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La guerra continuaba, pero, por una vez, Riane Unmel había tenido una misión tranquila. Había sido una de aquellas que ya escaseaban: ella y Rex habían pasado revisión en varias bases del Borde Exterior. Ninguno de los dos había mencionado Rishi. La nueva misión les traía recuerdos a ambos. Rex recordaba vivamente al Escuadrón Dominó, y Riane recordaba oír las historias de esos chicos de labios de Echo y Cincos. El aniversario de la muerte del primero aún estaba reciente, como una herida que le resquemaba al moverse.

Pero la misión acabó en pocas rotaciones y los dos decidieron volver a Coruscant cuanto antes. El viaje no sería largo, pero los dos debían volver al frente. Riane contactó con Ahsoka antes de dar el primer salto hiperespacial.

—Comandante —informó—; Rex y yo nos dirigimos de vuelta a Coruscant. Pararemos a repostar en Ogora, a medio camino. Calculo que llegaremos antes del final de la próxima rotación.

La joven togruta asintió, los brazos cruzados detrás de la espalda.

—Perfecto, Riane. Aquí os esperamos. Que la Fuerza os acompañe.

La transmisión se cortó y Rex hizo que la nave diera el primer salto. Los dos se quedaron un momento en silencio.

—¿Con ganas de volver a casa? —preguntó el clon.

Riane le dirigió una pequeña sonrisa.

—No lo sabes bien, capitán.

Ambos revisaron planes de ataque e informes hasta que su nave de la República salió del hiperespacio. Ante ellos se encontraba Ogora, un planeta pequeño, miembro de la República, poco conocido por su combustible barato. Desde la nave, los dos podían distinguir una superficie de aspecto frondoso, pero de colores anaranjados y tostados. Riane comenzó la aproximación a la superficie, y, una vez allí, descendieron sobre las cañerías de la estación más cercana. Les atendió un hombre de piel morena y ojos extremadamente amarillentos, casi dorados (como era normal en el sistema), quien les aseguró que era un honor que repostaran allí.

Pagaron con créditos de la República y volvieron al espacio exterior.

—Bien —dijo Rex mientras la consola de la nave calculaba el próximo salto—: siguiente destino, Coruscant.

Riane asintió. Las estrellas se alargaron ante ellos mientras el espacio más profundo les absorbía. La mujer se volvió hacia su datapad, intentando concentrarse en sus informes. Rex hizo lo mismo, pero no pudo evitar pensar en lo poco que le apetecía volver al Cuartel. No era siquiera por volver al frente, pero disfrutaba de la compañía de Riane...

Vio una alerta roja que iluminaba el panel central de la nave. Bajó el datapad y se inclinó sobre los controles.

—Tenemos un problema —anunció.

HUNGER ━ Capitán RexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora