Capítulo 28

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Maratón:

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La claridad traspasó las vidrieras y luego se resbaló por las pesadas cortinas brocadas, llegando hasta las orillas. Ahí, donde la tela casi rozaba el suelo, encontró el pasadizo que le permitió entrar a la alcoba, aunque fuese furtivamente. Contenta de haber logrado su cometido, la luz viajó hasta el lecho y acarició los párpados del pelinegro. El contacto fue cálido a pesar de que afuera el día era invernalmente frío

Un segundo más tarde el sonido de una respiración acompasada entró por los oídos manteniéndose constante. Poco a poco un aroma a incienso marroquí, mezclado con cítricos y maderas orientales comenzó a percibirse con decisión en la atmósfera, mientras que las yemas de los dedos volvían a tomar consciencia de la textura de las sábanas

En el fondo de las sensaciones un cada vez más cierto dolor de cabeza se fue definiendo lentamente. Sin embargo, un calor suave lo rodeaba por todos lados y un sentimiento de seguridad le embargaba el pecho. Hubo una pausa durante la cual el limbo luchó con la realidad, la consciencia aún resistiéndose a despertar. Después de unos segundos finalmente el  joven abrió los ojos

Lo primero que percibió fue que su cabeza descansaba sobre el pecho de alguien más. Un segundo más tarde sintió los brazos que lo rodeaban y reconoció el perfume que se había infiltrado en sus sentidos minutos antes de despertar

"¿Jungkook?"

Fue lo primero que pensó el pelinegro, sin poder entender la situación. Realmente poco le importaba entenderla. Estaba en brazos de su esposo. Tal vez era un sueño. Sin embargo, el sueño comenzó a moverse y pronto unos ojos azul verdoso lo miraban con asombro y preocupación

Cuando las pupilas se encontraron Jimin recordó súbitamente todo lo que había pasado y aunque no sabía con seguridad si sus recuerdos correspondían a una pesadilla, una repentina angustia le llenó el pecho

- ¡Jungkook!... – Fue su primera palabra dicha casi como un gemido. Un instante después los brazos firmes del castaño lo rodeaban mientras el ojiverde rompía en llanto sobre su pecho

Jungkook no podía decir nada. Sentía la nariz del peliengro hundiéndose en la bata de baño que él llevaba puesta y el leve temblor del cuerpo de Jimin contra el suyo mientras sollozaba. Una maraña de emociones se le agolpaba en el corazón

¿Cuándo había sido que se había quedado dormido?... ¿Cómo había Jimin terminado acunado en sus brazos?

¡Dios, él había al fin vuelto en si! 

Desgraciadamente, toda la gloria del momento quedaba opacada en ese instante por la amargura con la que su esposo lloraba. Jungkook había visto al joven llorar de rabia o de tristeza, pero nunca sollozar desesperadamente como lo estaba haciendo ahora

- ¡Tuve tanto miedo, Jungkook!... ¡Oh Dios mío!...- Empezó Jimin a decir entre llantos, sus palabras entrecortadas y sus manos temblando

– Ese hombre... una pistola... Jerry... – Decía el ojiverde atropellando las palabras mientras su mente iba poco a poco juntando las piezas del rompecabezas

De ese mismo modo transcurrieron los minutos. Jimin siguió llorando largo rato, y Jungkook se limitó a abrazarlo y acariciar su cabeza con toda la ternura de la que era capaz. En ese mágico instante las distancias fijadas con anterioridad quedaron olvidadas, dejando en su lugar la natural conexión que siempre les había unido. Al menos en ese momento ambos se sintieron pareja en la acepción más espiritual de la palabra, aunque ninguno de los dos fuera capaz de discernirlo conscientemente

LA TRAMPA DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora