— ¡Es maravilloso! —Exclamé impactada con lo que Christopher había hecho.Habíamos viajado poco más de dos horas hasta llegar a Orcas Island para adentrarnos al bosque y toparnos con menuda sorpresa.
Puede que acampar sea una actividad gratificante para muchas personas o sin mucha relevancia para otras; nunca había acampado, solo había escuchado de ello en películas porque en la escuela nunca tuve la oportunidad de hacerlo.
Pero ¿Acampar siempre había sido tan ostentoso?
Donde acamparíamos era una especie de planicie con árboles alrededor; justo allí descansaba una casa de campaña bastante grande y lujosa, parecía una cabaña construida de lona blanca.
En la parte exterior de la casa había dos pilas de madera y varios barriles.
Estaba casi anocheciendo por lo que la estructura era iluminada por algunas lámparas de papel color blanco.
— ¿Cómo pudiste hacer esto? Es muy hermoso. —Dentro de la carpa había una cama que reposaba encima de una enorme alfombra que ocupaba todo el diámetro, había una nevera de playa grande y una mesa con varios cubreplatos.
También una caja de madera cerrada con un candado.
—Puedo hacer algunas cosas. —Respondió detrás de mí. Me tomó por la espalda hundiendo su nariz en mi cuello, aspirando.
—Y todas maravillosas. De eso no hay duda. —Me extrañaba la ropa que su secretaria me había enviado porque creía que su idea de una primera cita sería diferente, así que ver unos jeans y un sweater manga larga se me hizo raro. Christopher se lo había callado todo para sorprenderme.
¡Vaya que lo había logrado!
—Nuestra primera cita debe ser algo que nunca olvides. Tiene que quedarse grabada a fuego en esa cabecita tuya. —Sonreí.
—No olvidaría ningún momento que pase contigo. Tú haces que todo sea más dulce. —Respondí.
—Seguramente ¿Vino?
— ¿En medio del bosque? —Pregunté asombrada. La magnificencia perseguía a Hunter. Donde sea que estuviese había cosas caras rodeándolo pero eso no desviaba la atención de él, que era realmente valioso e interesante.
—Si lo pides te lo daré, así sea en medio de la nada. —Menos hablarme sin tantos rodeos. Habíamos avanzado un poco pero quería más; quería conocerlo y darle solidez a lo que sentía por él.
Se despegó de mí y abrió la caja de madera para sacar dos mantas y un mechero.
—Ven conmigo. Encendamos la fogata. —Christopher se encontraba más callado que de costumbre. Siempre estaba indagando y averiguando algo de mí, en ese momento el silencio había ganado.
Salí tras él. Lo observé hacer una pequeña fogata y tirar mantas a una distancia correcta para que no quedásemos rostizados por la intensidad del calor de la hoguera.
Me senté a esperarlo cuando volvió a la casa de campaña y salió con una botella de vino tinto y dos copas.
— Si es así, creo que quiero acampar todos los días. —Dije con la intención de romper el silencio incomodo que más que relajarme, me hizo sentir distanciada de él.
— ¿Nunca habías acampado? —El tono quebrado de su voz me alertó. Ese no era el Hunter entusiasta de siempre.
Negué con la cabeza. Se sentó frente a mí y abrió la botella de vino.
—Este silencio me está comenzando a hartar ¿Qué pasa contigo? —Exploté. Me miró con una expresión divertida.
—Parece que a las hetairas también les enseñan a leer la mente. —Dijo entre risas, la cara de póquer se había desvanecido convirtiéndolo en un hunter más despreocupado.
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La Desnudez de Hunter (Hunter's Trilogy 2).
ChickLitChristopher Hunter y Fryne Megalos sentían una atracción abrazadora que los dominaba en muchos sentidos, haciéndolos tambalear, pero también los llevaba a cometer muchos errores. Ella era una mujer hermosa, de un temperamento fuerte y una voluntad s...