La chica castaña se desperezó tratando de cubrir sus ojos de los luminosos rayos del sol que repentinamente entraron por la ventana de la habitación. Alguien, extremadamente desconsiderado, acababa de abrir bruscamente la pesada cortina que mantenía la habitación a oscuras... pese a ser casi mediodía.
—Que... demonios... —Trató de voltearse para cubrirse mejor de la luz, pero un brazo en su cintura se lo impidió. Como pudo, levantó la cabeza y entreabrió los ojos, para encontrarse con unos ojos chocolate que la miraban severamente. Unos ojos idénticos a los suyos.
—Mamá te va a matar si no te presentas en el salón del trono Chaeyeon... inmediatamente. — Chaeyeon dejó caer la cabeza nuevamente en la mullida cama donde dos jóvenes, atractivas y desnudas, la flanqueaban.
—Y ustedes... ¡Sian!¡Yoo Jin! Chaeyeon, no puede ser, eres la heredera del imperio y una de las guerreras más respetadas de Dinsmark... ¡No puedes hacer esto! — La hermana de Chaeyeon la miraba con desaprobación y hasta un poco ruborizada de verla no con una, sino con dos chicas en la cama. Las aludidas se levantaron de un salto cuando se dieron cuenta de que Lee Chaeryeong era quien les hablaba.
Rojas hasta las orejas, una vez de pie, las dos jóvenes guerreras, se cubrieron como pudieron mientras buscaban sus ropas y armas en el piso y se las acomodaban como mejor podían mientras se disculpaban. Chaeyeon simplemente se estiró cuan larga era, puso las manos detrás de la cabeza y se acomodó mientras veía a sus "acompañantes" pasar un momento incómodo, dando explicaciones que su hermana no había pedido, ni quería escuchar.
Chaeryeong evitó mirar demasiado a las jóvenes guerreras y a su hermana, a quién parecía no importarle ni estar tendida desnuda en la cama pese a ser mediodía, ni lo que había ido a comunicarle en primer lugar.
—Chaeyeon... ¿si escuchaste lo que te dije antes?—
—Si... —contestó finalmente Chaeyeon, —Mamá me espera en el salón del trono. Ya voy. —sin embargo, no parecía que tuviera intenciones de moverse con la premura que el requerimiento de la Hegemon precisaba.
—También dije que de inmediato, Chaeyeon. —Sonriendo, Chaeyeon finalmente se levantó y se vistió sin prisa.
Aunque era la heredera de un imperio, desde muy temprana edad se había formado en las fuerzas militares de élite Belka y en ese momento, era la líder de la guardia imperial Belka junto con otras responsabilidades militares que la prepararían para el momento que tuviera que tomar las riendas del imperio. Lee Seunghyun había insistido en que sus dos hijas fueran guerreras capaces, pero, pese a haber nacido casi al mismo tiempo y tener un parecido enorme, eran muy diferentes en otros aspectos. Chaeyeon era la guerrera y estratega por excelencia, y no se le daban bien los asuntos mundanos y de la corte; ella entendía de liderazgo y de valor y era respetada por ello. Chaeryeong por su parte, nunca se había destacado en las armas y la lucha; ella era una dama, pero con un sentido de la política muy similar al de su padre y que su madre no apreciaba lo suficiente.
Ambas hermanas Lee eran dos caras de una misma moneda y juntas, eran imbatibles. Pero, solamente una podía ser la heredera del imperio. Y a los ojos de Lee Chaerin, Chaeyeon era la única que tenía la fuerza para mantener el imperio que tanto trabajo le estaba costando construir.
Chaeyeon vestía su uniforme de mariscal de la guardia imperial, negro con motivos dorados, mientras caminaba a la par con su hermana; quién como siempre, vestía un elegante vestido largo, el de ese día en particular, color púrpura pálido. Incluso en ese aspecto de la vestimenta, las dos hermanas eran completamente diferentes la una de la otra. A Chaeyeon, la moda y otras frivolidades no le interesaban en lo más mínimo; pero su porte guerrero si le importaba y lo cultivaba con esmero. Chaeryeong sabía que no tenía mucho caso reprender a su hermana pero de todas maneras lo hizo.
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Ahora y para siempre. (Chaekkura/Kkuchaen Ver.) [Adaptación]
FanfictionSus vidas se unieron por la fuerza. ¿Permanecerán juntas al final por algo más que el deber y la conveniencia? ¿O el destino terminará separándoles? La línea entre la guerra y la paz puede ser tan delgada como aquella entre el odio y el amor. Ésta...