UN CLICHÉ MÁS ENTRE TÚ Y YO | STEVE HARRINGTON | Stranger Things

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CAPÍTULO 20

𝑅𝐴𝑌 𝐻𝐸𝑁𝐷𝐸𝑅𝑆𝑂𝑁

Sin duda Ray se cuestionó si bajar del auto o no, en aquel punto le importaba una mierda que la pizza comenzase a enfriarse a diferencia de las otras las cuales había entregado igual de calientes que habían salido del horno, la verdad es que solo esperaría en aquel auto con la caja abierta para que cuando abriera la puerta, Ray pudiese entregársela bien fría. Y por un momento fue una buena idea, pero... siempre había un pero en sus planes, y este era que si quería tiempo con el auto libre por las calles después de las entregas que tanto se había esforzado por hacerlas rápido, aquella perdida de tiempo arruinaría su noche.

Ray cerró sus ojos, inhaló y exhaló el aire a su alrededor.

—Solo entrega la maldita pizza, espera el dinero y sal corriendo...

Si, definitivamente aquello mismo haría. Llamaría a la puerta, sin rodeos le pediría el dinero y evitaría cualquier comentario que él hiciese, le entregaría la pizza y antes de que pudiese hacer algo, correría hacia el coche, se subiría y arrancaría el motor para alejarse lo mas rápido de sus garras, porque eso era lo que tenía, malditas garras seductoras y manipuladoras.

Ray bajó del auto, cerró la puerta y con la caja de pizza del restaurante de Larry se dirigió a la puerta de la gigantesca casa de Steve Harrington. Ray no la olvidaba en lo absoluto, todo el tiempo que pasó en aquella mansión lo recordaba como si hubiese sido ayer, desde su maldita infancia que había llegado a Hawkins. Si tenía buenos recuerdos, pero no todos ellos eran color de rosa y eso si lo revivía en varias ocasiones.

Algo nerviosa subió el escalón donde recordó muchísimas charlas con Steve, algunas de las que podía llegar a sonreír y otras de las que no se sentía para nada orgullosa. Evitando sus pensamientos acomodó la gorra en su cabeza, se paró frente a la puerta doble y llamó apretando el botón del timbre.

Ray escuchó la música que provenía de dentro, aquello no era buena señal, recordaba las palabras de Steve aquella mañana en la escuela sobre que sus padres no estarían en casa y que quería que vaya a su fiesta arreglada de último momento. Ray no tenía intenciones de entrar y no lo tuvo tampoco antes cuando se lo propuso, y seguiría firme a sus desiciones una vez que abra la puerta.

No esperó mucho a diferencia de las otras casas, Steve abrió la puerta y sus ojos se abrieron tan grandes como los de un búho... se sorprendió, pero no porque ella hubiese llegado, no... sino porque vio que era ella quien traía la pizza.

—Miren quien se digno a venir... —sonrió Steve satisfecho de poder avergonzarla por unos segundos por lo menos.

Ray rodó sus ojos viendo aquello venir de cualquier forma.

—Escucha Steve, vamos a hacer esto rápido —le aclaró desde un principio a lo que Steve prestando suma atención se cruzó de brazos aguardando a lo que tenía que decir—. Yo te entrego la pizza, tu me pagas, sigues con tu fiesta, yo vuelvo a la pizzería y somos todos felices...

Steve rió y entonces hizo algo que dejó a Ray bastante nerviosa, los ojos del muchacho recorrieron cada centímetro del rostro de ella, humedeció sus labios de una forma que Ray sintió por dentro como su estomago daba vueltas obligándola a sentir la caída al vacío. Que él la viese de aquella manera la sacaba de su postura autoritaria y mandona, la volvía una persona débil e indefensa y aquello no estaba segura de que le gustase o no.

Steve Harrington se detuvo en los ojos verdes de ella. 

—Na, yo creo que no —le respondió él por fin negando con la cabeza y una sonrisa encantadora en sus labios.