Desde aquella mañana habían pasado dos días y no había visto a Nathaniel. No sabía si me evitaba o en efecto no estaba en la casa; su hermana tampoco quería hablar mucho sobre el tema y es que había algo escondido que ella sabía y por alguna razón extraña no me decía. Estaba sentada en una de las tumbonas de la alberca y Margaret apareció con dos refrescos.
— Uno para mi y otro para ti. Vengo a hacerte compañía. — Mirando la perrita preguntó. — ¿Como le has llamado?
— Kira, siempre me ha gustado ese nombre. ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Dime
— ¿Dónde está tu hermano?
Mirándome algo indignada encogió los hombros.
— No lo sé, dímelo tú.
— ¿Yo?
— Hace dos días que no llega a la casa. Solo se que está bien porque le he mandado un mensaje. Pero cuando hace eso de desaparecer es porque han pasado dos cosas; se ha enojado tanto como necesitar estar solo porque es capaz de matar al que lo hizo enojar o lo han herido profundamente. Y prefiero que sea la primera porque de ser la segunda es mucho más difícil sacarlo de ahí. Ahora..., ¿Podrías decirme qué ha pasado esa mañana en la que se quedaron a solas?
Apreté los dientes y bajando la mirada respondí.
— Pues, me obligó a quitarme la ropa y quedar desnuda frente a él. Me tocó y odié que lo hiciera. Entonces le dije que me daba asco, que así era como único podía tener una mujer, a la fuerza y comparándola. Solo le dije la verdad.
Margaret se quedó callada pero con el suspiro enfurecido que había soltado me había dejando aún más espantada.
— ¿Pasa algo?
— Si quieres insultarlo hazlo con cualquier cosa pero no le vuelvas a decir que te da asco. Primero porque dudo mucho que así sea, y segundo es una de las pocas cosas que a él lo pueden llegar a herir.
— Creo que no hay nada en este mundo que pueda herir a Nathaniel. No he conocido persona más fría e insensible que el.
— Y tú la persona más altanera y grosera que he conocido y aún así no te lo ando diciendo todo el tiempo. Si quieres sobrevivir aquí, debes poner algo de tu parte, Catalaia.
Mire hacia el bosque y desganada respondí.
— Estás de parte de Nathaniel y lo entiendo, es tu hermano. Pero no tienes idea que es salir de un infierno para entrar en otro. No has sido tú la que ha sido vendida como un mueble, cualquier mujer en mi lugar estaría loca por irse de aquí, buscaría la forma de no escaparse. Tu hermano me ha terminado de joder la vida, no soy dueña de mis actos bajo esta casa.
Tomando un sorbo de su refresco preguntó con cierta inquietud.
— Eso que has dicho..., de que te ha tocado. ¿Es cierto?
— Me tocó los senos de una manera..., brusca y al mismo tiempo con cierta lujuria. Mira te voy a ser sincera, es la primera vez que un hombre me toca y jamás pensé que fuese de esta manera.
Margaret se quedó como si estuviera por instantes en otro planeta. Lo que le había dicho de algún modo la había dejado en trance. Pestañeó un par de veces y algo aún consternada comentó.
— Es..., es imposible.
— ¿Que es imposible?
— Que te haya tocado
— Pues lo hizo, de manera extraña pero lo ha hecho.
— Nathaniel y el sexo no se llevan, de hecho lo detesta.
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Antes de tí
RomansaCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...