Segundo libro de la Saga Inmortal
─ "Sus labios rosados abultados, sus ojos oscuros incitándome a cometer el peor pecado solo para obtenerlo, para poder llamarlo mío y su suave piel bajo las yemas de mis dedos, junto ese aroma tan atrayente que me e...
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Había pasado ya casi una semana desde que llegó a ese país, desde el inicio tuvo que meterse en su papel como yakuza y aun cuando creía que iba a ser complicado, terminó por importándole poco.
No es que nunca hubiera hecho lo que esas personas hacían, la realidad es que si, de hecho, si encontraba traidores dentro de la mansión o algunas ratas, él mismo se encargaba de la exterminación, ese era el dato que todos habían ocultado cuando Plan llegó a su vida.
El humano no tenía ni idea de que Mean décadas antes, era conocido por ser tan despiadado y violento como los Hunter lo eran ahora, retuvo mucho esa personalidad suya, pues era incapaz de lastimar a su destinado, pero eso no quería decir que Plan lo cambió.
Era absurdo, el joven lobo nunca podría hacerlo.
La súplicas de ese joven no sirvieron de mucho mas que convertirse en una razón mas para eliminarlo, apuntó y disparó sin titubear o cambiar su expresión, el sonido del cuerpo cayendo al suelo le siguió ruido de la bala.
Nadie dijo nadie, nadie cuestionó, Mean miró con ojos fríos a la mujer al lado del cadáver del sujeto, era la novia del tipo, una escoria y parásito sin futuro o ninguna aportación a la sociedad como su novio, el matarla le brindó satisfacción.
─ Haz que limpien todo antes de que la policía se entere ─pidió al hombre mas cercano que tenía a su lado, este asintió
Se alejó unos pasos, sacando de su bolsillos una cajetilla y guardando el arma con la se encargó de su trabajo luego de haberle puesto el seguro a esta, la sangre que había salpicado no se veía en la ropa negra que llevaba.
Encendió un cigarro y procedió a exhalar el humo, sintiendo de inmediato el efecto de la nicotina, era un tranquilizante que se había vuelto parte fundamental de él luego de que le arrebataron a Plan.
El rubio cenizo vio como sus hombres se encargaban de todo, movieron los cuerpos en posiciones que le harían creer a la policía que ambos habían enloquecidos y se habían matado entre ellos.
─ Señor, es hora de volver ─uno de sus subordinados le comentó, a lo que Phiravich accedió
Justo cuando termino de apagarlo, pequeñas gotas de lluvia comenzaron a descender, miró hacía arriba, notando que las nubes se oscurecían, anunciando una tormenta.
Subió a su vehículo y al poco tiempo arrancaron con dirección a su lugar, en el camino, el de tatuajes se retiro los guantes negros que siempre usaba y también los guardó en su bolsillo, mirando a través de la ventanilla el paisaje de edificios y luces de la ciudad.
No tardaron mucho en llegar, los hombres que lo acompañaron se despidieron de él con una reverencia y Mean se encaminó hasta el lujoso edifico, en donde el guardia de turno pocedió a realizar la misma acción que sus hombres.
Caminó e ingresó al elevador, marcó el número de su piso y las puertas metálicas se cerraron, después, su móvil sonó, lo tomó y vio que era un mensaje de Sakura, quien solo le decía que pasaría por su lugar.
