20. El precio de sanar.

1K 119 20
                                    

La luz me quiebra el sueño en pedazos hasta que estoy obligado a despertar. A mí alrededor todo es confuso y el dolor de cabeza se siente como el sonido de un taladro. No bebí tanto, ¿o sí? Aunque ha pasado un tiempo desde la última vez, cuando fui a buscar a Blair a Seattle. Me siento viejo, quiero pensar que no estoy acabado. Sé que debo volver a Los Ángeles pronto, pero si pudiera me quedaría durmiendo en esta cama todo el día.

—Buenos días, bello durmiente—dice una voz animada.

Salto en mi sitio. ¡Que susto! Trato de enfocar quien es, ¿pero quién más puede ser? Solo es Melanie. Últimamente está mucho a mi alrededor. Suspiro mientras me paso el brazo sobre los ojos.

—Vaya, solo eres tú.

—Qué grosero—farfulla—. Vine a despertarte para que arreglemos los últimos detalles del viaje. Nos vamos esta noche.

No le digo nada. Me siento un poco cansado, si pudiera dormir lo agradecería.

— ¿Ahora no dices nada? —bufa—. Creí que querías volver.

No lo entiendo.

— ¿Qué pretendes?

—Alex-

—No debiste volver—murmuro. Casi puedo sentir el dolor que le provocan mis palabras aunque no la estoy mirando—. ¿Qué estás buscando aquí entonces?

Se queda en silencio. No he dejado de preguntármelo desde que apareció. Este ya no es su lugar, debería buscarse un sitio en el que sea feliz. Cometió un error y no estoy seguro de poder dejarlo ir tan fácilmente. Aunque en mis citas psicológicas me dijeron una y otra vez que no me apegara a un rencor, es más difícil decirlo que hacer. ¿De verdad todos los rencores pueden ser vencidos?

—Este era mi mundo también—farfulla—. Yo tenía amigas aquí también, no solo era tu mundo sino nuestro mundo. Reed también era mi amigo. Muchos de tus amigos eran mis amigos. También era mi universo. ¿No crees que tengo derecho a eso también?

No lo sé. Eso puede ser cierto, toda su vida estaba aquí. Pero aunque eso sea verdad...

—Sé que este dolor te ha hecho mucho daño—suspira. Me quito el brazo de los ojos para mirarla—. Solo quiero una oportunidad para demostrar que soy diferente. No me meteré entre Blair y tú. Ya he entendido que la quieres a ella. Y la verdad... me alegra.

— ¿Qué? —eso no me lo esperaba.

—Blair ha tenido que lidiar mucho con sus propios demonios mentales—sonríe, y por un momento suena sincera, como si su preocupación por Blair fuera genuina. Me hace dudar—. No se lleva bien con la soledad. Y te conozco. Sé que no hay nadie mejor que tú para hacer que esos demonios no se sientan tan importantes.

No sé qué decir a eso. Ya es incómodo que ella esté aquí dando una opinión sobre eso. Sé que es amiga de Blair y que probablemente sufrió una pérdida de memoria, pero aun así aunque en su mente no entiende nada y se siente inocente, no puedo evitar culparla. Sé que es irracional, que debería superarlo, que después de todo no recuerda nada, pero no puedo evitarlo. Dentro de mí aun siento rabia porque quiere hacer como si no hubiera pasado nada.

—Dame una oportunidad—pide—. Una sola. Déjame integrarme una vez y te demostraré que soy diferente.

Suspiro, derrotado. Me cuesta mucho creerlo, pero después de todo han pasado tres años. Las personas cambian. Quiero pensar que el hecho de no recordar nada la haya hecho reflexionar después de todas las cosas que perdió. De cierto modo no es tan diferente a mí. Ella también lo perdió todo.

Me siento.

— ¿Y qué harás luego? ¿Qué ganas con eso? —pregunto.

—Recuperar mi vida—se lleva una mano al pecho—. O al menos tener una pista de cómo hacerlo.

Corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora