8.

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Desperté temprano como siempre mirando alrededor algo confundido, aún faltaba un mes para iniciar las clases, pero el entrenamiento era en una semana, me lavé la boca y rostro en el baño el cual agradecía fuera sólo para mi, ya que sería un problema encontrarme con alguno de los chicos, todos eran alfas y aunque hubiera una amistad nada aseguraba que no corría riesgo, entre a la ducha y como no tenía planeado salir me puse un jogger blanco y playera deportiva roja, bajé a desayunar algo pero al llegar vi en el sofá a Oikawa, que maravillosa forma de empezar el día.

- Buenos días - saludé sin detenerme a verlo entrando a la cocina.
- Buenos días - respondió mirando a la nada.

No hubo más palabras, empecé a cocinar y noté que se estaba quedando dormido en el sofá, su rostro demostraba mucho cansancio acumulado, pero no quería acercarme, no puedo hacerlo porque no es seguro.

Desayuné en la barra de la cocina y lavé los trastes que ensucie para poder irme a mi habitación, pero noté que se quedó dormido en el sofá, rodé mis ojos molesto y a pesar de que realmente no debía hacerlo tomé una manta y lo arropé, paré unos segundos a verlo sintiendo un vacío en mi pecho al notarlo tan cansado, no parecía algo reciente, sino algo que sufría desde hace mucho.

Me regañé mentalmente y fui a la cocina a preparar algo ligero dejándolo sobre la mesa a un lado del sofá, pero me negaba a despertarlo yo, subí a mi habitación después de eso y me puse a estudiar para distraerme.

Me sumergí tanto que no escuché que tocaban la puerta, me levanté a abrir y era Bokuto.

- Buenos días - saludó adormilado.
- Buenos días - sonreí.
- Quiero pasar - pidió y abrí la puerta, el se tiró sobre mi cama acurrucandose entre mis almohadas - entonces arropaste a Oikawa - habló sin abrir sus ojos.
- Se iba a resfriar si lo dejaba así - desvié la vista.
- Y ahí el problema, ¿seguro que lo odias? Siento que es lo contrario - me miró sin moverse.
- Nunca he tenido nada en claro con el, no se que sentir o como comportarme, ni siquiera se si soy yo el que lo quiere o es el animal dentro, pero no puedo acercarme.
- ¿Por qué? ¿Te hará daño?.
- Eso es lo que me asusta - susurré.
- Papá siempre va a protegerte - sonrió - ven aquí.

Sonreí y me lancé a la cama donde el me abrazó, era como el hermano mayor que nunca tuve, se sentía tan bien cuando podía dejarle mis preocupaciones a alguien y el las entendía sin siquiera yo decirle.

- Bro - abrió la puerta Kuroo - oh... perdón por interrumpir - iba a cerrar la puerta.
- ¿Interrumpir qué? - levantó una ceja.
- No, nada - entró cerrando la puerta y se sentó en la orilla - tengo hambre y te toca cocinar - le dijo.
- No quiero comer quemado hoy, prefiero comer crudo - se quejó.
- Yo ya cociné ayer.
- A mi me gusta cocinar - ambos me miraron como un milagro - Pero tendrán que pagarme de alguna forma.
- ¿Qué quieres? - me miró Kuroo analizandome.
- Postres - sonreí.
- Uno al día - levantó su dedo.
- Cinco - lo miré a los ojos negociando.
- Dos - me miró acusatorio pero me crucé de brazos - bueno tres, no más.
- Hecho, pero aportarán dinero para los ingredientes - sonreí tomando su mano.
- No debí enseñarte a negociar cuando estábamos en el campamento.
- Igual iba a aprender - sonreí.
- Entonces vayamos a desayunar - se sentó Bokuto llevandome con el pues aún me abrazaba.
- Bien - me reí.

¿Sólo sexo? (Oihina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora