Ya. Tenía que decirle. Después de todo, él ya sabía lo que le sucedía; pero no sabía que lo había visto en la casa. Con esa gente. Con esa expresión en el rostro.
Le contó todo lo que había visto y escuchado. No era mucho, mas, a medida que le relataba, un pequeño músculo de su cara de movía. Era casi inadvertido.
Cuando salió de la habitación de Snape, procuró que nadie la viera. ¿Cómo le explicaría a quien pasara por allí que Snape sólo la había sanado? ¿Cómo le explicaría que estaban en...algo?
Era el día de la segunda prueba. No habían clases. Seguramente la mayoría de ls alumnos estaban en el lago, con ranas de chocolates y dulces de todos los sabores, expectantes a lo que sucediera en lasa próximas horas.
Emma corrió como pudo donde Harry, después de volver a revisarse las heridas y desayunas apenas. Tenía el estómago hecho un puño. Encontró a Harry saliendo de la biblioteca.
—¡Harry! La prueba va a empezar. ¿Dónde estabas metido?—le decía ella mientras corrían juntos hacia el lago.
—No sabía como respirar bajo el agua—decía a modo de excusa con la respiración agitada.
Emma recordó algo. Se detuvo un segundo, pero retomó la carrera en pocos segundos.
—¡Eso quiere decir que pudiste resolver el acertijo!
—Tengo que recuperar algo que quiero...o alguien. Me dan una hora. ¡Una hora en ese lago!
—¿Qué...qué ocuparas?—Emma no tenía buen estado físico.
—Unas algas. Me han dicho que podré respirar bajo el agua.
—¿Te han dicho?—preguntó Emma. Por el rabillo del ojo se dio cuenta de que Harry desvió la mirada y se ponía colorado. Lo dejó pasar, ¿qué tanto importaba ahora? Tenían que llegar al lago.
—¡Brujas y hechiceros! ¡Bienvenidos a la segunda prueba...!—comenzaban a decir las voces desde lejos, a lo que aceleraron el paso—¡Con ustedes, los cuatro campeones!
Harry corrió más de prisa y se detuvo de un sopetón en el muelle. La audiencia gritó a su llegada.
—¡Los campeones tienen una hora para realizar la hazaña! ¡Cuando suene el....!—el pitido sonó y Klum, Fleur y Cedric se zambulleron en las oscuras aguas, mientras Harry tratada de quitarse la capa y los zapatos. Apenas sí le alcanzó el tiempo antes de que se introdujera también. Se echó algo a la boca y lo tragó haciendo gestos de repulsión. Hundió la cabeza. No se vio nada más.
Emma se acercó desacalorando el paso hacia donde estabas los profesores.
—Mierda—susurró. Le comenzaban a doler las heridas terriblemente.
—¿Estás bien?—le susurró una voz por detrás.
Se dio vuelta. Severus.
—Sí...—trató de hacer una sonrisa mientras se sujetaba el costado derecho de la cintura.
—Debemos hablar...—dijo él con una mirada seria. Sabía de lo que iba eso.
—Lo sé...
—Ven con...
—¡Emma! ¡Severus! ¿No disfrutan de la prueba?—interrumpió Dumbledore.
—En efecto, director.
—¿Entonces por que no vienen con los profesores a hablar? Cornelius Fudge está hablando sobre, bueno, lo que él habla siempre. Seguro que...
—Disculpe, director—dijo Emma—, pero debo hablar con el profesor Snape sobre un asunto. Estábamos pensando en dar una clase de pociones y encantamientos para quienes están no muy avanzados—explicó con una amplia sonrisa—. Es para ayudarlos a pasar el año de mejor manera.
—¡Ah!—exclamó Dumbledore—Brillante idea. Me sorprende mucho de tu parte, Severus. No pensé que querrías ayudarlos. Bien, siendo así, mejor los dejo discutir tranquilos.
Albus se devolvió por donde vino.
—Buena mentira—dijo Severus.
Emma dudó un minuto antes de contestar.
—No me parece una mentira total...
—¿A qué te refieres?—frunció el ceño mientras caminaban hacia la parte de atrás de las gradas.
—Que es una idea factible. ¿Por qué no ayudar a que los niños pasen las materias?
—Porque son repugnantemente perezosos. Quieren tener buenas calificaciones sin hacer el mínimo esfuerzo.
—Severus, tú igual fuiste un estudiante. Seguro que te costó alguna materia, o ayudaste a algún amigo a estudiar.
Silencio.
—Míralo así: ayudamos a las nuevas generaciones a ser más inteligentes.
Otro Silencio. Severus se detuvo.
—¿Quién te hizo eso ayer?
Emma sintió como se le apretaba el estómago. Se puso pálida, más de lo que ya era.
—Yo...eh...
—Dímelo, por favor—se le ablandó la mirada a Snape. Era casi suplicante.
Emma respiró profundo. Rememoró todo. Paso por paso.
—¿Recuerdas que quedamos en juntarnos en la casa de los gritos?
Ahora Severus se puso pálido.
—Bien, pues fui. Tarde. Al llegar te vi salir con...
Severus ya lo había entendido. Siguió pálido y anonadado.
—Después hablaremos de eso—aclaró Emma. Pausó—. Entré y exploré la planta baja. Los muebles estaban desordenamos por...lo que sea que estuviesen haciendo allí, y encontré un hueco en el suelo. Me transportó a otra parte.
Severus seguía escuchando sin decir ni pío.
—Llegue a al Callejón Knockturn, supongo. Estaba oscuro, todo negro. Apenas unas luces. Escuché unas voces y vi a un hombre rubio, un color que nunca había visto. Era plateado. Hablaba con otra persona sobre "El señor". No entendí nada. O en realidad sí, no lo tengo claro.
Respiró profundo.
Me vio y lanzó un crucio. Nunca había sentido tanto dolor en mi vida. Cuando volví, casi no podía moverme. Y tú me encontraste.
Severus miraba al suelo, analizando.
—¿Estas segura que no lo conocías?
—Es decir, creo haberlo visto una vez, pero fue hace mucho tiempo, antes que entrara a trabajar aquí.
Volvió a pasar un rato antes de que volviera a hablar.
—Sabemos que eso no fue una ilusión. Sabemos que fue un viaje en el tiempo.
—Pero la pregunta es: ¿pasado o presente?
—No lo sé.
—¿Por qué mierda me pasa esto a mí?—dijo Emma frustrada.
—No es tu culpa.
—Lo sé, pero igual me pasa.
Severus la abrazó.
—Mientras esté yo, te protegeré.
—Y yo a ti.
—Disculpe que los interrumpa—dijo Minerva—, pero la competencia a terminado. El señor Potter ha rescatado a dos personas.
—Debemos ir—dijo Emma.
—¿Por qué te interesa tanto ese Potter?—preguntó molesto Severus al tiempo que caminaban juntos hacia la multitud.
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III. Encantamiento en blanco y negro
FanficTercera parte de Encantamiento de iridiscencia