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Las cañoneras dejaron a los soldados de la 501 en el árido y seco suelo del planeta de Haru. Iban armados, pero sólo por si acaso. Los hombres comenzaron a bajar cajas del transporte inmediatamente, y Riane estaba a punto de ponerse a ayudar cuando el capitán le puso una mano en el hombro.

—Necesito que traduzcas ante el jefe de la tribu.

Riane asintió, pero hubiese preferido descargar cajas durante el resto de la rotación a estar tan cerca de Rex.

La Academia de Naboo requería que estudiaran varios idiomas, pero tenía el hastorio muy desentrenado. Eso sin contar que ni siquiera era exactamente hareo. La única razón por la que lo había estudiado era porque pensaba que nunca iba a necesitar usarlo. Se había equivocado, claro.

Al salir de la sombra de la cañonera, el sol la abrasó de inmediato. No tardó en maldecir la armadura y los tres grandes soles que brillaban sobre la superficie.

Resopló mientras seguía a Rex a buen paso hacia el campamento más cercano.

—Podríamos haber venido por la noche —sugirió, olvidándose de con quien hablaba.

El capitán se giró sobre su hombro para mirarla, pero Riane no podía verle la cara por el casco.

—¿Mucho para ti, novata? —bromeó.

Ella sacudió la cabeza, pero decidió no responder nada. Parecía que Rex había recuperado el humor que había tenido en Raser, y ella no sabía si debía alegrarse por ello o estar alerta. Por lo menos parecía algo más amable.

Se acercaron al campamento, atravesando el arco que servía de entrada. Era de madera, como todas las estructuras que Riane podía ver por allí. Los edificios eran pequeños, cuadrados, y los tejados eran de algún tipo de arcilla. Supuso que no debía de llover mucho por allí.

El jefe de la tribu no tardó en acercarse a ellos bajo la atenta mirada de su pueblo, que se paseaba por los alrededores. Era un hombre alto, de pelo blanco y largo, trenzado con cordeles marrones, y tenía los ojos muy amarillos y vivos, como si lo mirasen todo con atención. Llevaba puesta una túnica marrón que arrastraba por el suelo de tierra seca.

Cuando estuvieron frente a él, Riane y Rex se quitaron los cascos. La chica hizo una pequeña reverencia, y él la imitó con duda.

El anciano comenzó a hablar inmediatamente, y Rex observó el intercambio. Riane fruncía el ceño mientras el hombrecito hablaba, y después respondía despacio. O bien Riane se trababa al hablar, o el idioma parecía estar compuesto de muchas silabas y palabras largas.

La chica se giró hacia Rex e intentó traducir lo mejor posible, aunque había varios detalles que se le escapaban.

—Este es el anciano Yura. Da las gracias por nuestra ayuda y te rinde sus respetos, capitán.

HUNGER ━ Capitán RexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora