Capitulo 21: Esclavos del miedo

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— Media hora de descanso, antes del segundo acto— Dijo la directora una vez las bambalinas habían caído.

Entre a mi camerino con un hambre atroz pero al entrar quedé atónita y el hambre se había ido a dar un paseo. Mi camerino estaba lleno de rosas por doquier. Había una nota en una de las rosas y agarrándola la leí emocionada.

"No soy romántico, no tengo idea de cómo es pero creo que esto es un incio.

Te quiero

Nathaniel"

Moría, lenta y dulcemente. Comencé a dar brinquitos como niña pequeña cuando un susurro en mi odio me paralizó.

— Bailas tal como follas, eres jodidamente perfecta.

Me volteé y ahí estaban esos jodidos azules mirándome con devoción. Me abalancé a sus brazos y llenándolo de besos aún no podía creer que estuviera allí conmigo.

— No puedo creer que estés aquí, que vinieras. Pensé que tenías mucho trabajo, que esto era perder el tiempo.

Beso mis labios rodeando mi cintura con sus brazos y ya estaba derretida por vez número millón.

— Nunca estaré tan ocupado para ti. Siempre haré un espacio. Y tus sueños no son una pérdida de tiempo cariño, ahora iré a sentarme a seguir viéndote bailar, ya luego tendremos otro tipo de baile tú y yo al salir.

Eso me hizo resonar por dentro. Era lo que quería, sexo y del duro..., ese que no tiene piedad. Despidiéndose con un beso me dejó sola en el camerino y se supone que me retocara el maquillaje pero no podía, de repente sentí que todo daba vueltas. Caí sentada en el diván y las nauseas no se hicieron esperar. Alice entró al camerino y al verme sentada preguntó.

— ¿Qué ocurre?

— Nada, solo me mareé un poco. Deben ser las luces y todo el nervio. Salgo ahora.

Al menos eso quería creer. Me sentía terrible y terminar aquel musical fue casi imposible. Había concluido el musical peor de cómo lo había empezado. Corrí al baño del camerino a devolver en el retrete todas las palomitas que me había comido ante del musical. Lave mis dientes y al salir del baño me quede tiesa al ver a Nathaniel sentado mirándome fijamente.

— Creo que es tiempo de que veas a un médico.

— ¿Por qué?

— Has estado vomitando

— Es..., son solo los nervios del musical y demás.

— Has estado pálida por días. No te ves bien y no te estoy preguntando; iremos al médico una vez lleguemos a Londres.

Me acerque a él para intentar apaciguar su preocupación pero mi cuerpo una vez más me traicionó. Lo último que recuerdo fue haber perdido el conocimiento de manera confusa y extraña. Cuando abrí nuevamente los ojos, estaba en una habitación emergencias de algún hospital en Berlín. Nathaniel estaba a mi lado y yo no entendía nada.

— ¿Que ha pasado?

— Te has desmayado en el camerino. Te han hecho varios estudios y estamos esperando los resultados.

Puse los ojos en blanco

— Estas haciendo un drama. Solo ha sido una descompensación por el nervio y demás.

— Eso nos los dirá el médico.

Estaba nerviosa porque la realidad es que no tenía idea de que podría estar ocurriéndome. Solo deseaba que esos resultados no fueran nada negativos. El no se despegaba ni un solo segundo de mi y eso me ponía aún peor. Al poco rato un médico entró con los resultados en la mano y Nathaniel preocupado preguntó.

Antes de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora