*Adela*
Cálidos. Cada uno de los abrazos que me había dado nana a lo largo de mi vida se definían en una sola palabra. Y era aquella. Tan solo bastaba estar envuelta en sus brazos y saber que todo iría bien. Y una vez más aquello había pasado.
Estos últimos día, mi vida parecía que no había dejado de ponerme a prueba y forzándome para ver hasta donde llegaba mi resistencia. Y en momentos como aquellos, estar a su lado me llenaba de esperanza, y confiaba en que todo saliese bien.
No había dejado de darle vueltas a aquellas extrañas cicatrices de nana. Pero había decidido no indagar, a pesar de la increíble curiosidad que despertaba en mí esas misteriosas marcar. Pero si nunca me lo había contado, yo tampoco debía entrometerme en las oscuridades de su pasado.
Me separé de ella para poder mirarla a la cara y poder verificar que estaba mejor. Los días que yo había estado en Sfera, mi estela había venido y no se le veía muy bien después de salir del hospital. Aún se mantenía pálida y débil. Sin embargo, ahora que podía verla con mis propios ojos pude comprobar que ya estaba como siempre. Con una sonrisa adornando su rostro.
—Me vas a desgastar la cara como me sigas analizando de esa manera —dijo sacándome de mis pensamientos.
—Me alegro de que estés bien. Me habías dado un gran susto.
—No te preocupes. —Trató de quitarle importancia con un gesto de mano—. Una bajada de azúcar no va a acabar conmigo —dijo mientras me guiñaba un ojo cómplice y chocaba su cadera con la mía antes de acercarse hacia Bastian.
Lentamente me alejé de ellos, les dejaría hablar a solas. Yo mientras me daría una vuelta por aquellos pasillos que podría recorrer con los ojos cerrados si hiciera falta.
La vergüenza ante lo que había pasado con Bastian aún me recorría cada vez que lo recordaba. Había sido un experimento para él y yo se lo había permitido. No sabía cómo mirarle a la cara ahora. De alguna manera debía aprender a llevar la nueva situación. Al fin y al cabo es quien me tendrá que llevar hoy a Sfera.
Estaba sumida en mis pensamientos paseando por los pasillos cuando me encontré de frente con la fuerte figura de Bastian. Estábamos tan cerca que debí dar un paso atrás para poder mirarle a la cara.
—Ash nos ha invitado a comer. Supuse que querrías quedarte. Le he dicho que sí por ti. Saldremos a la tarde. —Nada más terminar de decir sus secas palabras se giró de nuevo para irse por donde había venido.
Este chico me confundía cada minuto más. Me había tratado con hostilidad todo el día y ahora decidía atrasar el viaje para que yo pudiese estar más tiempo con nana. Definitivamente no comprendía que pasaba por su cabeza.
—Bastian —le llamé haciendo que frenase su paso. Giró su cabeza para enfrentarme —. Gracias… por aceptar la invitación me refiero.
Asintió con su cabeza antes de volverse a girar y continuar caminando hacia la salida.
La paella de marisco que hacía nana había sido mi comida favorita desde la primera vez que la probé. Y cada vez que podía me la hacía.
Estábamos todos sentados en la mesa. Entre Bastian y yo sumidos en un incómodo silencio habíamos preparado la mesa mientras nana en la cocina trataba de aligerar en tenso ambiente que se respiraba entre nosotros.
Decidí ignorarlo y centrarme en la deliciosa comida que tenía ante mí. Si quería seguir comportándose como un niño, allá él. Ya cuando se le pasase su incoherente enfado hablaríamos como dos persona adultas.
Comencé a mover con mi tenedor el plato de arroz para ver que tenía. Calamares, almejas, gambas…
Eso último había encendido en mí una alarma. Pero, ¿Por qué? Por alguna razón sentía que algo no iba bien. Entonces lo recordé.
—¡Espera! —le grité asustada a Bastian que ya tenía el tenedor en dirección a su boca —. Tiene gambas —le dije antes de que continuase con el trayecto del cubierto.
Él parecía estupefacto, y no porque le dijese los ingredientes del arroz. De alguna manera había recordado que era alérgico a las gambas. Y el simple contacto con ellas cerraba sus vías respiratorias. No tendríamos tiempo ni para llamar a una ambulancia antes de que muriese asfixiado.
Sus ojos se mantenían fijos en mí con la sorpresa brillando en ellos, y supuse que yo estaría igual. Había conseguido recordar algo sin necesidad de desmayarme. Sin duda, debía contarle esto a Ártica desde que llegase a Sfera.
Nana parecía estar fuera de la burbuja que habíamos creado. Y sin mediar palabra alguna parecía haber entendido lo que pasaba. Comenzó a disculparse una y otra vez por su falta de precaución y le retiró el plato.
—¿Cómo…? ¿Ya lo…? —No era capaz de terminar ninguna de sus preguntas, ambos continuábamos sorprendidos ante lo que acababa de pasar —. Gracias. —Fue lo único que pudo decir antes de que llegase nana con una plato de pollo y verduras para Bastian.
No nos volvimos a dirigir la palabra durante la comida. Sin embargo sentí que aquel muro que se había levantado entre nosotros se había comenzado a derrumbar. El agradecimiento y estupefacción continuaron vigentes en su mirada incluso después de terminar de comer.
No dejaba de darle vueltas a aquello que había pasado. Y supe que Bastian tampoco. Estaba terminando de secar los platos cuando me lanzó una mirada que dejaba muy claro lo que decía:
<<Debemos hablar>>
Asentí con la cabeza para hacerle saber que estaba de acuerdo con él y había entendido el mensaje.
—Oye, Delis —me llamó nana —. ¿Podrías bajar al almacén y traerme la caja que está encima de la estantería? Aquí me estoy quedando sin café.
Ambos sabíamos que aquella era la oportunidad perfecta para poder hablar con tranquilidad. Sumidos en un sepulcral silencio bajamos las escaleras y no fue hasta que estuvimos encerrados en el pequeño almacén, que habló.
—¿Cómo lo supiste?
—No lo sé. Simplemente lo recordé. No sé cómo Bastian. Se lo diremos a Ártica. Ella tal vez sepa que ocurre.
—No —dijo inmediatamente—. No creo que sea buena idea. —Su tono se relajó al ver mi ceño fruncido —. No me fío de ella. Esperemos a ver que pasa, pero no le digamos nada.
Estaba de acuerdo con él. Aún no conocía a Ártica y no sabía si era de fiar. Dejaría que el tiempo avanzase, a lo mejor esto solo había sido un recuerdo puntual que había vuelto. Eso no significaba que volviese a ocurrir.
—Venga, cojamos eso y volvamos antes de que Ash sospeche de que pasa algo —habló mientras buscaba con la mirada la caja de la que hablaba nana.
—¿Dónde dejaste la máscara de tío duro? — indagué apoyándome en la puerta del almacén con los brazos cruzados sobre mi pecho. Ya no quedaba rastro del Bastian de esta mañana. Había vuelto a ser él mismo.
—Decidí que ya podía guardarla. Ya había hecho lo suficiente el estúpido contigo, no merecías aguantar también el enfado que tenía conmigo mismo.
Espera, ¿qué?
—¿Enfado contigo mismo? ¿De qué hablas?
—Esta mañana me comporté como un capullo contigo. No debí haber pasado aquel límite. Me dijiste que lo nuestro era inviable y yo como un auténtico cretino pensé que tal vez aún quedaba posibilidades. Que de alguna manera podía volver a hacer que te enamoraras de mí. Pero sin duda, aquella no era la mejor manera. —Su suave risa había conseguido aligerar el ambiente.
—Había pensado que estabas así porque no era la misma chica de la que te enamoraste, que había cambiado. Y que por eso me rechazaste —me sinceré abandonando mi pose relajada. Me había acercado unos pasos a él inconscientemente.
—¿Qué? Oh por dios. —Su escandalosa risa no hacía más que dejarme aún más en vergüenza —. Eso no es así. ¿Has estado pensando eso todo el día? —preguntó atónito mientras trataba de controlar sus carcajadas.
Tímidamente asentí con la cabeza. No sabía por qué razón había conseguido dejarme muda.
—Te prometí quererte de todas las formas, Adela.—Su tono había adoptado uno más serio, atrás quedaba todo rastro de burla o carcajadas —. Y esta no es una excepción. Me da igual que no me recuerdes, no me importa que tú aún no me quieras. No me preocupa nada de eso, ¿sabes? —Su mano se acopló a mi mejilla mientras miraba mis ojos con intensidad —. Tengo fe de volver a recuperarte, recuperar los buenos momentos y devolverte cada uno de tus recuerdos.
Cada una de sus palabras había conseguido mover algo en el interior de mi pecho, mi corazón parecía querer salirse.
—Encontrarte la primera vez fue suerte. Estoy seguro de que la segunda fue cuestión del destino y no dejaré que haya una tercera —susurró cerca de mi rostro. Sin embargo esta vez no intentó nada. Trataba de darme mi espacio y se lo agradecía.
—Deberíamos volver. Nana estará preocupada —le dije en voz baja.
—Sí, vamos. —Se separó de mí, y en cuanto lo tuve lejos, anhelé su cercanía —. Yo llevo esto —dijo mientras bajaba la caja de lo alto de la estantería.
Despedirme esta vez de nana me había costado más que nunca. No sabía cuánto tiempo estaría sin verla. Y aunque estuviese mi estela aquí con ella, no era lo mismo. Yo realmente estaría lejos de ella.
—Ten mucho cuidado —me susurró al oído mientras me abrazaba.
—¿Qué? —le pregunté confundida. Me separé de ella para poder mirarla a la cara.
—Ya está anocheciendo, nunca se sabe los peligros que acecha la noche.—Por un momento pensé que sabía a lo que me enfrentaría de ahora en adelante.
—No pasa nada. Bastian se ha ofrecido a acompañarme a casa —le dije para tranquilizarla. De ninguna manera le contaría la verdad.
Una vez de vuelta en casa, Bastian comenzó a cerrar todas las cortinas y ventanas para evitar que alguien nos viese. Yo había subido a mi habitación a buscar mi mochila. Me quedé observando cada detalle. Echaría de menos estar aquí. Este lugar se había convertido en el lugar idóneo para escapar de mis problemas y no sabía cuándo volvería.
Papá aún no había llegado, y me entristecía irme sin despedirme de él, pero tal vez era mejor así. No soportaría llevarme la imagen del rostro que tendría después de lo que había pasado anoche. Él no me echaría de menos, al fin y al cabo mi estela estaría aquí.
Terminé de bajar las escaleras y vi a Bastian al final de ellas esperando por mí. Estábamos los dos solos, y sabía que era ahora o nunca el momento perfecto para hacerle la pregunta que llevaba todo el día rondando por mi cabeza. Tan solo tenía que sacar la valentía que sabía que guardaba en alguna parte de mi cuerpo.
—Oye Bastian… —comencé a llamarle con nerviosismo una vez que estuve en frente de él. Ya no había vuelta atrás —. ¿Alguna vez tu y yo…? Ya sabes... —Levanté mi mirada hacía él.
Necesitaba saber esa información antes de continuar este viaje con él. Y parecía que esta pregunta le había incomodado más a él que a mí por lo que pude ver. No esperaba que se la hiciese y menos en este momento.
Cuando se recuperó del impacto de mi directa pregunta, tan solo se encogió de hombros y desvió su mirada hacia un lado con timidez y evidencia. Me bastó ese gesto para que el calor subiera a mi cara. Notaba mi cuello y mejillas arder y supe que debía lucir como un tomate.
Me giré huyendo de su mirada y de nuevo le escribí otra nota a papá. De vuelta al salón, Bastian me esperaba con mi mochila colgando de uno de sus hombros mientras que con la otra mano ya tenía un pequeño remolino de viento esperando a que yo uniese nuestras manos.
Aquel era el comienzo de un travesía a la que no creía estar preparada.- - - - - - - - - - - - -
¡¡Empieza el maratón!!
Espero que lo disfruten mucho mucho.
Y me ayudarían dejando un comentario y un voto.
Chauu💞💞
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Sfera
FantasyEntre todas las vueltas que puede dar la vida, a Adela le tocó la más inesperada, cuando aparecen por primera vez sus repentinos desmayos. Y con ellos, él. El destino la hizo amar a Bastian, el chico desconocido de sus sueños ficticios. Y sin saber...