18.

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- Ya casi - susurró echando su cabeza hacia atrás - sigue saltando.
- Tienes que avisarme, no hay condón ¿entendiste? - el mordió su labio asintiendo con la cabeza.

Me sonrojé más por inclinarme sobre el y empezar a mover mi cadera únicamente, el gruñó apretando mi trasero manteniendo sus ojos cerrados.

- Lo estas haciendo conmigo justo ahora - paré de moverme y el me miró - no cierres tus ojos y ponme atención.
- Tu... - suspiró - no puedo durar tanto si te veo, eres muy erótico al hacerlo y me excita más.
- ¿Y no es mejor? - desvié la mirada apenado por lo que dijo.
- Tienes razón, es mejor - empezó a empujar el desde abajo, mordí mi labio aguantando mis gemidos pero era inevitable que salieran, abrí mi boca recuperando aire y soltando todos esos sonidos lascivos y vergonzosos - eso está mucho mejor.
- Oikawa - gemí al sentir un orgasmo y su semen dentro.
- Lo haces mejor cada vez - dijo jadeando.
- Te dije que no había condón - me dejé caer en su pecho.
- Me haré responsable de todo - me abrazó y sonreí.
- Tonto - cerré mis ojos feliz.
- ¿Vas a odiarme ahora? - preguntó en voz baja pero aún algo agitado.
- Depende - acaricíe su brazo - ¿vas a dejarme de nuevo?.
- No - tomó mi mano - nunca mas, seré egoísta y estúpido en esta ocasión.
- ¿A qué te refieres?.
- Hace dos años, iba a presentarte a mis padres, pero papá se opuso y bueno... amenazó con desheredarme y dejar el voleibol.
- Qué estupidez.
- ¿Te digo algo más estúpido entonces? Lo iba a dejar - lo miré sorprendido - sentía que valía la pena estar contigo, pero al ver que no me importó intentó amenzarme de nuevo, con perjudicarte a ti, no podía detener nada que el hiciera, mamá me apoyó pero ni siquiera con eso el cambio de opinión y tuve que desaparecer, me mando a estudiar a Tokio y un año después el falleció.
- Lamentó eso - me sorprendí nuevamente.
- Nunca llegué a quererlo, pero estoy agradecido por muchas cosas - sonrió acariciando mi mejilla - como ya no está, puedo estar a tu lado.
- Perdón - bajé la vista - no pensé en ti o tus razones, no me di cuenta de nada lo siento - me sentí culpable.
- Yo tampoco me acercaría al pendejo que estuvo conmigo y desapareció - me abrazó nuevamente - dame otra oportunidad por favor.
- Claro que si - lo abracé.

Nos quedamos callados un largo rato hasta que me dió sueño, no me di cuenta de cuando me quedé dormido pero al despertar estaba en sus brazos y la luz me molestaba entrando por la ventana, desperté viendo las 7 de la mañana faltaban dos horas para iniciar clases, me levanté con cuidado de no despertarlo y tomé una ducha para relajarme, al tocar el agua de la tina estaba helada, vi bolsas de hielo detrás de la puerta pero decidí ignorarlo, me vestí con algo sencillo y salí ya cambiado, lo vi dormir dándome la espalda, la cual noté bastante arañada, me sonrojé y me senté a su lado, pensar que estaría con el de nuevo, sabía que siempre quise volver, pero me aferraba a superarlo, el tuvo sus razones ahora después de dos años podíamos estar juntos, sonreí complacido y acaricíe su cabello, el tomó mi mano entre las suyas acercandolas a su rostro, me enternecí por el gesto sonrojandome cuando besó mi mano mirándome adormilado.

- Buenos días.
- Buenos días - respondió sonriendo.
- Iré a hacer el desayuno, después vas a explicarme por qué hay hielo en mi tina - sonreí.
- Es una larga historia - se rió sentándose.
- Estaré abajo - me levanté pero tiró de mi sentándome en sus piernas abrazándome.
- Quédate un poco más a darme los buenos días - susurró restregando su rostro en mi hombro, me giré sobre el y lo abracé igualmente.
- Ya es hora de alistarte, no seas flojo - le dije y se quejó.
- No eres bueno animandome por la mañana - me agitó sumergiendo su rostro en mi cuello.

Lo dejé hacer berrinches un rato y me reí ligeramente, el me miraba haciendo un mohin molesto, acaricíe su mejilla y uní nuestras frentes relajándome al tenerlo conmigo, al abrir mis ojos los suyos brillaban demasiado con amor, sonreí y besé su mejilla lentamente.

- Ya espabila - el se sonrojó dándose cuenta que había estado embobado, me reí levemente y lo besé, se quedó en shock unos segundos pero correspondió en cuanto reaccionó, sumergí mis dedos en su cabello y acaricíe su mano dirigiéndola a mi trasero, el lo apretó recostándonos ambos en la cama y sentí el bulto en mi trasero - ¿quieres hacerlo? voy a animarte mucho - sonreí mirándolo a los ojos, el se iba a acomodar pero lo detuve - y como soy muy malo animandote, si te va bien hoy en todo vamos a poder hacerlo en la noche - me levanté - eso incluye llegar a tiempo a clases, adiós.

Cerré la puerta escuchandolo quejarse dentro del cuarto, sonreí feliz y abajo ya estaba Bokuto, al verme me abrazó dándome vueltas muy feliz.

- Buenos días - me reí.
- Buenos días, creí que ibas a morir - me bajo sonriendo.
- Perdón por preocuparte.
- Lo compensaras con un rico desayuno - dijo y rodé los ojos yendo a la cocina - pensé que te iba a doler levantarte, traje parches tibios y medicina para el dolor, incluso pastillas anticonceptivas y todo lo que pude encontrar - mostró una bolsa que tomé rápidamente.
- ¿Quien dijo que no duele? - saqué un parche pegándolo en mi cadera, al sentir la calidez me relajé demasiado.
- Toma - se rió dándome un vaso de agua para tomar las pastillas.
- Gracias - lo miré aliviado.
- Buenos días - dijo Oikawa llegando.
- Atrápalo - le lanzó una bolsa Bokuto apenas la atrapó por venir medio dormido pero al buscar dentro sonrió y sacó una bolsa helada poniendosela en la espalda, me sonrojé cuando lo vi suspirar, supongo que los aruñones le dolían.
- ¿La pasaron bien? - Oikawa se sentó en la barra levantando un pulgar relajándose con la compresa helada.
- Supongo que las cosas están mejor entonces - sonrió mandando un mensaje, escuché que abrieron la puerta y entraron Kuroo y Tsukishima en pijama con cobijas.
- ¿Durmieron en el porche? - me sorprendí.
- Si los dejaba entrar a la casa se iban a querer entrometer, así que cuide la puerta toda la noche - dijo orgulloso.
- Me duele el cuello - se quejó Kuroo.
- Tal vez por moverte toda la noche pateandome quise ahorcarte - lo miro molesto Tsukishima.
- Que cruel - se indignó Kuroo.

Empecé a hacer el desayuno en lo que esos dos iban a alistarse para clases, al terminar los esperamos un poco y empezamos a comer cuando llegaron, supongo que todo iba a estar más tranquilo ahora.

¿Sólo sexo? (Oihina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora