Capitulo 3: Un sadico de apellido Archer

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La había liado y en grande. Todos se quedaron petrificados y yo solo quería que aquella noche acabara. Subí rápidamente a mi habitación y vi todas mis cosas en maletas. Era verdad, no era un puto sueño. Nada de esto era ficticio, era real y me aterraba la idea de irme con un total de extraño. Ya llorar o pelear no me serviría de nada. Ahora tenía que enfrentarme contra alguien que no conocía y lo bueno de todo esto, ese hombre no sería Bruce. Haría lo que fuese posible porque ese hombre que me había comprado se arrepintiera de haberlo hecho.

— ¿Estas bien? Has dejado un desastre allá bajo. — Comentó mi nana entrando a mi habitación.

— Supongo que si, estoy bien.

— No sabes lo que daría por hacer que todo esto no fuese cierto cariño.

— No te preocupes por mi. Estaré bien, haré lo que sea para estarlo.

Mirando tras la ventana apreté los dientes tragándome la lluvia de lágrimas que tenía por dentro. Tenía que pasar al siguiente nivel; conocer a mi comprador y hacer de su vida un infierno. Esos eran mis planes y tenía claro que no sería nada fácil, pero al menos haría el intento. No solo mi apellido era una maldición, verme al espejo y ver en él el reflejo de una mujer apetecible a los ojos de los hombres a tal punto de que pagaran millones por mi. Ser hermosa y joven para mi ciertamente era un martirio y si a eso le sumamos mi extravagante apellido, era letal. Toda la noche estuve sentada junto a la ventana simplemente mirando a la nada sin poder dormir porque sentía que durmiendo terminaría torturandome más. Esa mañana seria la ultima donde desayunaria en el comedor de la mansión Winchester; la última vez que estaría en aquel lugar y jamás imaginé que dejaría esa casa de la forma en la que lo haría.

— Buenos días Catalaia— Comentó Bruce al verme

Sentandome en la mesa intentando no descontrolarme y apuñalarlo con el primer cuchillo sobre aquella mesa, apreté los dientes.

— Te juro que algun dia me vas a pagar todo esto.

— No lo creo, eres muy insignificante, y ahora lo eres más. Serás la mujerzuela privada de tu comprador.

Mirándolo con súbito odio me grabe aquel rostro burlón y malévolo que tenía aquella mañana para cada vez que tropezara, recordara a quien tenía que destruir.

— No subestimes nunca a nadie, quizá te lleves una sorpresa..., Bruce.

— Ya vienen de camino por ti, yo que tu pongo tu mejor cara y me evito hostias. Como sigas en plan rebelde esa linda carita la vere llena de moretones.

No tenía hambre, no tenía sed. Solo tenía ganas de vomitar del asco que sentía por ese miserable. Al poco tiempo el timbre de la puerta principal sonó. Jackie, mi nana fue a recibir a quien tocaba, en la puerta habían dos hombres en trajes negros con lentes oscuros y literalmente parecían dos matones a sueldo. Me levanté de la mesa y al acercarme a la puerta uno de ellos me pregunto.

— ¿Usted es Catalaia Winchester?

— ¿Ve alguna otra mujer a la que pudieron haber vendido? ¿No verdad? Supongo que entonces sí, soy yo.

— Si acepta un consejo señora Winchester, una actitud dócil y menos odiosa le ahorrarán muchos malos ratos con el señor Archer.

Ese apellido lo había escuchado de alguna parte pero no lograba recordar de donde. Mirándolos con indigno sonrió sarcástica.

— Su jefe me compra, ¿pero no tiene cara para venir por mi? Que halagador

— El señor tiene cosas mucho más importantes que atender.

Antes de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora