin hablar antes del incidente del libro y que su padre no tiene buena reputación, pero aun así... ¿asuntos policiacos?

— ¿Hablando sola? —oigo una voz detrás de mí.

Es Aaron, que ya se va. Está de camino al ascensor con su chaqueta colgando descuidadamente en su hombro y un portafolio en su mano. Se ve como todo un hombre de negocios. Estudio su rostro en silencio para ver en qué términos está ahora. ¿Quieres asesinarme ahora o quieres ser mi amigo? ¡Habla!

Trato de escanear su porte, su expresión y el aura que transmite para ver si es amigo o enemigo.

ESCANEANDO... 10%... 20%...

—Sí, a veces tengo esa costumbre—comento mientras río nerviosamente.

30%... 40%...

—Ajá. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? —dice con desgano.

50%... 60%...

¿Preguntar si me puede hacer una pregunta no es hacerme una pregunta? Me abofeteo mentalmente. ¡Concéntrate Blair! El caballero me está haciendo una pregunta. Me está preguntando si me puede hacer una pregunta. Bato la cabeza de un lado para otro, tratando de concentrarme. Probablemente una de mis respuestas estúpidas no sería lo mejor en este momento. Sé formal, sé una adulta. Vamos, tú puedes.

—Claro, dime.

— ¿Hasta cuándo vas a estar burlándote de Alex como una mosca muerta?

¿Esquiusmi?

Corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora