Kira me había despertado con ladridos y brincos por toda la cama. Lo primero que vieron mis ojos me hizo sonreír inevitablemente. Sobre la cama había una charola de plata con el desayuno junto a una rosa, una llave y una nota. Agarre la nota e intrigada la leí.
"Tenía este obsequio para ti desde hace un tiempo, solo que no conseguía como dártelo. Espero que te guste. Planta baja, segunda puerta a la derecha"
No lo firmó pero demás estaba saber que era el. Agarre la rosa y llevándola a mi nariz no pude evitar sentir mi corazón dando brinquitos. De que era la llave..., no tenía idea. Pero mucho menos podría haberme imaginado que él me haría un regalo a mi. El estaba tan nervioso como yo, pretendía mirar algunos asuntos de la empresa desde su estudio en casa pero solo pensaba en que quizá a mi no me agradaría el regalo. Yo no pude comer nada sin antes ir a ver de qué se trataba. Seguí las instrucciones de la tarjeta y use la llave en la puerta para quedar atónita con lo que mis ojos contemplaban. Es que no podía creerlo, había acondicionado una enorme habitación rodeado de espejos hasta el techo y barras adheridas a los mismos. Toda una habitación equipada para que pudiera bailar. El seguía dudando de que en realidad me gustara el detalle. Margaret estaba con él y algo harta de su inseguridad le dijo:
— Sabes, eres un inseguro. Le va a encantar y a ver si ya de una buena vez, te decides a comenzar con tu vida de nuevo y aceptas que te babeas por Catalaia.
— Vete, déjame solo.
— ¡Adios!
Casi tropiezo con Margaret en la puerta del estudio. Al verme sonrió algo picara y yo pregunté hilarante.
— ¿Está Nathaniel muy ocupado?
— Claro que no, pasa.
La felicidad creo que se me había excedido un poco. Entre por aquella puerta y corriendo hacia él subí a su regazo besándole todo el rostro y dejándolo a él inmóvil sin saber que coño me pasaba le dije feliz.
— Gracias, Gracias, ¡Gracias!
— Eh..., ¿Estás bien?
— Mejor que nunca, ¿Por que?
— Estás sentada sobre mi, me has besado literalmente toda la cara y quisiera saber a qué se debe tal acontecimiento. Según tenía entendido, soy un energúmeno.
— A veces siento que solo intentas ser uno. Me ha encantado el regalo, pensé que no te importaba el que bailara ni nada de eso.
Sonriendo algo tímido respondió.
— Me alegro que te haya gustado. Ahora tienes en que entretenerte.
Lo mire y no podía evitar querer estar cerca de él. Nos quedamos mirándonos por unos segundos y yo acerque mis labios a los suyos pero él rápidamente intentó evadirme pero conmigo eso no le funcionó. Agarre su rostro y besando su labio inferior susurre.
— Igual que en los negocios, quien no se arriesga nunca sabrá lo que es ganar. Bésame
Notaba el temor en su mirada pero no entendía exactamente a qué era lo que le temía. No era al beso en sí, más bien a lo que podía llegar a sentir con ese beso. Agarró mis labios y besándolos volví a sentir esa calidez entre sus brazos que él intentaba disimular con frialdad. Las mismas manos que al principio me trataron con dureza y brusquedad, esa mañana me acariciaron con suavidad y dulzura. Rodeó mi cintura con sus brazos llevando sus dedos a trazar caminos por mi espalda y mordiendo suavemente mi labio inferior me preguntó.
— ¿A donde quieres llegar con todo esto?
— No te entiendo
— Tienes un novio o lo que sea que tienes allá afuera. Luego vienes aquí y me besas como si realmente yo te importara.
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Antes de tí
RomanceCatalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros...