Acercándome a él toque su rostro y haciendo que me mirara a los ojos seque sus lágrimas con mis dedos. Bese sus labios aún algo enojada.
— Jamás te traicionaría, no lo haría. Pero tu lo haces conmigo. Así me siento ahora mismo, no confías en mí.
— Qué hacías con ese hombre
— Ese hombre fue mi novio por cuatro años, aunque ya no sienta lo mismo por él debía de decirle que ya no podíamos estar juntos.
Nathaniel se quedó callado y su inseguridad y desconfianza comenzaban a ser una jodida barrera entre los dos. Lo abracé intentando calmar sus miedos y aunque al principio estaba algo frío , terminó correspondiendo el abrazo y en el senti que realmente el miedo que sentía de perderme era real. Ese lado de Nathaniel me intrigaba. No pensé que un hombre como él fuera tan tierno en su interior. Regresamos a la casa y aunque estábamos más calmados, aún estaba enojada por su actitud de hace un rato. El se encerró en el estudio a desahogar sus frustraciones con trabajo y más trabajo. En cambio a mi lo único que me calmaba era bailar. Camine hasta el salón que él me había regalado y sentándome en el centro del mismo me quede algo pensativa. Era la primera vez que sentía que no sabía qué decisión tomar respecto a mis sentimientos. Quería a Nathaniel pero en ocasiones llegaba a sentir que era muy intenso. Y eso era precisamente lo que me hacía quedarme allí. Me podrían decir masoquista pero optaría mejor por perseverante y optimista. Después de repasar por horas mi papel en el musical, joder es que no podía estar un solo minuto sin saber de el, sin verlo. Fui a buscarlo al estudio pero no estaba, había salido y no me había dicho a donde. Esa mujer no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, esa tal Odette obviamente tenía un poder sobre Nathaniel que aún no lograba entender y resultaba que en ocasiones la celosa pues era yo. La única que tenía respuestas sobre todo era Margaret, pero ella iba y venía mientras, yo estaba sola en la casa. Al rato escuché la puerta principal abrirse y al ver a Nathaniel llegar me regreso el alma al cuerpo.
— ¿Estas bien?
— Si
— Donde estabas
— Ocupado
Apreté los dientes y cruzando mis brazos respondí
— ¿Podemos hablar?
— Ahora no
— Ahora si.
— Catalaia, no estoy de humor.
— Es que resulta que nunca estás de humor.
Camino hacia la biblioteca intentando ignorarme pero a mi nadie me dejaba con la palabra en la boca. Fui tras de él y cerrando la puerta insistí.
— Te he dicho que ahora no.
— Dime una cosa, ¿tus sentimientos por mi son esporádicos? ¿En la mañana me quieres luego en la noche me rechazas? Porque así me siento.
Se sentó en el sofá y su rostro parecía agobiado. Más que agobiado preocupado por algo que no terminaba de decirme.
— Me has hecho el amor, me celas más sin embargo no tengo idea de que soy en tu vida. No se si quedándome a tu lado termine perdiendo más de lo que puedo ganar.
— ¿Qué es lo que quieres Catalaia? A veces llegas a ser sofocante.
— Quiero saber que coño soy en esta casa. Quiero saber mas de ti que no me ocultes las cosas. Quiero saber porque esa mujer vino hasta aquí creyendo tener poder sobre ti. Sabes todo de mi, pero yo apenas sé de ti.
Nathaniel cerró los ojos quedándose callado y yo me sentía como una estupida esperando una respuesta.
— Sabes lo suficiente
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Antes de tí
RomansaCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...