Segundo libro de la Saga Inmortal
─ "Sus labios rosados abultados, sus ojos oscuros incitándome a cometer el peor pecado solo para obtenerlo, para poder llamarlo mío y su suave piel bajo las yemas de mis dedos, junto ese aroma tan atrayente que me e...
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─ ¡Eso estuvo increíble! ─grito Krist con evidente entusiasmo
Los 4 chicos entraban ahora a los vestidores, con un sentimiento de triunfo en sus miradas, el ver el rostro derrotado de sus oponentes era mejor de lo que pensaban.
─ Ni que lo digas, al fin tuvimos nuestra venganza contra los de Deportes ─Saint sonrió con arrogancia
─ Debo de admitirlo, los novatos esta vez si se lucieron ─dijo Plan mas que feliz ─ Quizás debería recompensarlos
─ ¿Quizás? ¿Y todavía lo dudas? ─le reprochó Perawat ─ ¡Obviamente hay que festejar esto!
─ Buena suerte tratando de convencerlo de eso ─rió Atthaphan saliendo de los vestidores para atender una llamada
─ Aun nos queda la fiesta en el apartamento de Gun ─Saint palmeó la espalda de Krist ─ Puedes intentarlo ahí
Perawat solo suspiró mientras tomaba su bolso y marcaba a su chófer para que lo fuera a recoger, su padre estaría muy enojado si no lo veía cuando llegara de Singapour.
─ Oye Plan, te buscan en la entrada
Aquello extraño al mencionado, quien de inmediato detuvo sus movimientos, un escalofrío le recorrió la espalda y el aire de pronto le falto.
Eso definitivamente no era bueno.
─ ¿Quien es?
─ No dijo su nombre, solo me pidió que te dijera eso ─Gun se encogió de hombros ─ Parece que tiene algo de prisa, ¿es ella la chica con la que dormiste esta mañana?
─ Eh... Lo dudo demasiado ─respondió Rathavit colocando todas sus cosas en su mochila ─ Nos vemos en el departamento de Gun
Con una opresión en su pecho, Plan se despidió de los demás y salió de prisa de los vestidores, justo antes de que sus nongs llegaran.
Las pisadas del capitán se escuchaban claramente por los pasillos, la escuela estaba vacía para ese punto, uno que otro alumno en las bancas, todos en su mundo.
Cuando llegó a la entrada y vio a la persona que lo esperaba recargada en ese auto lujoso, Plan sintió que la sangre se le fue a los pies y se detuvo en seco
El balde de agua fría que le cayó encima, lo heló hasta los huesos.
Enfrente de él estaba la única persona que podía infundirle miedo, tan tranquila, como si estuviera esperando a un amigo de todo la vida.
Pero detrás de esos lentos oscuros, Plan pudo notar el fuego que hervía en ellos, estaba molesta, lo podía sentir, mas era incapaz de correr lejos de ella.
Su cuerpo sencillamente no le respondía.
Cuando quiso por fin correr en serio, ya era demasiado tarde, los ojos de Amara lo habían encontrado y no perdió mas el tiempo.
