Desconfianza. Ártica me trasmitía aquello. Yo había presenciado cómo Adela se derrumbaba al traer de vuelta recuerdos de su infancia cuando me contó que ella no tenía madre, porque la había abandonado. Y recordar que ahora quería que volviese a Sfera hacía que inmediatamente las alarmas se encendiesen en mi cabeza, avisándome de que esa señora no quiere recuperar la relación con su hija. Tampoco se me ocurría otra razón para ese extraño aviso, pero supongo que no podría esperar nada positivo de alguien que fue capaz de abandonar a su propia familia.
Con esos pensamientos rondando por mi cabeza, llegué a casa de Adela. Yo no estaba de acuerdo con su decisión, pero iba a apoyarla de igual manera. Incluso si eso significaba ir a Sfera y hablar con su madre. Cuando me llamó hace tres días para informarme de que iba a darle una oportunidad para escuchar las explicaciones que se suponía que le iba a dar, pensé que había perdido la cabeza. Entrar en el bosque de los recuerdos no era una buena idea. Quien entraba, terminaba loco sin poder salir o muerto. Muy pocas personas han conseguido encontrar la salida o escapar de las garras de las tinieblas. Quienes lo han hecho cuentan que han visto la muerte con sus propios ojos, que esos seres carecen de luz alguna y están llenos de la maldad que habita en ambos mundos. Dicen que primero juegan con tus recuerdos. Te hacen dudar de si aquello que ves, es realmente lo que has vivido y poco a poco consiguen que creas que realmente eres responsable de ello, hasta dejarte al borde de la locura. Y es entonces cuando ponen en tu mente sus peores recuerdos, el empujón que necesitabas para comenzar a caer en el vacío de la demencia.
Aún sabiendo las posibles consecuencias de nuestra descabellada misión, confiaba en que todo saliese bien. Sin embargo Marcel, no estaba de acuerdo con ello, pero había depositado un ápice de esperanza en aquel libro de los seres de Sfera. Ese viejo cuaderno de tapa desgastada sería nuestra salvación si nos encontramos con las tinieblas.
En ese momento la puerta se abrió, y tras ella se encontraba Marcel en pijama.
- ¡Bastian! No te escuché tocar. Pasa -me dijo a medida que abría más la puerta y me permitía entrar -. Adela está terminando de prepararse, si quieres la llamo y...
- ¡Oh! No, no se preocupe señor. No hace falta, la esperaré aquí si no le importa. Gracias. -No le dejé terminar. No quería molestarla. Supongo que estará preparándose para las circunstancias a las que se enfrentará hoy. Cuando estuviese preparada, bajaría.
- He estado leyendo estos días -dijo una vez que había entrado al salón después de saludarme y haberse sentado a mi lado con el maltratado libro en sus manos -. Aquí dice que cuando juegan con tu memoria lo sabrás, ya que ves como eligen un recuerdo para luego modificarlo. Nos recomienda que visualicemos el verdadero y así cuando algún detalle haya cambiado puedas detectarlo y sea más fácil poder escapar. ¡Oh! Esto es importante. Dice que no usemos nuestros poderes contra ellas, que no funcionan y solo conseguiremos hacernos daño. En este caso va solo por ti. No lo olvides.
- Lo intentaré. Es hora de irnos, ¿estás lista? -Su asentimiento fue mi señal para levantarme y dirigirme hacia las ventanas para cerrar las cortinas. Aún era temprano, pero no podíamos arriesgarnos a que algún vecino nos viese. Cuando verifiqué que no quedaba ninguna ventana sin cubrir, me fui acercando poco a poco a ellos. Se estaban despidiendo y no los quería interrumpir, pero teníamos que irnos ya.
- Tengan mucho cuidado. Por favor, evita que le pase algo -dijo dirigiéndose esta vez solo a mí antes de echarse hacia atrás después de abrazar a su hija por última vez.
Asentí con la cabeza. Me aseguraría de que no le pasase nada. No me lo perdonaría nunca.
Lentamente yo levanté mi mano con la palma hacía arriba y poco a poco fui creando un pequeña gota de agua que fue creciendo hasta quedar tan grande como una canica. Levanté la mirada para decirle a Adela que se pusiese a mi lado, y la encontré observando todo con ojos curiosos. Con la cabeza le indiqué que se acercase para irnos.
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Sfera
FantasíaEntre todas las vueltas que puede dar la vida, a Adela le tocó la más inesperada, cuando aparecen por primera vez sus repentinos desmayos. Y con ellos, él. El destino la hizo amar a Bastian, el chico desconocido de sus sueños ficticios. Y sin saber...