Capitulo 8: Mil preguntas, una sola respuesta

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Todo era distinto ahora entre el y yo. Ya no buscaba llevarle la contraria, ya no hacía preguntas..., solo quería que el tiempo pasara rápido y terminar de una vez con aquella absurda y extraña relación donde todavía no tenía idea qué pintaba yo en la vida de Nathaniel Archer. Lo más incómodo era las mañanas en el desayuno tener que soportarlo. Ya quería regresar a Inglaterra y al menos tener un poco más de espacio en aquella inmensa casa. No había tocado el desayuno y con seriedad él me preguntó.

— ¿No piensas comer?

— Resulta que verte me quita el apetito.

— Resulta que si no coges el jodido tenedor y te pones a comer verme te va a quitar mas que te el apetito.

Agarre el tenedor y sarcástica respondí

— Ay perdón se me olvidó con quien estoy.

Entonces él fue quien terminó soltando el tenedor y en su rostro se notaba el hastío que tenía conmigo.

— ¿Sabes que? Un día de estos se te va a quitar las ganas de responder a todo. Dicen que el pez muere por la boca y tu ya estás desahuciada.

Solo por darme el gusto de joderle la existencia encogí los hombros.

— Que suerte que yo no soy un pez.

Harto de mis insolencias, se levantó de la silla y agarrándome por un mechón de cabello me hizo levantarme también de la mía. Esos jodidos azules cuando se oscurecían, prometían un reto entre los dos.

— Ya me tienes harto con tus malditas insolencias. Te juro que vuelves a hablar y esta vez sí voy a cumplir mi promesa y haré que te arrepientas.

— No me digas..., ¿tú solito? ¿Me me vas hacer? ¿Ahorcarme? ¿Azotarme? Ya eso es cuento viejo

Es que no podía quedarme callada, lo detestaba y más aún cuando quería dárselas de muy letal; aunque aquella mañana la que salió perdiendo fui yo.

— Quítate la ropa

— No

— Dije..., quítate la ropa

Mi sarcasmo se había ido por un tubo. El miedo había regresado y aún más cuando no sabía qué esperar de Nathaniel. Tragué saliva y desnudándome ante el baje la mirada.

— ¿Qué pretendes hacer?

— Vamos a ver si el dolor, te aplaca un poco.

¿Dolor? ¿Que coño hablaba este tipo? Pensé que solo me insultaría o me diría lo pésima mujer que soy pero no; tenía algo más en mente y yo no lograba descifrar que era. Agarrandome del brazo me llevó hasta mi habitación y tirándome con brusquedad a la cama me ordenó que no me moviera. Estaba inmóvil pero no porque él lo ordenara, estaba inmóvil del miedo. Agarró uno de sus cinturones de piel y de una Pequeña caja negra aterciopelada sacó dos esposas. Dejándolas a un lado por un momento me ordenó que me arrodillara en la cama dándole la espalda.

— ¿Que vas hacer?

— Enseñarte lo que es respeto

— Eres una idiota traumado, es lo que eres.

— Bien, entonces seremos dos traumados luego de lo que te espera.

Con toda su fuerza azotó el cinturón de piel sobre mi espada haciendo que el dolor me arrebasara completamente.

— Cuenta

— Matame a golpes, pero no lo haré.

— Bien...

Antes de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora