«We will find our way through the dark»
Conoces su pasado, pero 3 años bastan para cambiar quienes fueron.
Esto va más allá de ser solo un amor peligroso.
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Viernes. Día de la gala.
El día anterior había pasado gran parte de la tarde recolectando información junto a Elliot, habíamos centrado nuestra atención en repasar la lista de invitados, entre otras cosas. Queríamos saber todos los detalles para así evitar sorpresas. La gala benéfica para recaudar "fondos" sería en una ciudad próxima a Seattle y era patrocinada por un funcionario público, habrían personas importantes del medio, asimismo no podían faltar personas que por supuesto al igual que nosotros se encuentran involucradas en negocios ilícitos. Y es que muchos eventos de esta clase sólo eran una fachada para despistar de lo que realmente sucede.
Estaba preocupada, no iba a mentir. El mostrarnos como una alianza era un gran paso que tendría sus ventajas así también como sus consecuencias, y el no saber el impacto que tendrá me pone de nervios.
Conforme el tiempo va transcurriendo mientras continúo arreglándome, siento los nervios presentes, estrujándome el estómago con tanta fuerza que ni siquiera puede compararse con lo apretado de mi vestido, eso y también una extraña sensación que me acompaña desde que desperté.
Suspiro y aparto esos pensamientos de mi cabeza. Compruebo mi reflejo en el espejo y me agrada lo que veo, tengo puesto un vestido rojo que se ciñe por la cintura y cae en cascada, con la espalda al descubierto y una abertura por la pierna que lo hace ver increíble, me coloco los tacones y estoy lista al tiempo que escucho un claxon. Me apresuro a salir de mi departamento y me encuentro a un Elliot en traje recargado sobre su auto, me aproximó a él y plantó un beso en su mejilla a modo de saludo.
—Estas espectacular.—dice con una sonrisa socarrona—. ¿Segura que no podemos regresar a los viejos tiempos? ¿Una vez más por lo menos?
Divertida, le propinó un leve puñetazo en el pecho.
—Me temo que no, sabes que no estoy disponible.—finjo falsa tristeza, luego me hecho ligeramente hacia atrás para observarlo—. No te sienta mal el traje.
El se limita a lanzarme un giño y sin más por decir, subimos al auto y pronto lo pone en marcha, perdiéndose en las iluminadas calles de Seattle. Durante el trayecto intentó concentrarme en observar por las ventanas pero me es inútil, por lo que comienzo a mover las piernas con impaciencia.
—Eh, como sigas así te vas a terminar el suelo.—bromea Elliot, mirándome de reojo.
—Lo siento.—respondo al tiempo que muerdo mi labio, tratando de controlarme—. Se que revisamos todo mil veces pero... no puedo evitar quitarme esta extraña sensación.
—Estamos haciendo algo importante, es normal sentir nervios.—intenta tranquilizarme sin apartar la mirada de la carretera.
—Pero no se trata de eso... hay algo más, solo que aún no puedo descubrir que es.
