La verdad sale a la luz

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Sigo y sigo caminando, el lugar es muy caluroso, pues a Scarlet le gusta el verano.

-¡Vamos Mia, apúrate!- grita mi hermanita.

-¡ya voy!- se lo digo mientras corro a por ella.

-¡la piscina nos espera!- grita ella.

-sí, sí, ¡no corras tan rápido!

-¡atrápame!

Comienzo a perseguirla,
pues la pequeña sí que es rápida, esta se va alejando de mi cada vez más.

-¡espera Scarlet!- le grito- ¡detente!

-¡no!

Me incorporo rápidamente en la cama, pues fue la pesadilla más real que he tenido, y que no me gustaría volver a repetir. Me quito el sudor de la frente, me siento sudorosa y tiemblo repetidas veces, algo que siempre pasa cuando sueño con mi hermanita, siempre fuera de mi alcance.

-¿Mia?

Me giro y veo a Ema acercando la cabeza entre la puerta.

-¿puedo entrar?, ¿estás bien?- está ya tiene la mitad del cuerpo dentro de la pieza.

-yo.. si...es..

-tranquila.- se me acerca con un vaso de leche- te escuche gritar del otro lado, de veras me asustaste.

-lo siento por haberte despertado, tuve... una pesadilla.

-¿con tu hermanita?

-sí, ¿Cómo lo sabes?

-te oí gritar su nombre, no me sorprende que mis padres...

De repente se escuchan unos golpecitos en la puerta, esta se abre y deja entrar a una somnolienta madre de Ema.

-chicas, ¿Qué paso?

-yo...

-Mia tuvo una pesadilla, vine asegurarme de que estaba bien.

-bien, pues si necesitan algo mas solo díganme ¿sí?

-entendido.

La madre de Ema salió por la puerta haciendo el mínimo ruido.

-te dije que te escucharon.

-Mier... lo siento, no quise molestarlos.

-no importa, yo también a veces grito o hablo en sueños, es normal.

Me la quedo mirando por unos segundos, su pijama es muy corto de todos lados, solo esta tapada con una fina bata que le queda pequeña, su cabello lo lleva suelto, y sus ojos le brillan con un toque divertido a la luz de la lámpara, no sé qué tan enferma este, pero ahora mismo podría asegurar que se ve como una simple chica de 17 años, lástima que no sea así.

No sé cómo me salen estas palabras, ya que aún tengo un nudo en el estómago por la pesadilla, pero me atrevo.

-Ema, ¿puedo hacerte una pregunta?

-ya lo hiciste.- dijo está riendo por lo bajo.

-no, una de verdad.

-claro.

Suspiro.

-¿de que estas enferma?

Esta me mira por uno segundos, aquellos ojos que brillaban se volvieron opacos, el azul casi celeste se volvió como un azul marino, le tiembla un poco el labio inferior y sus ojos se mueven de un lado a otro como si estuviera buscando algo, tal vez una salida.

-de nada, ¿Por qué lo preguntas?- lo dice en un tono de reproche.

-por nada, solo que encontré una tabletas para personas bipolares, ¿es eso?, ¿eres bipolar?

Se levanta de un salto y camina hasta la puerta.

-que descanses Mia.- y cierra la puerta.

Me quedo sentada en la cama, con las dudas flotando en mi mente, ¿no lo quiso aceptar?, ¿de verdad estará enferma?. Sacudo mi cabeza de un lado a otro y me dispongo a dormir.

El sonido de mi alarma me hace despertar, no tuve más pesadillas, y eso sí que me ayudo a descansar. Aun seguiría con mi plan, hoy será la fiesta de la prima de Ema y encontrare respuestas. Me bañe con agua caliente, me vestí con algo ligero, baje las escaleras pero me detengo al escuchar voces.

-¿Cómo estas hija, has tomado tus pastillas?- lo dice una voz masculina.

-no, no creo necesitarlas, no he tenido ningún ataque.

¿ataque?

-me preocupo, y al parecer tu amiga también, ¿serás buena con ella y tomaras tus pastillas?

-papá, no me vengas con esa mierdas de tener precaución con mi enfermedad y esas cosas, estoy bien, en realidad, estoy perfecta y si me disculpas, iré a montar a caballo.- dijo Ema para terminar y salir de la casa.

Suspire y entre a la cocina, el padre de Ema se encontraba tomando café de una pequeña taza y con la cara apoyada en su mano.

-¿señor Carter?

Este se dio la vuelta y me sonrió, su sonrisa no llego hasta los ojos.

-Mia, no te escuche llegar, ¿quieres desayunar?

-claro señor.

-solo dime Jeff, lo de señor me hace sentir más viejo de lo que soy.

-ok, Jeff.

Me siento en el taburete y me cruzo de brazos, Jeff saca una caja de jugo de naranja y unas rebanadas de jamón.

-¿quieres un sándwich?- dijo él.

-claro.

Este termina de servirme el jugo en un vaso y me entrega el sándwich en un plato.

-provecho.- lo dice sentándose al frente mío y bebiendo de su café.

-gracias, Jeff, ¿Ema tiene, no sé, alguna enfermedad?

Este me mira y deja la taza en su platito.

-a Ema no le gusta que hablemos a espalda de ella, pero como eres su amiga are una excepción.

-me preocupo por ella, a veces se comporta...extraña.

Este suspira con pesadez y se rasca la nuca nerviosamente.

-a Ema le diagnosticaron bipolaridad severa, cuando solo tenía 13 años, supimos que era así cuando mordió a una niña de su clase y casi le saca un pedazo de piel.- lo dice negando con la cabeza- ella no es mala, la enfermedad trata de apoderarse de su mente, desde pequeña que es una chica buena y alegre, pero cuando le administraron pastillas y consultas con un psicólogo, cambio, ya no se junta con nadie, raras veces nos visita, pero con tu amistad ella volvió a ser la misma de antes.

-¿ella no le ha dicho sobre alguna amiga en particular?

-tenía muchas, si, pero...nunca nos las presento, con la enfermedad tus emociones son más fuertes tanto como tus sentimientos, te llevan a hacer cosas de las que te puedes arrepentir.

Asiento y le doy un mordisco a mi sándwich, el padre de Ema no sabe que ella ase estas cosas a conciencia, su enfermedad ha llegado a un estado crítico del que, creo, que ya no hay vuelta atrás.

Mala AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora