Con el paso de los días mis síntomas se agudizaban y también los antojos. Eso sin contar con el encierro que me estaba matando. Aunque no solo los antojos y las náuseas se habían agudizado; ahora andaba caliente casi todo el tiempo. Nada más de ver a Nathaniel bañarse, ya quería tenerlo entre mis piernas. No había forma de que el me tocara, según él, podría dañar al bebé. Era la cosa más absurda que había escuchado.
— Nat...
— ¿Que? —Respondió sabiendo por donde iba mi conversación
— Quiero algo...
— Duérmete, Catalaia
Sonriendo, me quite las bragas y quedando desnuda en la cama, ya me veía sobre el pidiendo como si fuera una ninfómana que me follara. Me acerque a él y enredando mis piernas entre las suyas susurre.
— Quiero follar
— Y yo quiero dormir
— Llevas más de una semana que no me tocas, comienzo a creer que no te gusto ya tanto como antes.
Encendiendo la luz de su mesa de noche se sentó y mirándome con hastío respondió.
— Resulta que es la primera vez que embarazo a alguien, no quiero que nada malo le pase a ese bebé. Y yo follando, no soy muy sutil que digamos. Ahora, bajale a las hormonas y duérmete.
— Pero..., pero..., ¿me vas a tener así hasta que nazca nuestro blip?
— ¿Blip? ¿Que rayos?
— Como no se si es niña o niño, mientras sabemos..., le he puesto blip.
— Tu y tus ocurrencias.
Me subí sobre él y decidida a follar bese sus labios buscando calentarlo.
— ¿Tendré que irme a dormir a la sala de estar?
— ¿Sabes que es de mal gusto no complacer a una mujer embarazada? Quiero que me hagas el amor y tu prefieres dormir.
Nathaniel cerró los ojos buscando un poco de paciencia. No estaba acostumbrado a que una mujer quisiera estar con el, que lo deseara como yo lo deseaba. Pero la verdad era que es mucho más fuerte que yo cuando de abstinencia se trataba. Podía entender su miedo más sin embargo era difícil para mi poder soportarlo.
— No me harás daño, iremos despacito.
— Yo no puedo ir "despacito" ahora deja de dar lata por favor.
— ¡Joder!
Salí de la habitación enojada, frustrada y caliente con ganas de coger. Las hormonas me tenía vuelta un lío y ni yo misma me soportaba. Abrí el refrigerador buscando algo para calmar mis antojos y agarrando un frasco de pepinillos comencé a comerlos mojandolos en mostaza. Odio los pepinillos, odio la mostaza pero parece a mi blip le encantaban. Nathaniel bajo a la cocina, al entrar y verme comiendo se quedó algo atónito.
— ¿Qué rayos estás comiendo?
— Tendré que decirle a Jade que me consiga un consolador, ya que tu ni caso me haces.
— Joder, ¿vas a seguir con lo mismo?
— ¿Es porque ya me veo gorda verdad?
Poniendo los ojos en blanco se cubrió el rostro.
— Tienes dos meses, no se nota aun el embarazo Catalaia. Ya deja de comer esas asquerosidades, mañana tienes cita a primera hora con el obstetra y ya es de madrugada.
Me tenía que conformar con eso, con que me cuidara tanto que llegar a ser sofocante. Por aquella noche tuve que resignarme a dormir en sus brazos toda la noche. Aunque me había quedado con las ganas, algo me había derretido de su abstinencia, estaba cuidando a nuestro blip. A la mañana siguiente en vez de que me despertaran sus besos, lo hizo un escándalo proveniente de la sala de estar. Agarre mi albornoz y bajando rápidamente a ver qué ocurría me encontré a Nathaniel y a Margaret discutiendo.
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Antes de tí
RomanceCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...