Había pasado una noche fatal. Entre la tristeza y la desesperación por resolver ese lapso de tiempo en mi vida en que no recordaba nada, el sueño era un lujo para mi. Nathaniel no durmió en la habitación en toda la noche, y eso me preocupaba porque cada vez que se enojaba su manera de aliviar sus emociones era a través del dolor. Bajé a desayunar aunque la verdad, no tenía nada de hambre. Todo me revolvía el estómago y la verdad el apetito la ansiedad se lo había llevado.
— Peleaste con mi hermano, ¿cierto?
— No era mi intención, lo único que quería era aclarar algunas cosas. Pero como siempre, tú hermano no es de escuchar. ¿Dónde está el?
— Salió muy temprano en la mañana a correr. No ha regresado. Se le va a pasar, pero debes darle algo de tiempo. La confianza en él es muy delicada, no confía en nadie, ni en sí mismo. Debes tener eso en mente.
Y era una de las cosas que más tenía presente. Tenía que distraerme en algo, y ese algo eran mis puntas de ballet. Aunque no había podido abrir el musical en New York, podría continuar en las demás presentaciones en los demás países y tenía que estar preparada, aunque la mente no estuviera del todo enfocada. Tenía mi móvil conectado a la música pero esta se detuvo al recibir una llamada.
— Hola
— Hola Cata, lo pensé mucho antes de llamarte.
— Vete al diablo, no vuelvas a llamarme en tu vida.
Suspirando con algo de burla respondió.
— Se que debes estar preguntándote si pude resistirme a hacerte mía cuando dormías. Para que veas que soy buena gente, te sacare de dudas. Ganas no me faltaron, pero la verdad es que la necrofilia no se me da. Parecías una muerta y así no se me antojaba. Pero si conseguí algo mucho mejor esa tarde y nada tiene que ver con sexo..., una confesión que está grabada y que tengo yo en mi poder. Una grabación que puede hacer que tú cuento de hadas se convierta en una pesadilla.
Desesperada grité
— ¡Que demonios quieres de mi! ¡Déjame en paz!
— Es sencillo lo que quiero, que seas dócil y que no te niegues a nada de lo que te pida. Si lo haces..., Nathaniel se enterará de nuestro trato, ¿Te acuerdas? Ese que era enamorarlo para escapar, dime ¿cómo crees que se lo tome?
— Te odio, ¡te odio!
Colgué el móvil y no podía dejar de llorar desconsolada. Sentía que estaba a punto de perder a Nathaniel y eso me aterraba. Escuché ruidos afuera y salí rápidamente rogando encontrarme con Nathaniel. Por suerte allí estaba llegando de correr todo acelerado y sudado. Al verme intento evadirme pero deteniéndolo le supliqué.
— Nathaniel, por favor no me sigas evadiendo. Hablemos por favor, no soporto estar distanciada de ti.
— Estoy ocupado y no estoy de humor.
— ¿No te dice nada el que esté a tu lado? Estoy aquí porque te quiero, porque eres el único hombre que me importa. ¿Acaso no significo lo mismo para ti? Siento que no es así, se te hace muy fácil estar lejos de mi. Y si es así, pues no tiene caso que yo siga así.
— Lo eres todo para mi, por eso confié en ti y tú no respetaste eso.
Baje la mirada
— Tenía miedo, de tu reacción. A veces me das algo de miedo cuando te enojas y no me equivoque. Te enojaste por decirte la verdad.
Pretendió seguir caminando pero jugándome todo, lo detuve y yendo hacia él bese sus labios y aunque aún estaba algo frío y distante, me correspondió algo seco.
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Antes de tí
RomansaCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...