4: Sharon.

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Tzuyu jamás pensó que la mujer se vería tan joven y bella. Sin duda alguna se había cautivado ante la mujer, su forma de hablar tan elocuente y su manera elegante de actuar la habían dejado sin habla.
-Tzuyu, cariño. Habla, Mina te hizo una pregunta.-
Tzuyu salió del trance y respondió lo primero que se le ocurrió.
-Mi casa, fiesta, sábado.-
Chaerin se dio una palmada en el rostro, cuando Mina le prestó atención a la joven.
Mina la miró con diversión y dio una pequeña risita.
-¿Quieres que vaya a la fiesta el sábado, Tzuyu?-
Chaerin rápido intervino antes que la menor dijera algo incongruente otra vez.
-Si. Queríamos invitarte a mi casa el sábado, mi esposa planea una fiesta para festejar su nueva participación en un dorama. Y por supuesto contemplé a mi socia.-
Después de todo era verdad, Mina siempre era invitada a las fiestas, no era la primera vez que veía a Tzuyu. Pero para la menor, era todo al revés. Jamás la había visto, ya que, no solía salir a las fiestas que organizaban sus madres, le daba vergüenza.
-Gracias, Chaerin. Estaré ahí puntual, como de costumbre.-
Dijo tranquilamente para la rubia, Tzuyu se quedó ensimismada, tratando de asimilar la cara de la mujer, su pequeña cercanía y su mirar la habían dejado sin aliento.
-Esperaré por ti, Mina.- Dijo la menor con una expresión firme, su tono de voz sonaba rudo y decidido.
-Claro, siempre asisto a las fiestas de tus madres. Sería bueno convivir contigo también Tzuyu.-
Después de esa pequeña conversación la menor no soportó estar ahí, con esa mujer que sentía le robaba hasta el aliento.
No sabía que le pasaba, al momento de verla a los ojos, sintió un hormigueo en el estómago que jamás había sentido antes, ni siquiera con su actual novia.
Tzuyu se quedó en la sala de espera del hospital, con sus audífonos y un libro que traía en su mochila se desconectó del mundo a su alrededor.
Unas delicadas y finas manos la sacaron de su pequeño mundo, Mina le tocó el hombro causándole una electricidad en su estómago.
-¿Eh?- respondió con confusión.
-Tu madre se ha ido, me pidió que te lleve a tu casa, porque tuvo una emergencia.-
Tzuyu se rió de lo desesperada que estaba Chaerin porque ella entrara en su papel.
-Ya veo, no tienes porque hacerlo Sharon, debes estar ocupada. Mejor no te quito el tiempo.-
La morena se había puesto de pie para irse, pero la japonesa la detuvo.
-No es una pérdida de tiempo, en realidad tengo que salir para ir a comer. ¿Me acompañarías?-
La mayor se había sonrojado levemente, la morena no supo como reaccionar ante eso. Prefirió fingir no haberlo notado.
-En verdad, no quiero molestar, Sharon...-
Mina insistió nuevamente, así que Tzuyu terminó accediendo.

La mayor la había llevado a un pequeño restaurante cercano a la casa de Tzuyu.
-¿Cómo supiste que amo el sushi?- Dijo la menor con ligera emoción al ver el menú. Mina soltó una pequeña risita.
-Creo que ha sido una casualidad, Tzuyu.-
Respondió sin mirarla, pero la menor pudo ver una pequeña sonrisa ladina en su cara. "Es tan bonita." Se regañó internamente por sus pensamientos.
-¿Te ha hablado tu madre sobre el hospital?- Preguntó repentinamente, Tzuyu casi se atraganta con su rollo.
-Para nada, casi no la veo. Ella es tan... ¿especial? Para ser sincera, no estoy interesada en lo que ella haga o deje de hacer. Sus negocios son propios y la verdad, poco me importa.-

Mina la miró sin saber que decir, Tzuyu había sido tan fría, que dejó sin palabras a la mayor.
-Ya veo... ¿qué edad tienes Tzuyu?-
Preguntó para amenizar el ambiente tenso que se había formado en unos segundos.
-17, ¿y usted?- Normalmente no le preguntaba la edad a personas mayores que ella, pero, era una duda que la consumía por dentro.
-Vaya, eres muy joven, lo único que puedo decir es que disfrutes bien tu edad, no se vuelven a vivir. Yo tengo 28 años, a tu lado soy un dinosaurio.-
Tzuyu se sorprendió ante tal revelación, nunca pensó que su madre la fuera a ofrecer a alguien bastante mayor.
-Tomaré tu consejo, Sharon.- Le dedicó una pequeña sonrisa. Mina también. Ambas terminaron sus alimentos y salieron con rumbo a la casa Lee-Park.
La menor le agradeció por sus atenciones.
-Espero con ansías el sábado, para vernos nuevamente Sharon. Te esperaré.- Dijo en su oído adrede, ya que, la estaba despidiendo de beso en la mejilla.
-Aquí estaré, nunca me pierdo alguna fiesta de tus madres, son muy divertidas.-
Una pequeña sonrisa tímida salió de sus labios.
Al cerrar la puerta, rápidamente Chaerin saltó a su lado.
-¿Cómo te fue?- preguntó con desespero.
-Bien, creo. Me invitó a comer y platicamos, creo que si le explicas bien lo que quieres hacer te hará caso. No quiero hacerle trampa, parece buena chica.-
Se alejó de su madre, pero fue jalada hasta su madre, mirándola fijamente a los ojos.
-No te vas a arrepentir ahora, te prometo que Mina tendrá su parte. Es terca, no aceptará la compra.-
Tzuyu se soltó de su agarré. -Está bien. Pero que quede claro que solo lo hago por Nayeon, y no por ti.-
Sin decir más se alejó de ella, dejando a su madre sorprendida, pues últimamente se había estado revelando mucho.
Ya en su cuarto se dispuso a terminar sus deberes. Pero su mente no dejaba de divagar, una persona ocupaba su mente, y no precisamente su novia.
Esa japonesa la había cautivado, su voz y su gentileza le sacaron una pequeña sonrisa a la menor.
El sonido de la puerta la sacó de su mente, era su hermana.
-¿Qué quieres?- preguntó con su mal humor.
Su hermana respondió tranquilamente. -Mamá quiere que bajes a cenar con nosotras.-
Tzuyu dejó salir un ligero suspiro. -Ok. Voy en un momento.- Comentó mientras cerraba sus libros.
-Es mejor que te apures. Ya sabes como se pone.- Dijo para luego salir de la habitación.
Ya en el comedor, Dara la recibió con una abrazo, Tzuyu lo aceptó, después de todo amaba ser la consentida de su mamá.
-Mi bebé gigante, ¿cuando traerás a esa novia tuya otra vez?-
Preguntó Sandara, causando las risas de Ahin y Chaerin, por su vergonzoso apodo. Tzuyu sonrojada tragó en seco su bocado.
-Mamá... no lo sé.- siguió comiendo, pero las miradas de las tres mujeres a su alrededor la dejaban nerviosa.
-Puedes traerla el sábado, es bienvenida en la casa, mi niña.-
Dijo como si nada, pero inmediatamente el grito de su esposa la descolocó.
-¡No está invitada!, no la puedes traer.-
Protestó la mujer rubia, Dara solo la miró con reprobación.
-¿Qué te pasa, Chaerin?, deja tus celos enfermizos, quieres.-
Al parecer seguían en disputa y Chaerin no hacía más que empeorarlo más.
-¿Acaso no podemos comer tranquilamente?, ¿eh?, ¿demasiado pedimos?-
Intervino Ahin con pesadez, siempre eran las mismas peleas, gritos y discusiones sin sentido, poco a poco hartándola. Llega un punto donde tu familia se vuelve insoportable, eso parecía estarle pasando a la joven. Que poco a poco parecía apagarse sin nadie que lo notase.

Losing to You (MITZU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora