Capítulo 1 (Editado)

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Oscuridad. Eso era todo lo que veía, nada. No sabía dónde me encontraba, el misterioso lugar olía a desinfectante y de fondo se escuchaba el repiqueteo incesante de alguna máquina.

Si prestaba mucha atención a lo que me rodeaba podía escuchar una conversación que se estaba dando en esa misma habitación.

"¿Por qué susurran?" pensé. Quizá creían que seguía dormida. A pesar de sus esfuerzos por no ser escuchados logré comprender algunas palabras sueltas como "pruebas", "enferma" y una que llamó especialmente mi atención, "Adela", mi nombre.

Sentía todo mi cuerpo pesado, traté de moverme y de pronto el leve murmullo cesó. Lentamente comencé a abrir los ojos y poco a poco fui acostumbrándome a la luminosa habitación en la que me encontraba.

— Adela, cariño, ¿te encuentras bien?—Inmediatamente reconocí esa voz, y el tono de preocupación en mi padre no me pasó desapercibido.

Estaba desorientada, me dolía la cabeza y no sabía cómo había llegado ahí. Intenté contestarle que estaba bien, pero no fui capaz. No había sido consciente de la urgencia con la que aclamaba mi garganta agua hasta ese momento.

En ese mismo instante apareció en mi campo de visión una delicada mano que sostenía un vaso de plástico y una pastilla. Automáticamente reconocí a la enferma de la universidad, y una rápida mirada a mi alrededor me confirmó que me encontraba en la enfermería. 

— ¿Cómo te encuentras? —me dijo mientras me tomaba el pulso.

Asentí para hacerle saber que estaba bien y conseguí acentuar el dolor de cabeza.

— Te ayudarán a aliviar el dolor —me señaló la pastilla que todavía descansaba en mi mano.  — Te diste un fuerte golpe en la cabeza al desmayarte.

Recordaba haber ido al baño en mitad de la clase de filosofía, y el fuerte dolor de cabeza que había sentido minutos antes de perder el conocimiento. "Otra vez había pasado" pensé.

 —Tuviste suerte que unos alumnos te encontraran, tenías a todo el mundo preocupado. — Sentí como surgía el calor en mis mejillas.

La enfermera continuó con una rápida revisión de mis constantes y parecía que todo estaba bien, deseaba poder irme a casa cuanto antes, no soportaba aquel nauseabundo olor a hospital.

— Te daré algunas pastillas más para estos días, aunque eso no resolverá la causa de los desmayos. Deberás visitar a tu médico, yo aquí no cuento con el material suficiente para hacerte unas pruebas. Igualmente creo que por hoy con descanso y hielo en ese chichón será suficiente.

En cuanto la joven enfermera se retiró, me giré hacia mi padre. Tenía el ceño fruncido, la vista perdida en un punto de la minúscula habitación y la característica mueca que ponía cuando verdaderamente se encontraba desconcertado. Preferí dejarlo sumido en sus pensamientos.

Durante todo el camino a casa tampoco emitió palabra alguna. Estuvo el resto del día evadido en sus pensamientos. Lo sorprendente sucedió cuando llegó la hora de la cena. Una vez nos habíamos sentado en la mesa, decidió hablar, pero eso no fue lo que causó la sorpresa en mí, sino más bien lo que había dicho.

— No estarás embarazada, ¿verdad? ¿Es eso lo que me has estado escondiendo estos días? Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. —La angustia y preocupación en su voz eran notables, y la sorpresa en mi cara también.

— ¡No papá! Claro que no, ¿es eso lo qué te ha tenido todo el día preocupado? —pregunté con la esperanza de poder desviar la conversación. No solíamos hablar de estos temas entre nosotros.

— Has estado muy rara últimamente y esos desmayos ya comienzan a ser habituales, no sabía qué pensar de todo esto y —dudó antes de continuar hablando, debatiéndose entre decir lo siguiente o mejor ahorrárselo —, además tu madre...

Cuando nombró a mi madre un escalofrío me recorrió. Sabía lo poco que me gustaba hablar de ella, por lo que la conversación para mí había acabado ahí. Me levanté de la silla y me dispuse a subir las escaleras para ir a mi habitación, pero su voz me detuvo.

— Delis  —me llamó — ¡Adela! —gritó más fuerte. —Lo siento, no quería sacar este tema, pero necesitaba contártelo para que me entendieses. ―Con sus ojos me suplicaba una disculpa por haber tocado el tema prohibido entre nosotros.

Bajé los escalones que había comenzado a subir y decidí terminar de escuchar lo que me tuviera que decir de esa señora.

— Cuando tu madre... cuando Ártica se quedó embarazada —se corrigió al ver mi cara arrugarse con desagrado  —. Comenzó a tener los mismos síntomas, estaba muy rara conmigo, simplemente estaba sumida en su mundo y parecía no ser consciente de las cosas que la rodeaban. Sus pensamientos parecían mucho más importantes que todo lo demás, y de repente un día, comenzaron los sospechosos desmayos, por lo que decidimos ir al médico a ver cuáles eran las causas. Así fue como descubrimos que estábamos esperándote y...

— Y así fue como descubrió que estaba embarazada de mí y fue cuando comenzó a pensar en cómo abandonarnos, una bonita historia. — No le dejé terminar, le interrumpí
antes de que continuase con su relato.

Sabía que mis duras palabras podían afectarle, pero la verdad es que en ese momento no estaba pensando en lo que le podía o no molestar a mi padre, lo único que quería era refugiarme en mi habitación y disfrutar de la soledad que reinaba en ella. Había sido un día muy largo.

— Papá —hablé con voz cansada —, no estoy embarazada. No te preocupes, estoy durmiendo mal últimamente con todo el estrés de las clases, pero en cuanto me den las vacaciones y descanse, los desmayos desaparecerán. —Esperaba que con eso me dejase ir sin necesidad de seguir escuchando sus maravillosos relatos de cuando todavía éramos una familia feliz.

Comprendió que no me apetecía seguir manteniendo esa conversación, y lo dejó estar. Con un suspiro de resignación, me dejó continuar con lo que estaba haciendo antes de que me llamase para disculparse.

— Delis. —Estaba por la mitad de las escaleras cuando volví a escuchar su voz llamarme. Me giré y no esperó para comenzar a hablar —. Mañana pediré cita con tu médico para saber por qué estás teniendo esos desmayos. Lo siento cariño, pero la historia del estrés de la universidad no es muy creíble.

Lo único que hice fue esbozar una leve sonrisa y continué subiendo hasta mi guarida.

Me conocía demasiado bien, no podía mentirle, a él no.

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Holaa, ¿qué tal?

Aquí les dejo el primer capítulo... ¿qué les ha parecido?

Les leo 👀😚

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