Insomnio. Nunca había sufrido de él, pero últimamente era mi mejor amigo. O mi peor enemigo más bien. No tenía manera de vencerlo. Y aquella noche había ganado la batalla contra el sueño, sin luchar.
Extendí mi mano hacia la mesa de noche y comencé a palpar a tientas en busca de mi móvil. El reloj marcaba las seis de la mañana, así que decidí levantarme y bajar a desayunar con mi padre. No importaba que hoy no fuese a trabajar, él siempre se levantaba temprano. Decía que pasarse el día en la cama, era la mejor manera de desperdiciarlo, y que él no quería perder ni un segundo de los que la vida le regalaban. Estaba con su taza de café y unos papeles delante, siempre era el mismo panorama.
— ¿Nerviosa por la cita con el médico? Que no te deja dormir. —En cuanto pronunció esas palabras me giré hacia él en busca de algún rastro en su cara que me confirmase que estaba de broma. Encontré burla en sus ojos, pero al instante supe que era por la cara que se me había quedado.
— ¿Era hoy? —Se me había olvidado totalmente que hoy era la cita con el médico. Me había destrozado todos los planes que tenía. Mi intención era volver al supermercado en busca de repuestas, como llevaba haciendo toda esta semana. No había podido hablar con él, nana me había dicho que estaba malo, pero algo me decía que eso era una excusa, y que por alguna razón me estaba evitando.
— Si señorita, es hoy. —La noticia me había quitado el hambre para sustituirlo por los nervios. No me gustaba ir al médico. Así que me encaminé escaleras arriba para darme una gratificante y larga ducha, eso me despejaría. Pero antes de siquiera poder poner un pie en el primer escalón, el sonido del timbre me frenó, ¿Quién podría estar llamando a estas horas?
Cuando abrir la puerta, mi cerebro tardó en procesar lo que estaba viendo. Era él. En mi casa. Era él en mi casa.
— ¿Bastian? —Estaba totalmente desconcertada, ¿Cómo supo donde vivía?
— ¿Te acuerdas de mí? —La sorpresa en su voz tampoco pasó desapercibida, y me pareció ver esperanza en sus ojos.
— ¿Nos conocemos? —Si antes había visto esperanza, con aquella pregunta la había apagado. Y volvía a tener aquella pétrea cara de facciones marcadas que siempre llevaba en mis recuerdos.
— Sé que esto va a sonar muy raro, y entiendo que pienses que estoy loco, porque se supone que no nos conocemos, pero me gustaría que me dejases pasar y...
— Si claro, pasa. —La estupefacción ante mis palabras se reflejó en ambos, puede que la que estuviese loca era yo dejando pasar a un desconocido a mi casa, pero algo me decía que debía confiar en él. Igualmente tenía ante mí la oportunidad perfecta de resolver todas mis dudas, y no iba a dejar escaparla.
Cuando ya estaba por cerrar la puerta, papá salió de la cocina, y no tardó en
sorprenderse también ante la presencia del desconocido.— ¿Bastian? —¡¿Qué?! No entendía nada ¿Mi padre conoce al responsable de mis desmayos?
— Sí señor Morán, encantado de conocerlo por fin en persona —le respondió Bastian extendiendo una mano hacia él, la cual recibió de muy buen gusto.
Yo todavía estaba desconcertada. El chico con el que sueño desde que tengo sospechosos desmayos resulta ser que es real, sabe donde vivo y se presenta diciendo que quiere pasar a mi casa, mi padre lo conocía, pero por lo que veo se acaban de conocer por primera vez en persona. Esas son todas las piezas del puzle que tengo, pero no encuentro relación ninguna entre ellas.
En medio de mi aturdimiento, no me di cuenta de que ellos dos estaban hablando y cuando volví a la realidad solo pude escuchar el final de su conversación.
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Sfera
FantasyEntre todas las vueltas que puede dar la vida, a Adela le tocó la más inesperada, cuando aparecen por primera vez sus repentinos desmayos. Y con ellos, él. El destino la hizo amar a Bastian, el chico desconocido de sus sueños ficticios. Y sin saber...