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Garrett

Me pase las manos por la cara suspirando profundamente, la niña había gateado hasta a mí para jugar con las agujetas de mis zapatos. Baje mi mano para acariciar su pequeña cabeza.

- Su madre se llama Maritza Ross, la mataron después de dar a luz a la mocosa y bueno, tú padre se quedó con la niña para hacer negocios con ella, según se ya tenía un comprador.

- ¿Dices que la madre de Jeremy y de ella está muerta? - Shun asintió - Necesitó procesar todo esto.

- Ya lo has hecho una vez, no será tan difícil - Negué, aleje a la niña de mi pie para poder levantarme - ¿A dónde vas?

- A pensar - Tome las llaves de mi auto del buró - Ustedes pueden quedarse, las habitaciones están desocupadas.

Salí de mi casa para ir al único lugar donde me sentía tranquilo. Baje del auto caminando con lentitud hacia la tumba de Ryan, la acaricié con ternura y me senté recargando mi espalda en la lápida.

- ¿Tú qué opinas? Sé que siempre quisimos hijos pero... Yo no sé si pueda hacerlo solo - Murmure arrancando hojitas de sácate para romperlas en pedacitos - ¿Esa niña es el premio de consolación por si mi hermano no regresa?

Suspire negando, me removí incómodo y opté por recostarme en la hierba, coloqué mi brazo sobre mis ojos para que los rayos del sol no me molestaran.

Escuchaba los pajaritos cantar sobre los árboles, el viento movía las hojas haciendo un sonido relajante y adormecedor. Mis ojos comenzaron a pesar, tanto que no podía mantenerlos abiertos.

Abrí los ojos de forma repentina, el sol ya se ocultaba dejando el cielo en un extraño color naranja con matices rojos, busque desesperadamente mi teléfono ya que gracias al sonido de este había despertado.

- ¿El señor Garrett Borkan?

- Sí, soy yo - Conteste levantándome del suelo un poco adolorido.

- Hablo del hospital San José por el paciente que lleva por nombre Vicktor Mikhailov, ha rechazado la médula y su estado de salud está grave...

Al escuchar las últimas palabras sentí que el mundo se me derrumbaba a los pies, un frío gélido recorrió mi espina dorsal, mi piel se erizo y maldije por lo bajo.

- Voy para allá.

Con las manos temblorosas me dirigí hacia mi auto, no estaba tan lejos del hospital pero aun así el camino hacia allí se me hizo eterno. Me baje lo más rápido posible pasándome a caer un par de veces, corrí por los pasillos del hospital ignorando los regaños de las enfermeras que me veían pasar. Abrí la puerta sin siquiera tocar.

- Vicktor - Me acerque con cautela a la camilla, él estaba tan pálido y demacrado, cuando me vio sonrió con los ojos anegados en lágrimas. Tome su mano y me senté a su lado, en la camilla - Estoy aquí.

- Les dije que no llamaran a nadie, quería morir solo - Me reí negando, el cerro los ojos cansado, apretó mi mano con suavidad.

- No morirás, yo te veo tan fuerte como un roble - Sonrió con pesar y al segundo su sonrisa cambio por una mueca de dolor - ¿Duele?

- No - Murmuró derramando su primera lágrima de la noche, le acaricie la mejilla tomando entre mis dedos su pequeña lágrima.

- No tienes que hacerte el duro, sabes que puedes llorar y contar conmigo para secar tus lágrimas.

- Ve a casa - Me negué y el en respuesta viró la cara para no verme más.

Suspire para bajarme de la camilla y sentarme en un banquillo sin soltar su mano, acaricie sus nudillos, no me había dado cuenta de que sus manos literalmente eran puro hueso.

Libro 2. Sexo, Sudor & Lagrimas (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora