Días después
Había pasado los peores días de mi vida. Estaba sola y cada pared de aquella cabaña que Nathaniel me había regalado me lo recordaba. No podía dormir, no podía comer, no podía respirar sin que me doliera hacerlo. No sabía nada de él y eso me mataba por dentro. Había cambiado su número de móvil y en su empresa me habían negado la entrada. Era hora de ajustar cuentas con ese infeliz, harta de que siguiera jodiendome la vida, fui a buscarle y al verme en su puerta se sonrió sintiéndose victorioso.
— Ves..., te dije que tarde o temprano vendrías a mi.
Lo golpeé en la cara deseando no solo golpearle, sino hacerlo hasta dejarlo sin aire.
— Te juro que voy a hacerte pagar lo que me has hecho. No tienes ni idea de cuánto te odio. Por tu culpa, por tus mentiras Nathaniel me ha dejado y no tienes idea cómo te haré pagar eso.
Riendo respondió
— ¿Yo menti? Ese era tu plan, enamorarlo. Solo que no contabas con salir tu enredada en ese plan también. Te desarmé con tu propia verdad. ¿Creíste que me dejarías y me cambiarías así de fácil? No Catalaia, así no funciona. Además, a mi no me reclames, fue Nathaniel quien no creyó en ti ni en tu supuesto amor. Ahora tienes dos opciones, o estar sola y jodida con ese bebé o regresar conmigo.
Volví a abofetearlo y esta vez con más fuerza.
— Prefiero venderme y mantener a mi hija que volver contigo loco infeliz.
Salí desesperada y desconsolada de la casa de Emer y lo único que quería era que dios me concediera la oportunidad de hablar con Nathaniel. Marcarle era inútil, buscarlo también lo era. En su empresa no me dejaban verlo y moría por una sola oportunidad. No estaba acostumbrada a recibir un no por respuesta, aquel día estaba decidida a que me escuchara fuera como fuera. Llegué a su empresa y en aquella ocasión hice un escándalo harta de que siempre ante los problemas prefiriera esconderse. Al final, terminó aceptando que entrara solo para hacerme sentir aún peor.
— ¿No tienes amor propio? Te he dicho que no quiero verte, que no quiero que ver nada contigo. Lárgate. Déjame en paz.
Tragué saliva asintiendo con la cabeza
— Si me iré, pero esta vez me vas a escuchar tú a mi. Es cierto, quería enamorarte, fingir amor para que mis días encerrara fueran menos duros. Pero esa trampa terminó siendo mía. Porque me enamore como imbécil de ti. Fuiste mi primer hombre, él único que logró que le perdiera el miedo al sexo. Por ese mismo amor que te tengo, soporte tus bipolaridades, aún así estuve ahí. Cuando me permitiste ser libre, pude haberme ido y no lo hice imbécil, porque te amo. Porque no me importaba ya si estaba encerrada o no si era junto a ti. Estoy cargando una hija tuya en mi vientre y esa era la mayor felicidad que tenía en el mundo y tu..., tu la mandaste a la mierda. Me duele, duele que hayas creído primero en un ex mío que en mi. No tengo forma de ya de demostrarte que te amo, que no hay nada en el mundo que me importe más que estar contigo.
El me miró queriendo creerme pero su inseguridad era más fuerte que sus deseos de creer. Se acercó a mí y tocando mis mejillas apretó los dientes respondiendo con dolor en su mirada.
— Te amo..., pero ya no confío en ti. Aunque quiera, no puedo. Quizá las cosas ocurran por algo. No eres tú la del problema, fui yo quien te hizo hacer todo esto. No debí comprarte como lo hice, me encantabas, pero era obvio que de otra manera no te hubieras enamorado de mi.
— Nathaniel por favor...
— Déjame terminar. Y tienes razón al decir que soy un inseguro. Lo soy, y no es para ti. Puedes comenzar nuevamente— Con los ojos llenos de lágrimas añadió — Con alguien que esté a tu altura.
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Antes de tí
Roman d'amourCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...