Pov: Escritora
-¡Eres un estúpido! ¿¡Cómo se te ocurre?! El jefe estará furioso ¿¡Sabes lo que te va a hacer cuando se entere?!- Exclamó Isadora aventando lo que había en aquella mesa metálica que se encontraba delante de ella, mientras se ponía de pie.
-¡No me importa! ¡Que me torture de la manera que deseé pero yo no me arrepiento de nada!- Gritó Boruto furiosamente. Él no temía nada o a nadie, él sabía que si sus palabras podían salvar a Sarada, todo valía la pena, no importase que ella ya hubiera avanzado en su vida.
-Chico, mira, sabemos que tú y esa chica... bueno, tú sabrás, pero eso ¡no es excusa para echar nuestros planes a la basura!- Le gritó el hombre al lado de Isadora, el cual vestía con una túnica idéntica a la de Boruto, negra hasta el suelo. Cuando se abrió la puerta principal y entró un hombre alto, al cual apenas se le veían los ojos y emanaba una atmósfera puramente terrorífica.
-¿Qué demonios está pasando aquí?- Preguntó el hombre, su voz era grave y áspera. Él inspeccionó el cuarto que tenía delante de él y lo miró con disgusto. Finalmente volteó a ver a las personas delante de él.
-Jefe...- Dijeron los tres al mismo tiempo.
En Konoha Sarada había informado al Hokage de la situación actual, y eso es todo lo que ella alcanza a recordar, después de aquella pequeña plática con éste último mencionado, ella había sido internada en el hospital. Shikadai se encontraba al lado de aquella camilla en donde Sarada se había encontrado en tantas ocasiones en esos últimos meses. Ella permanecía con los ojos cerrado, Shikadai observaba que se veía como se vería si estuviera dormida, exceptuando los tubos y sueros. Él temía hablar, pensaba que si decía algo le afectaría de alguna forma, también temía que si le hablaba él no podría hacerlo de la manera que él pensaba correcta, sin lágrimas.
-Sarada, perdóname, esto fue mi culpa. Yo debí estar ahí, yo debí apoyarte, yo...-Shikadai permitió que aquellas lágrimas que tanto habían luchado por salir lo hicieran. Tocaron la puerta, y él se limpió un poco la cara.- Adelante.- La puerta se abrió y él vio a Sakura. Ella traía una carpeta, cosa que lo llenaba de ambas, curiosidad y ansiedad. Él se levantó, esperando que fueran noticias de algún tipo.
-Hola, solo vengo a traer los resultados de Sarada. Creo que querrás sentarte para esto.- Dijo Sakura al entrar a la habitación.
-Dios, este... ¿cómo salió?- Preguntó él, mientras se sentaba.
-Si Sarada hubiera hablado antes, esto no hubiera pasado. Sarada, tiene menos de la mitad de probabilidades de despertar... solo el tiempo dirá cuándo despertará, es poco probable que vuelva a caminar, y está casi asegurado que no volverá a usar el Sharingan si despierta.- Dijo Sakura, dándole a Shikadai la carpeta que había venido cargando, confirmando lo que ya había dicho.
Sarada estaba corriendo, alguien la estaba persiguiendo, Sarada no se podía permitir mirar atrás, por lo que pudo observar, Konoha estaba hecha trizas, destruida hasta los cimientos. Las cosas estaban quemadas, o todavía tenía humo. Sarada sabía que era una de las pocas sobrevivientes, cuando cayó al suelo.
Sarada gritó agudamente, ella no sentía las piernas, no las podía mover.
-Muévanse, ¡Muévanse maldita sea!- Exclamó ella mientras les pegaba, pero ninguna de sus piernas respondió. Debía afrontarlo y seguir, era vida o muerte. Sarada se empezó a mover con los brazos, arrastrándose por el piso. Cuando sintió un fuerte dolor en el pecho, justo a la altura del corazón. Sarada no pudo con los brazos y cayó desplomada al piso. Sarada sintió que le faltaba el aire. De repente una persona se le unió, la cargó y la puso en sus piernas.
-Boruto...-Dijo Sarada al verlo de cerca.
-Shh... Ya viene ayuda, ¿Okay? tu tranquila. Te voy a sacar de esta.- le aseguró el.
-Yo... solo tengo algo que decirte....-Sarada respiró con dificultad.- te amo... Uzumaki Boruto... fuiste y siempre serás el gran amor de mi vida... aunque yo no esté aquí, siempre que mires arriba... allí estaré yo... todo mi clan te dará su protección... yo me encargo de eso....- Dijo Sarada, con lágrimas derramándose por la mejilla. Lo único que Sarada podía sentir es temor. Esa sensación que da cuando no puedes hacer nada más por ti misma y sólo puedes sentir que dejaste de ser útil, que sólo puedes esperar a que el tiempo pase.
-Yo también te amo Sarada. Te amé todos lo días que estuve alejado de ti y te extrañe tanto... no te imaginas, seremos tan felices tu y yo... lo prometo. Y tu clan no me dará ninguna protección, porque tú no te vas a ir y no me vas a dejar.- Dijo Boruto, una lágrima salió de sus ojos, y luego otra, silenciosamente comenzó a sollozar. Ahí estaba otra vez, impotencia.
-Boruto no llores...- Dijo Sarada poniendo una mano en su mejilla limpiando sus lágrimas.- Lo que importa ahora es que éstas bien, que estas vivo, te diré... te diré algo, cuando yo muera... yo seré tu ángel guardián... te cuidare tal como lo hice cuando éramos el equipo 7. Te amaré en vida y muerte Boruto. Nuestro amor....-Sarada tosió, tosió sangre. Su mano cayó del cachete de Boruto.
-¿Sarada? ¿¡Sarada?! ¡No! ¡Ayuda! ¡Por favor! ¿¡Alguien!?- Boruto gritó desesperado, ella lo escuchó gritar, pero eso fue todo, el mundo se volvió oscuro y Sarada no vio nada más, solo escuchaba, era la voz de su madre.
- Sarada... probabilidades de despertar... caminar...Sharingan... despierta.- Sarada no sabía qué significaban esas palabras. ¿Qué estaba pasando? ¿Ella estaba inconsciente? ¿Todo lo que había pasado con Boruto había sido un sueño?
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Te Pusiste En Mi Camino
FanficEsta es la historia del equipo siete Boruto, Sarada y Mitsuki. Ellos han sido amigos desde siempre. Dicen que hay un felices para siempre. ¿Pero qué pasaría si les dijera que sus segundos están contados? 7/01/2020- 29/07/2020 Editada: 2022