Desorientada. Ya me había acostumbrado a esta extraña sensación. Estas últimas semanas después de cada desmayo, nunca sabía dónde despertaba.
Sin embargo, esta vez me había despertado en una habitación que yo conocía muy bien. Había pasado gran parte de mi infancia en este salón haciendo los deberes después del colegio o viendo los dibujos mientras nana me preparaba la cena. Y ahora la realidad no distaba mucho de mis recuerdos. De la cocina provenía el sonido de una cuchara chocando una y otra vez con un taza, como si estuviesen removiendo algo.
Como cuando me preparaba la leche por las noches, para luego caer dormida en el sillón y aparecer a la mañana siguiente en mi cama.
Otra de las cosas que ya se había vuelto costumbre en mi vida en este tiempo era el dolor de cabeza que precedía a cada desmayo. Esta vez había sido aún más intenso y todavía me dolía.
Quise levantarme, pero un instinto me decía que mejor me quedara como estaba, que moverme solo acentuaría mi dolor. Así que decidí hacerle caso a esa voz interna, y me quedé tal y como me había despertado. Instantáneamente, imágenes del sueño que había tenido me bombardearon, haciendo que comenzase a recordar todo lo que había pasado antes de que me desmayase. ¡Lo había visto!, ¡Era él! Existía, no era producto de mi imaginación. Ese pensamiento me llevó a replantearme entonces qué era lo que veía. Este último sueño me confundía aún más. Necesitaba explicaciones, y mañana iría en busca de ellas. Me presentaría en el supermercado y le exigiría que me contase quién era él y porqué me estaba pasando todo esto. Él tendría que saberlo. Era el responsable de mis desmayos. Mañana resolvería todas mis dudas.
Mientras tanto, lo único que podía hacer era descansar hasta que el dolor pasase lo suficiente como para poder levantarme e irme a casa. Cerré los ojos y el recuerdo del extraño sueño que había tenido volvió a asaltarme. La incertidumbre me atormentaba y las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza en busca de una señal, una conexión que me ayudara a desvelar su significado:
Cerré con mucho cuidado la puerta de mi habitación para evitar despertar a Kristen y alertar a Vanina. El sonido viajaba con rapidez en los desolados pasillos cuando la luna los iluminaba, y aún podría seguir en su despacho.
Con sigilo avancé por el pasillo, bajé por las escaleras y atravesé el comedor hasta salir al patio trasero, como hacía prácticamente todas las noches. Esto se había vuelto un ritual y a pesar de las posibles consecuencias de mis temerarios actos, valía la pena correr el riesgo.
Nada más abrir la puerta del comedor, un gélido aire me atravesó, por lo que
apreté aún más mi gabardina a mi pecho y me encaminé a la zona más alejada del edificio, aquella donde la luz de la luna no nos delataba, cubierta por un pequeño bosque mientras los cubos de basura ocultaban nuestra presencia. Al llegar lo vi apoyado en uno de los troncos con una sonrisa adornando su cara. Al instante apareció otra en la mía.Me senté a su lado y le susurré un débil "hola" mientras veía como su rostro poco a poco se iba acercando al mío y juntaba nuestros labios. No era un beso desesperado, a pesar de haber estado días sin vernos. Era más bien uno pausado, en el que nuestros labios apenas se rozaban.
Separó nuestros rostros mucho antes de lo que yo hubiese deseado, pero no dije nada. Me limité a quedarme con los ojos cerrados mientras nuestras frentes se quedaban unidas y escuchábamos las acompasadas respiraciones. Poco después rompió el silencio.
- Hola. -Solo bastó escuchar su grave susurro devolviendo el saludo para que otra sonrisa apareciese en mi cara. Con lentitud me separé de él y me acomodé mejor en su costado mientras él pasaba un brazo sobre mis hombros y me acercaba más.
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Sfera
FantasyEntre todas las vueltas que puede dar la vida, a Adela le tocó la más inesperada, cuando aparecen por primera vez sus repentinos desmayos. Y con ellos, él. El destino la hizo amar a Bastian, el chico desconocido de sus sueños ficticios. Y sin saber...