Vamos a partir de una premisa que, en general, todos sabemos y que resulta ser la base de este mito: Al comer ingerimos calorías.
Aunque esa afirmación puede darse por válida ya que es una forma sencilla de explicar parte del mecanismo energético del cuerpo, realmente esto no es del todo así:
A grandes rasgos, por ponerme meticulosa (y porque considero que es interesante saberlo), diré que los alimentos no tienen calorías en si, sino que, al digerirlos, nuestras células utilizan la glucosa que nos proporcionan para producir una reacción de oxidación y generar esa energía (las famosas calorías) que nuestro cuerpo necesita para funcionar. Cada cuerpo necesita obtener un número específico de calorías diarias para funcionar correctamente, el cual depende de nuestro sexo, edad, actividad física...
Cuando ingerimos más nutrientes que nuestro cuerpo necesita consumir, éstos se almacenan en forma de depósitos grasos entre los órganos o bajo la piel. En este momento decimos que ha habido un superávit calórico.
Teniendo todo esto sobre la mesa resulta lógico pensar que si un día tengo un superávit calórico porque como más de lo que mi cuerpo necesita, lo lógico es compensar ese exceso con un día de déficit calórico, ¿verdad? ¡FALSO, hay muchas formas de compensar y ninguna de ellas es buena!
Vamos a ver por qué. Primero de todo, ¿por qué se puede producir ese día de "exceso" de ingesta que nos haga pensar que nos hemos pasado comiendo? Puede haber sido un evento social en el que, generalmente, está establecido que hay que comer hasta reventar (un cumpleaños, una cena de empresa, Navidad...) o puede haber sido el típico día que no tenemos nada que hacer en casa, los planes se han cancelado y tenemos la serie de Netflix a punto, el pack de 6 Donuts junto con la botella de litro de Coca-Cola y el pedido de la pizzería de la esquina en camino.
Ambas situaciones nos llevan a comer en exceso, pero por motivos muy diferentes. También hay que tener en cuenta que hay personas que les da por comer más en situaciones de estrés o malestar emocional y, aun siendo este otro tema aparte muy extenso e interesante, constituye igualmente una situación en la que iniciar una conducta compensatoria como ayunar al día siguiente podría parecer una buena idea.
Pensemos con lógica: ¿Qué suele pasar cuando llevamos bastante tiempo sin comer? Obviamente que tenemos hambre. Teniendo en cuenta que los dos tipos de alimentos que más nos apetecen (y también los más disponibles) cuando tenemos mucha hambre son los dulces y los grasos debido a su alto contenido calórico (ese que nuestro cuerpo hambriento pide a gritos) lo que probablemente ocurra es que nos estemos provocando un nuevo episodio de ingesta calórica excesiva:
¡Nos hemos vuelto a pasar! ¿Solución? ¡Otro día de ayuno! ¿Consecuencia? Como estábamos muertos de hambre, ¡nos hemos vuelto a pasar! Y así se entra en uno de los peores bucles autodestructivos, el cual puede derivar con mucha facilidad en un trastorno de la conducta alimentaria.
Aunque parezca un caso extremista, no es tan poco común como parece. Mucha gente cae en el fatal error de intentar compensar con ayunos mal gestionados una sobreingesta.
¿Cual sería la mejor solución entonces?
Ante todo, ¡deja de culparte! Por tener un día de "comer de más" no pasa absolutamente nada. Un solo día no va a arruinar tu salud si llevas un estilo de vida saludable.
Si no sabes como llevar un estilo de vida saludable, ¡un/a dietista-nutricionista sabrá ayudarte a lograrlo!
Y, en caso de que no se trate de sólo un día, sino de un problema frecuente, un/a psicólogo/a será tu mejor aliado/a para lograr superar la situación.
¡Trabajo en equipo!
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Mitos alimentarios
De Todo¿Es malo comer fruta por la noche? ¿Los smoothies verdes adelgazan?¿Las vitaminas de los zumos se pierden? ¿Si eres vegetariano/a te faltan nutrientes? Y un laaaargo etcétera. El mundo de la alimentación es una espiral de verdades y mitos que a todo...