Las respuestas

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Todos estábamos en la mesa, el padre, la madre de Ema y yo. Sus padres miraban fijamente como comía Ema.

-estamos felices de ti Ema, al fin encontraste una amiga que sepa cuidarte y comprenda bien lo que tú tienes.- dijo la mamá de Ema.

Ema suelta el tenedor tan fuerte que suena por toda la casa.

-¡mamá!, no me dejes en vergüenza, ¡basta!

Su madre se quedó callada como si le tuviera miedo.

-señor y señora Carter, estoy agradecida de que me invitaran a su hermosa casa.

-dinos Samanta y Jeff.- dijo la madre de Ema.

-no sabíamos que iban venir pero fue toda una sorpresa.- dio su padre, él se veía cansado y a la vez asombrado, su mirada contenía algo de miedo, miedo a su hija, este tragaba para no hablar más de la cuenta, que raro.

Terminamos de cenar y tuve que quedarme a dormir. Ema me presto una de sus dos pijamas.

-cual quieres ¿el morado o el rojo?-pregunto Ema.

-el morado, me encanta ese color.- dije.

-a mí me gusta el rojo, me ase ver más ardiente.- lo dijo haciendo poses que deberían ser sensuales.

-¡basta!- dije entre risas, tapándome los ojos.

Dormí junto a Ema, se sentía tan extraño dormir con una persona que conozco ase poco. Me dormí, me sentía perdida, como si no perteneciera a este lugar, algo me decía que debía escapar, alejarme de ella, alejarme de Ema, me removí en la cama varias veces, sentía el pijama pegado a mi cuerpo lleno de sudor, pequeños escalofríos hacían que temblara, no podía despertar, no podía.

-Mia, Mia despierta ¿qué te pasa?- dice una voz que al principio la sentí lejana, pero la escucho con claridad, es la voz de mi pesadilla.

Abro los ojos y vuelvo a la realidad, el techo aterciopelado del cuarto de Ema se ve un poco iluminado, me siento y trato de regular mi pulso colocando una mano en mi pecho.

-E...Ema...

-tranquila, tranquila solo fue una pesadilla, ¿paso?

Ema me abrazo, masajeaba constantemente mi espalda y decía palabras tranquilizadoras, suspire al comprender que solo era un sueño, nada era verdad, solo una mala jugada de mi mente, Ema me pregunto si quería tomar una pastilla para dormir, pastillas que ella utilizaba para el insomnio, decía que podía tumbar hasta un caballo, accedí, no creo que vuelva a dormir por mi propia cuenta. La pastilla comenzó a hacer su efecto rápidamente, primero se me entumecieron las piernas, luego los brazos hasta que llego a mi cuerpo entero, la vista comenzó a nublarse y caí rendida.

Desperté con demasiado sueño, la pastilla hizo un maravilloso efecto, apenas podía abrir los ojos, se sentían como si estuvieran pegados con pegamento.

-Ema, ¿Dónde estás?

-aquí, en el ropero.

-¿Qué ases hay?

-buscando algo que ponerme son las 12:30.

-¡¿Qué?!

-dormiste mucho y menos mal, creí que no volverías a dormir bien, deje que descansaras un rato más.

-gracias, y en serio disculpa por lo que te hice pasar, wow, todavía estoy mareada por las pastillas para dormir.

-ya se te pasara.

Los padres de Ema nos dijeron que nos prestaban los caballos para pasear por las parcelas que tenían.

-nunca había cabalgado.- dije- Todo esto es nuevo para mí.

-no he cabalgado desde que tenía 11 años, ya lo había olvidado.

No olvidare el paisaje, tan hermoso, tan natural, tan falso. Era como si fuera una fotografía pegada en el aire, tan azul el cielo y extremadamente vivo el césped se podría decir que algo raro tiene el lugar.

Nos separamos varios metros de la casa de Ema, no solo metro, kilómetros, y me desesperaba irme tan lejos de las únicas personas que podrían ayudarme por cualquier problema.

De repente se vio una serpiente, el caballo de Ema se asustó mucho que salió corriendo con ella en su lomo. Mientras el mío me voto y quede tirada en el suelo, trate incorporarme pero fue inútil, un dolor punzante cubrió mi mano, debí de haber caído encima de ella, gimo por el dolor y trato de moverla, sin éxito alguno. Estaba preocupada por Ema y por mí, ya era de noche, hacia frio y Ema todavía no aparecía. Tome valor y me fui caminando con la mano rota.

Mientras iba caminando por las inmensas propiedades de los padres de Ema vi un bulto que estaba a 10 metros de mí. Me acerque y vi que era el caballo de Ema que le había picado una serpiente. El pobre animal había muerto ase algunos minutos más o menos y los perros salvajes se escuchaban en el ambiente. Volví a caminar, me estaba desesperando no veía ninguna casa, ninguna persona, solo la luna que iluminada fuertemente.

No pude caminar más, mis piernas me dolían, y el dolor de la mano rota aumentaba, me recosté en el pasto húmedo por el sereno que estaba cayendo. Espere mucho tiempo y no había ni un rastro de Ema, el cansancio me gano, cerré los ojos y me quede dormida.

Mientras abría los ojos vi el cielo azul de la mañana, sentí que me estaba moviendo, ¡claro!, era la camioneta del papá de Ema y justamente ella estaba al lado mío.

-¿Ema?

-Mia, ¿te sientes bien?

-más o menos, tengo la mano rota y no doy más por el cansancio.

-vuelve a dormir ya vamos a llegar a casa.

Ya estábamos en la casa, que mala pata volver con una mano enyesada al instituto y por una semana. Subimos las maletas al auto de Ema, debíamos llegar a las 18:00 justas.

-cuídense.- nos decía la madre de Ema mientras nos alejábamos.

-¿Ema?, ¿qué fue de mi caballo?

-lo encontraron muerto en el rio, dijeron que fueron los perros salvajes.

-qué mal, y yo que me había encariñado con él.

-animal estúpido, mira lo que te hizo, te rompiste la mano y estarás una semana con ese estúpido yeso.

-gracias por alentarme.- lo dije con un tono de sarcasmo.

-de nada.

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Creo que este fue largo.
¡amenme!
;-) ;-) ;-) ;-) ;-) ;-) ;-) :-P :-P :-P :-P :-P O:-) :-* B-)

Mala AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora