Black

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La montaña a la que el perro negro la había guiado era difícil de escalar. Muchas rocas, escasas ramas de donde sujetarse y demasiada inclinación. Harry, sin embargo, no tenía dificultad alguna para subir. Quizá era el entusiasmo el que lo guiaba.

—¿Ya...hemos...llegado?—preguntó con poco oxígeno Hermione.

El perro ladró dos veces.

—Supongo...que...no—contestó Emma igualmente cansada.

Media hora más de caminata por la montaña.

El día anterior les había llegado una carta de Sirius en donde decía que lo debían esperar en una cerca de madera rota. Allí verían al perro negro. Y así lo hicieron.

El lugar quedaba más allá de Hogsmeade. Más allá de lo que alguno de ellos había ido.

Ron traía una mochila cargada con comida que los elfos les proporcionaron. Ya los adoran y les prepararían todos los postres del mundo si es que ellos lo quisieran.

El perro –que iba a la cabeza del grupo– se detuvo y miró a los cuatro. Ellos igual se detuvieron. Sirius hizo un movimiento con la cabeza señalando algo que estaba en frente y continuó. Desapareció del rango de visión.

—¿A dónde...?

—Una cueva—intervino Harry con los ojos puestos último lugar que había visto a su padrino.

Los cuatro entraron a la oscura cueva. Al principio no veían nada. Después sus ojos se acostumbraron a la falta de luz. Sirius ya estaba convertido en humano y semivestido.

—¿Trajeron la comida?—preguntó impaciente.

—Claro.

Ron sacó de la mochila dos grandes emparedados de carne, a continuación dispuso trozos de pie medios chamuscados en un plato y galletas, además de una botella de jugo de calabaza.

—¿Cómo metiste todo esto?

—Un hechizo de espacio, claro—dijo Hermione.

—Debía suponer que fuiste tú—miró a la chica rodando los ojos—. Ahora, dame algo para comer, muero de hambre.

Ninguno de los dos sándwiches duró mucho.

—No saben...—mordisco—...lo repugnante...—otro mordisco—...que es comer ratas.

—Al punto, Black—rugió Emma.

—Parece que alguien está en sus días...—comentó Black rodeando los ojos.

—No...—Emma se calló. No valía la pena—. Al punto.

—Bien, bien...

Black se quitó el resto de las migas que tenía en la barba, se pasó las manos sucias por la cara sucia y comenzó.

—Los traje para advertirles sobre Igor. Es peligroso.

—Ya nos dijiste eso.

—Sí, pero es imperativo que se lo tatúen en las mentes. Fue parte del ejército de Voldemort y volverá a hacerlo si Él vuelve. Ténganlo por seguro.

—¿Algún consejo útil?—preguntó Hermione.

—No hablen con él. Nunca. A menos que Dumbledore esté presente. Seguramente de sigue por los pasillos, Harry. Buscará la manera de deshacerse de ti. No le gusta que hayan obstáculos en su camino, menos aún un chico de catorce.

—¿Su camino a qué?—quizo saber Ron.

—Hay dos opciones. La primera es que quiera ganar el torneo a toda costa. No dudes que tratará de hacer todo lo que esté a su alcance para lograrlo. Incluso la muerte...La otra opción es...

—Que esté planeando traer a Voldemort junto a los otros—terminó Emma.

—Si es que hay "otros". Lo que hacemos son sólo especulaciones.

—Sobre eso...Debo hablar contigo. Los dos.

Emma miró a los tres estudiantes y comprendieron que quería un poco de privacidad. Black y ella caminaron un poco más a la oscuridad.

—¿Qué es tan secreto?

—El otro día tuve algo así como un sueño.

—¿Cómo que algo "como un sueño"?

—Quiero decir que se sentía como tal, pero al mismo tiempo estaba despierta. Mira...

Emma mostró sus heridas sutilmente, o lo que quedaba de ellas.

—¿Cómo...?

—No importa. Lo que importa es lo que vi. Estoy casi cien por ciento segura que era el callejón Knockturn. Era de noche y había muy poca luz. Vi a un hombre de cabello muy rubio, casi plateado, hablando en voz baja...de Él. Y no recuerdo bien lo que decían.

—Ese sujeto me huele a...

—Lucius. Dijeron su nombre—recordó un tanto atónita.

—¿Lo conoces?

—Lo vi una vez, creo. He oído hablar de él.

—Se cuidadosa, Emma. No le puedes contar esto a cualquiera, menos si Igor y Snape están con los oídos por todas partes.

Mierda. Entre la espada y la pared. Tampoco es que le hubiese dicho tanto a Severus, ¿no?

—Como madrina debes cuidar a Harry.

—¿Crees que no lo tengo claro?—dijo Emma desafiante. Lo miró de pies a cabeza—Y tú como padrino debería de dejar de comer y ver a tu ahijado más seguido.

—¿Qué estás tratando de decir?—dijo achicando los ojos, un tanto molesto?—¿Acaso no ves que hago lo que puedo? No pretendas que puedo ir libremente por las calles, porque sabes que no es así.

Emma midió sus palabras. Tarde. Le pasaba pocas veces, pero pasaba.

—Yo, lo siento—se disculpó Emma rápidamente.

—¿Qué te sucede?—se acercó a ella—. ¿Segura que no estás en tus días?

Eso hizo que a Emma se le escapara una sonrisa.

—Déjate con eso...

—Necesitamos un plan de acción para lo que resta del torneo.

La cueva quedó en silencio durante los siguientes cinco minutos, mientras pensaban qué hacer.

—En caso que las cosas se pongan feas, llevó a Harry a mi habitación y ocupo el traslador.

—Que sería ilegal—apuntó Hermione.

—Sí, pero la seguridad es primero.

—Pensé que era hacer lo correcto.

—No siempre hacer lo correcto es legal—comentó Black.

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Lo siento muuuuuuuchoooooo. He estado desaparecida como por mil años y en serio lo siento. Peor es que no quería escribir si no tenía inspiración. Creo que no hay peor que un capítulo forzado. Espero obtener su perdón. Estoy en las últimas de deberes del colegio y caolín bombín, me voy de vacaciones <333333

Lo siento por mil...

XOXO

III. Encantamiento en blanco y negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora