Estoy segura de que todos en algún momento de nuestra vida hemos visto la típica pirámide en la que se dividen los alimentos por categoría y frecuencia de consumo recomendado, ofreciendo así un mensaje sencillo sobre qué deberíamos comer para mantener o lograr un estado de salud. No obstante, puede que también nos haya llegado la noticia de que la pirámide alimentaria no es un buen referente porque, al no estar actualizada, contiene fallos. Bien, ¡analicémosla!
Para empezar cabe decir que a lo largo de la historia la pirámide ha ido cambiando y adaptándose a los avances científicos en nutrición humana, así como a las necesidades de la población a la que va destinada. La más conocida y asentada, sobre todo en la población adulta-anciana, es la pirámide clásica creada en el año 1991 por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), la cual ha constituido la base de las demás actualizaciones que posteriormente cada país fue adoptando según la alimentación típica de cada región.
Fuente: 1992 Food guide Pyramid Graphics. USDA, Center for Nutrition Policy and Promotion.
Como podemos observar, la pirámide cuenta con una base en la que se concentran los alimentos más ricos en hidratos de carbono (pan, arroz, pasta...), seguida por las frutas y verduras en el siguiente nivel, los lácteos y los alimentos altos en proteína (carnes, pescados, huevos y legumbres) y terminando en una punta reservada para las grasas y los dulces. Aquí veo la necesidad de indicar que una de los mayores focos de confusión a los que induce la propia distribución de la pirámide es cómo están situados de forma jerárquica los grupos de alimentos (¿se debería comer más aquellos alimentos que están en la base, en la parte "grande", o quizá se refiere a que los alimentos más importantes son los que están en la punta?).
Además, la pirámide marca las raciones diarias recomendadas de cada grupo de alimentos (¿son las mismas cantidades las que se recomiendan para un adulto que para un niño de 5 años?) e indica también, de una forma menos visible y más pobremente comunicativa, la cantidad de grasas naturalmente presentes y añadidas y azúcares añadidos que contiene cada grupo en base a unos pequeños circulitos amarillos y triangulitos blancos que causarían más confusión que una idea clara, en mi opinión (¿la grasa del pescado es mala? ¿tiene la misma cantidad de grasa el pollo que los garbanzos, las nueces o los huevos? ¿habría que controlar el azúcar de las frutas, verduras y lácteos? etc.), además de ser muy fácil confundir un símbolo con el otro.
Cabe destacar también que en ningún punto hace referencia a la importancia de la actividad física como complemento necesario para lograr mantener o alcanzar un estado de salud, así como tampoco menciona qué bebida debe acompañar cada una de las comidas que ingerimos diariamente (¿sería lo mismo comer sano con una cerveza o un refresco azucarado al lado que con agua?). Sin embargo, recordemos que esta pirámide nace en los años 90' y no se contaba con los avances que tenemos hoy día en materia de nutrición y alimentación humana. Veamos cómo evolucionó...
La siguiente pirámide destacable debido a su impacto y que también lanzó la USDA en 2005 cambia el nombre de simplemente "pirámide" a "mi pirámide", haciéndola más personal para el público receptor del mensaje y añadiendo también el slogan "pasos hacia una mejor salud".
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Mitos alimentarios
Random¿Es malo comer fruta por la noche? ¿Los smoothies verdes adelgazan?¿Las vitaminas de los zumos se pierden? ¿Si eres vegetariano/a te faltan nutrientes? Y un laaaargo etcétera. El mundo de la alimentación es una espiral de verdades y mitos que a todo...