Chaeyeon revisaba y organizaba varios pergaminos sentada a la mesa de la austera habitación donde pasaba una gran parte de su tiempo desde que su madre le hubiera encargado esa importante misión.
Era muy temprano todavía, pero ella ya estaba ahí, como todos los días desde que había regresado de Nihon comprometida con una mujer a la que apenas conocía; una mujer que, por cierto, la odiaba con todas sus fuerzas y a quien ella había violado en más formas de las que se atrevía a admitir.
Esos días posteriores a su boda, habían transcurrido en una "aparente y rutinaria calma" que, aunque no lo pareciera estaba cobrando ya su precio en Chaeyeon. Casi nadie notaba ese sutil cambio, pero alguien muy cercano a ella, si lo había percibido.
La guerrera levantó la cabeza de los papeles que revisaba cuando esa persona abrió la puerta de la habitación y entró sin anunciarse.
Chaeryeong estaba ataviada como siempre con un sencillo pero impecable vestido que la hacía lucir regia y elegante aun a esa temprana hora del día. Chaeyeon la miró con una sonrisa; ella todavía vestía unos sencillos pantalones y una camisa ligera en lugar de su uniforme regular de Mariscal de la guardia. Mirar a su hermana a veces era como mirar lo que ella nunca podría ser.
La otra castaña por su parte ni siquiera la saludó; sin quitarle la mirada de encima en ningún momento, rodeó la mesa y se plantó frente a ella. Chaeyeon la miró con extrañeza sin decir, ni pregunta nada; esperando que Chaeryeong hiciera el primer movimiento. Su hermana podría parecer frágil e indefensa, pero una aguda y penetrante inteligencia reposaba detrás de esos ojos oscuros; una de esas que además estaba aderezada con un dejo maquiavélico de astucia. Ella muchas veces veía cosas que Chaeyeon fallaba en notar y esa misma mirada estaba ahora posada sobre ella.
—¿Y bien? —le preguntó Chaeryeong con su voz bordeando el límite de la exasperación.
—Y bien, ¿Qué? —le respondió Chaeyeon con estudiada tranquilidad.
—No te hagas la inocente conmigo. Algo está pasando. Algo grave que no me has dicho y no logro entender porque... entre muchas otras cosas que no logro entender.
Chaeyeon podía entender que Chaeryeong estuviera exasperada. No le gustaba no tener un conocimiento exacto y preciso de todo lo que pasaba a su alrededor; ella mucho más que Chaeyeon, se parecía mucho a su madre en ese aspecto, aunque en su propio estilo. Al igual que su tía Dara, podía parecer pasiva o lejana, pero siempre tenía una visión aguda de lo que realmente ocurría. Y en esos momentos, no saber que estaba pasando y que, además, Chaeyeon entre todas las personas no se lo dijera, no le gustaba en lo absoluto.
—Hace mucho tiempo que no salimos a cabalgar juntas, —dijo Chaeyeon desviando la mirada de su hermana hacía la ventana y al cielo intensamente azul que esa mañana les regalaba. —Montemos un poco, ¿te parece?
Antes de que Chaeryeong pudiera decir si aceptaba o no, Chaeyeon se puso de pie y se encaminó fuera de la habitación.
Después de cambiarse con ropas más apropiadas, ajustarse el cabello en una coleta y que los encargados de las cabellerizas tuvieran listos sus caballos, Chaeryeong se encontró saliendo por la puerta sur del castillo; la que estaba más lejos de la ciudad y más cercana al borde del bosque en el feudo de la enorme estructura, notando que Yena y Félix las seguían a prudente distancia con varios perros de caza. Los guerreros de confianza de Chaeyeon cabalgando con estudiada indiferencia, se mantenían lo suficientemente cerca para reaccionar si los necesitaban y lo suficientemente lejos para que las hermanas pudieran hablar en privado. Chaeyeon llevaba su arco y casi parecía que salían en un paseo matutino para que su hermana se entrenara con algunos blancos móviles que después pudieran degustar en la comida.
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Ahora y para siempre. (Chaekkura/Kkuchaen Ver.) [Adaptación]
FanfictionSus vidas se unieron por la fuerza. ¿Permanecerán juntas al final por algo más que el deber y la conveniencia? ¿O el destino terminará separándoles? La línea entre la guerra y la paz puede ser tan delgada como aquella entre el odio y el amor. Ésta...