Más nerviosa no podía estar. Pero más que nerviosa, estaba confundida e indecisa sobre qué hacer. Quedarme para el cumpleaños de Nathaniel o ir a Broadway y cumplir uno de mis más grandes sueños. Estaba jodida y la verdad es que estaba dividida en dos. Le había preguntado a Nathaniel que pensaba hacer para su cumpleaños y como era de esperarse, me dijo que trabajaría. Según él no le molesta que vaya a Broadway en el día de su cumpleaños. Pero el es una pequeña caja de presión donde todo lo que le duele o molesta se lo calla. En su rostro se veía que deseaba que me quedara pero joder..., nunca había tenido una decisión tan difícil. No era eso lo único que me tenía mal; esa laguna mental con Emer cada día que pasaba me atormentaba más. Por un momento pensé en contarle a Nathaniel pero terminaría liándola aún más. Había prometido no volver a verlo y había roto mi promesa. ¿Pero que le iba a decir? ¿Que vi a Emer? ¿Que no recuerdo nada? Sus celos eran más fuertes que él, y con lo violento que puede llegar a ser temía que hiciera algo en contra de Emer o contra de sí mismo. Quería dejar eso atrás, pretender que no había pasado e intentar seguir hacia delante. Unos llantos de un bebé me habían desconcertado. No había un bebé en casa y de la noche a la mañana escuchar uno me descolocó un poco. Camine hasta la sala de estar y vi una escena hermosa. Nathaniel tenía en brazos a una bebita y Margaret los acompañaba con el rostro revitalizado y alegre. Nathaniel se veía tan dulce y tierno con un bebé en brazos. Al verlo me había surgido la pregunta, ¿Por que no tenía hijos? Acercándome a ellos mire aquella hermosa bebé y mirando a Margaret comenté.
— Es Daliah, ¿Cierto?
— ¡Si! Nathaniel y su abogado han conseguido que pueda tenerla los fines de semana. No sabes lo feliz que soy.
Nathaniel no dejaba de darle mimos a su sobrina y sonriendo le comenté.
— Te ves tierno con un bebé en brazos.
Trató de tornarse igual de frío que siempre e incómodo respondió.
— Solo con mi sobrina.
— Te verías muy lindo siendo papá.
— No, no lo creo.
Margaret nos miró algo incómoda por el tema. Sabía que a Nathaniel de alguna manera le molestaba el tema y todo lo que tuviera que ver con bebés. Con la excusa de ir por una jarra de zumo de naranja, nos dejó solos y acercándome a él pregunté.
— ¿Por qué no has tenido hijos?
— Porque no quiero
— Se me hace tan extraño que digas eso si tú mismo te contradices al ver a Daliah como lo haces.
Mirando a la bebé suspiró con algo de melancolía y sin mucho que decir al respecto secundó.
— No sería un buen padre, por eso no quiero hijos.
No se porque, pero sentía que en realidad deseaba tener bebés solo que ese mismo miedo que le impedía confiar en sí mismo lo detenía.
— Yo pienso todo lo contrario, serías un padre muy protector y tierno.
Tocándole la cabecita a Daliah con mimos, respondió intentando terminar el tema.
— Daliah será el único bebé que verás en esta casa. Yo no puedo tener bebés, lo intenté con Odette infinidad de veces, y nunca pude embarazarla. La vida en ocasiones es precisa; alguien como yo no debería tener hijos y es mejor así.
Se levantó del sofá y dejándome sola en la sala de estar yo quedé más enredada que nunca. ¿Realmente era estéril? Él no tenía hijos, pero Odette tampoco y era mucho mayor que el. ¿Acaso dio por sentado que era estéril? Pero lo más loco, ¿Por que yo estaba pensando en bebés? Volví a buscarle y esta vez estaba en su estudio entre documentos y cientos de mails que responder. Cerré la puerta y caminando hacia su escritorio, hice que dejara de hacer todo lo que estaba haciendo y sentándome sobre el escritorio sonreí.
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Antes de tí
RomanceCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...