Capítulo 20

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Capítulo dedicado a:

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Mis bellas las amodoro


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- Sé que a veces me he comportado de manera inconsistente... – Reconoció el castaño

Ambos jóvenes habían dejado el comedor y se encontraban sentados frente al fuego de uno de los salones de la casa. Jimin tenía la mirada fija en la chimenea y con disimulado nerviosismo jugaba con el anillo de brillantes en su mano izquierda mientras Jungkook lo observaba de tiempo en tiempo

- Tal vez te he parecido... distante... – Continuó escogiendo con lentitud sus palabras. El pelinegro asintió en silencio, sin mirarle

– No obstante... la noche del estreno... yo... me la pasé muy bien en tu compañía... – Ahora el anillo de Jimin daba vueltas furiosamente sobre su dedo

– Te habrás preguntado qué pasó conmigo los días siguientes...

- Sí... – contestó el joven heredero haciendo un esfuerzo para que la voz no le temblara

- Ni yo mismo lo sé, pero te aseguro que no deseaba hacerte sentir ignorado...

- Yo... estoy muy confundido... con toda esta situación, Jungkook...– Se animó Jimin finalmente a hablar, aún sin mirar a los ojos del actor

– Esto de vivir juntos... es... extraño... y el no poder salir... me tiene inquieto. Es como si estuviese prisionero...

- Te entiendo...– Interpeló Jungkook y su cuerpo se inclinó ligeramente hacia el pelinegro con la distancia entre ambos aún patente

– Para mi también ha sido difícil...

- Ayudaría entonces que al menos pudiéramos sentirnos cómodos el uno con el otro... ¿No lo crees?... – Dijo el joven heredero levantando al fin los ojos, sus manos comenzando a tranquilizarse sobre el fondo oscuro de su mirada azul

Jungkook lo miraba de nuevo con esa misma intensidad perturbadora. Debía de incomodarlo, pero Jimin se sorprendió a sí mismo disfrutando del calor de los ojos de su esposo sobre su piel

Por su parte, incapaz de leer las inquietudes que despertaba en el pelinegro, el joven inglés se perdía en observar en silencio las líneas afiladas de sus delicados dedos

El dorso de la mano era tan blanca que parecía resplandecer bajo la luz del hogar, contrastando sobre la tela oscura de su pantalón. Repasó mentalmente la sensación de aquella piel bajos sus labios, tan sólo unos minutos antes, cuando le había besado la mano. Bastaba solamente un inocente motivo para encenderle la mente. Mantenerse así, sentado al extremo del "loveseat", desviando la mirada y ocultando sus temblores internos bajo una máscara de tranquilidad era insoportable

LA TRAMPA DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora