Winky

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—No puede ser...

La marca tenebrosa se aparecía cuando algo iba a ocurrir, algo malo. Sólo la podía invocar quienes eran seguidores de Voldemort. La última vez que había visto la marca tenebrosa hubo un asesinato: el de su madre.

¿En realidad habían mortífagos cerca?

Emma sintió miedo, mucho miedo. La angustia empezó a acumularse en su pecho. Quería correr, salir de ahí para refugiarse.

Recordó a Remus y a Tonks. ¿Y si algo les había sucedido? No podía ser cobarde. Remus era su amigo, y Tonks, una conocida, pero era importante para él. No tuvo más remedio que ir a las llamas.

A medida que caminaba, gritos de mujeres y niños llegaban a sus oídos. Comenzó a toser por el humo del fuego.

Estaba cerca de los últimos árboles cuando unos magos la rodearon. Eran unos veinte, vestidos de negro, haciendo un círculo en torno a ella.

—¡Alto! ¡No te muevas!—dijo un hombre.

Emma se congeló. No tenía su varita ni como defenderse. Estaba atrapada.

—¡Lumus!—dijo la misma voz.

Los rostros de hombres y mujeres se vieron a la luz de la varita. Los músculos de cara de Emma se relajaron un poco cuando se dio cuenta que al lado suyo estaba Harry, Ron y Hermione, abrazados entre ellos. Les puso una mano en la espalda como para que se notara que los protegía.

—Profesora...—dijo Hermione en un susurro.

—¡Usted!—dijo otro hombre apuntando a Emma—¿Qué hace aquí?

—Yo estaba...—¿cómo les iba a decir que acababa de ver a Colagusano sosteniendo a, supuestamente, Voldemort? Tendría que inventar una mentira— Me perdí.

—¿Se perdió?—repitió el hombre—¿Tan lejos caminó? ¿Está segura?

—Sí, sí. Fui en busca de agua para...

—¡Dígame la verdad!

—Claro que digo la verdad—mentira—. ¿De qué me serviría mentirle al Ministerio, Barty?

Barty Crouch era el jefe de un departamento del Ministerio que seguramente había venido por el partido de Quidditch. Era un hombre frío, de complexión baja, serio y extremadamente racional.

—Me reconoces...

—Pues claro. Trabajamos un buen tiempo juntos.

—Entonces sabrás que es eso—dijo Barty señalando la marca en el cielo. Emma tragó saliva—. Perfecto

—Acabo de llegar...—dijo Emma con un hilo de voz.

—Pero ellos no—argumentó Ludo apuntando a los niños.

—¿No me vas a decir que crees que conjuraron La Marca?

—Es lo lógico...

—¡Espere, esperen!—dijo una voz que se aproximaba entre la gente—¡Mi hijo esta ahí!

—¿Arthur?—preguntó Emma.

—¡Es mi hijo!—seguía el señor Weasley.

—A mi parecer es obvio que estos muchachos se han metido en graves problemas...

—Barry—escuchó decir a una bruja por detrás—, piénsalo bien. Son sólo niños.

—¿¡Si ellos no lo hicieron, quién entonces?! ¡Son los únicos que están por aquí!

III. Encantamiento en blanco y negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora