Pasando los días, Nathaniel se le hacía un poco difícil la idea de que tendríamos un hijo. La verdad es que a mi tambien se me hacía algo difícil dado el hecho de que apenas nos conocíamos. Pero la parte difícil la habíamos superado, Nathaniel había aceptado que era su bebé pero eso tenía una consecuencia, un odio intenso hacia Odette. Tanto así, que solo quería ir y matarla con sus propias manos por haberle mentido por años. Aunque había aceptado que estaba embarazada, aún no lo hacía del todo. En su rostro se podía ver el miedo, la ansiedad y desesperación. Apenas me hablaba y cuando lo hacía era monosílabo.
— Comienzas a hacerme sentir que este bebé y yo te estorbamos.
Termino de cortar su carne en el plato y dejándolo por un momento me miró torciendo el gesto.
— Dime algo, ¿te has puesto a pensar el peligro que ese bebé representa? Vives en una jodida novela romántica.
Negué con la cabeza
— No veo ningún peligro.
— En cuanto Odette se entere, hará lo que sea por desaparecerlos a los dos.
Tragando saliva respondí
— Haré lo que sea necesario para que eso no ocurra. No saldré si es necesario, no tiene porque enterarse.
— ¿Sabes quien es ella no? ¿Tienes idea? Al parecer no, pues yo te lo iré aclarando. Es una puta delincuente, narcotraficante y traficante de esclavas sexuales. Hay una diferencia muy grande entre nosotros dos, ella puede corromper el sistema si quiere, puede acercarse a ti aun tú teniendo miles de guardaespaldas. Catalaia, solo tengo millones, no soy Dios que todo lo puede. Ese niño solo ha venido a complicarlo todo.
Harta de escuchar lo mismo, golpeé la mesa y levantándome de la misma respondí.
— Si tú no quieres este bebé, es muy tu problema. Pero no voy a permitir que vuelvas a decir que es un error porque no lo es. Si el es un error para ti entonces yo también lo soy.
Al parecer el tema del embarazo era algo que podía desatar algo infernal entre Odette y Nathaniel. No tenía miedo de mi, tenía miedo de que a este bebé le pasara algo. Desde el momento en que me enteré que él crecía dentro de mí, lo único que me importaba era que él estuviera a salvo. Margaret puso los ojos en blanco y mirándonos con hastío comentó.
— En vez de andar peleándose buscando culpables o que es o no un error, es mejor buscar la forma de mantener a Catalaia y al bebé a salvo.
— ¿Podría saber porque Odette quería eliminar a mi hijo? Se que es una loca, y demás pero..., no tiene sentido que gaste energías en mi cuando tiene todo una red poderosa de mafia. No comprendo.
Margaret me miró y luego miró a Nathaniel y estaba segura que algo me ocultaban. Margaret no era de ocultar mucho los secretos y tomando un sorbo a su copa de vino respondió.
— Todo se reduce a dinero. Esa mujer supo cómo en su momento, manipular a Nathaniel para que no solo fuese su juguete por años, hizo que hiciera un testamento cediéndole todos sus bienes y propiedades a ella como heredera universal. Para ella, Nathaniel es solo un seguro de vida.
Mire a Nathaniel y preguntándome cómo pudo ser tan gilipollas para firmar algo así argumente.
— Pero eso puede anularse, ósea..., un testamento puede ser modificado en vida. No tiene sentido.
Nathaniel con enojo en su voz contradijo
— Hay una cláusula en ese testamento que prohíbe hacer cambio sobre el heredero a menos que pasen dos cosas: Que yo muera o que tenga un hijo biológico y este se convierta en el heredero suplantando a Odette.
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Antes de tí
RomanceCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...