—Fallaste en tu misión... ¿Por qué piensas que YO debo entregar lo acordado... si TÚ no cumpliste lo acordado?
La voz de la Hegemon del Imperio Belka, que se encontraba pie al centro de sus espaciosas habitaciones del castillo, era suave y modulada, apenas un susurro en silencio absoluto de la noche en el castillo; todavía faltaban un par de horas al menos para el amanecer y diversas velas estratégicamente ubicadas, iluminaban el espacio dejando algunas islas de sombras en las esquinas más alejadas donde los halos de luz no alcanzaban a llegar.
En una de esas zonas de negrura, a una conveniente distancia de la poderosa mujer ataviada todavía con el manto purpura y blanco que había seleccionado para la clausura de las fiestas del solsticio, se encontraba inclinada, con una rodilla y un puño apoyados en el suelo, una figura aún más oscura que las sombras.
Ante la pregunta de la Hegemon, la figura levantó el rostro que hasta entonces, había mantenido inclinado mirando hacia el suelo.
Vestía en múltiples capas, completamente de negro donde apenas una delgada ranura sobre el rostro permitía ver unos ojos claros y profundos a la luz de las velas. Con un movimiento ágil y sutil, la figura se descubrió dejando ver un rostro femenino, delicado y fuerte a la vez y un brillante cabello castaño cobrizo.
—Su alteza, —dijo la figura con voz ronca y profunda, —Yo le hice saber que a esa distancia es casi imposible controlar el resultado en esas condiciones... a menos que el objetivo mantenga una posición fija e inmóvil... y que nada se cruce en el camino ya que a la flecha tomaría varios segundos en llegar a su objetivo. Su hija... no, sus dos hijas... se movieron después de que yo disparé.
—¿Y qué pasa con esas insuperables habilidades ninja que me recomendaron? ¿No se supone que deberías haber considerado esa posibilidad? —preguntó Chaerin con voz increíblemente suave.
—Lo hice, su alteza, —respondió la mujer mirando fijamente a Chaerin, —Por eso su hija no está muerta...
—Poco faltó... —dijo Chaerin apretando los dientes con los ojos entrecerrados.
La Hegemon se dio la vuelta para aproximarse hasta la pequeña mesa a un lado de su enorme cama de postes recubierta de velos. Al volverse, con el mismo movimiento, arrojó una bolsa negra hacia la mujer ninja quien la atrapó ágilmente.
Ninguna de las dos se movió hasta que Chaerin habló nuevamente.
—Retírate ya.
La mujer se irguió un poco, pero se mantuvo todavía inclinada.
—Su alteza... todas las salidas están bloqueadas tal como previmos que pasaría, usted me ofreció un medio para salir de la ciudad... una vez que todo hubiera pasado... —dijo la mujer mientras sopesaba el saco de oro que Chaerin le había lanzado.
—Y tú me ofreciste un resultado que no fue el esperado... la cosas nunca salen como una espera, —dijo Chaerin sin inmutarse frente a una mujer que probablemente podía matarla en menos de diez segundos, —Te recomiendo que te apresures y salgas de Dinsmark lo más pronto posible. Chaeyeon está cada vez más frenética y seguramente no hay un solo miembro de la Guardia Imperial que no esté ahí afuera... buscándote.
Antes de que la mujer ninja pudiera moverse o hablar, una figura salió de las sombras con una espada desenvainada y se ubicó al lado de la Hegemon.
Las dos mujeres se miraron, midiéndose en la distancia.
—No llegarías muy lejos... ninja, pero puedes intentarlo si gustas... —dijo la figura con una profunda voz femenina y un dejo de arrogancia, —Lo mejor que puedes hacer es contar tus ganancias.... y desaparecer... Ahora.
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Ahora y para siempre. (Chaekkura/Kkuchaen Ver.) [Adaptación]
Hayran KurguSus vidas se unieron por la fuerza. ¿Permanecerán juntas al final por algo más que el deber y la conveniencia? ¿O el destino terminará separándoles? La línea entre la guerra y la paz puede ser tan delgada como aquella entre el odio y el amor. Ésta...