La locura

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Ema llego a la habitación, mirando el sector donde estaba Emilia.

-¿Mia?- pregunto y al no ver nada en el sector de Mia se tensó- ella me dejo, me dejo, ¡me dejo!

Tiró todo al suelo, la pequeña mesa, la silla, el colchón de la cama y todo lo demás. Su rostro estaba empapado de sudor, unos finos cabellos rubios caían por sus ojos, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a jalarse el cabello, tan fuerte, que se sacó algunos mechones de él, respiró con pesadez y camino de un lado a otro.

-la voy a buscar y la voy a encontrar are todo para que vuelva.- lo dijo entre sollozos.

Se dejó caer entre las sabanas esparcidas en el suelo y saco un álbum de fotografías. En el álbum estaban las fotos del ex novio de Mia, la chica de la cafetería y Stephanie, todos ellos estaban tachados y las de Cloe y Zack aún estaban en limpio. Pero saco un plumón, recorto otra fotografía más y la pego en el álbum.

Ema echo a correr por el instituto y fue directamente hacia el director.

-¿Qué es esto señorita Carter?- pregunto este al ver como Ema respiraba con dificultad y le extendía el álbum.

-es un álbum de fotografías de personas que no conozco y está mi foto pegada, ¡mire!

-¿de quién será?

-yo creo que es de Emilia Williams la chica que era mi compañera de habitación.

-entonces, hablare con ella a solas y después llamare a la policía para que la investigue.

Ema cambio la cara de feliz a enojada.

-no creo que sea una buena idea señor, no es para tanto.

-o claro que sí, ninguna estudiante aria estas cosas extrañas y hay que resolverlo, siempre es mejor prevenir que lamentar.

Ema en su interior tenía ganas de hacer algo, algo imperdonable para la vida de ella y de otros.

Observo la silla del director él se dio la vuelta dándole la espalda a ella. Ema miro un fierro que estaba al lado de la chimenea, lo pesco y se acercó lentamente mientras el continuaba hablando pero aprovecho que estaba de espaldas para atacarlo. Ella reacciono como una verdadera asesina. Golpeo al hombre en la cabeza, cuello y en la espalda, ya que el fierro tenía punta produjo que muriera al instante.

-nadie va acercarse a Mia, ¡solo yo puedo!, ¡ella es mía!-le decía al director mientras lo apuñalaba una y otra vez aunque ya estaba muerto.

Para no dejar manchas de sangre limpio con la ropa de él. El crimen era increíble no dejo ni marcas, huellas ni la mínima pista de ella.

Dejo la sala del director con el álbum de fotos en su mano, el fiero en la otra y se alejo con una sonrisa de placer.

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Es corto lo se.
¡no me juzguen!

Mala AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora