Capítulo 3

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Narra Yaku

– ¡Apártate! – con ambas manos empujé el cuerpo de Kuroo hacia el otro lado – ¡Ni se te ocurra acercarte a mí!

– ¡Eso mismo te digo, Yaku! – dijo Kuroo mientras se levantaba y se cubría el rostro. Creo que él estaba más rojo que yo – ¡Demonios!

– No sé qué decir... – pude alcanzar a escuchar a Lev – ¿Guau?

– ¡Qué aterrizaje! – dijo Inuoka.

– Creo que se vio más raro que otra cosa – opinó Fukunaga.

– Yamamoto, ¿aún sigues respirando? – dijo Kenma con indiferencia – Ya pasó.

– Yo... – Yamamoto estaba muy sorprendido de lo que había sucedido entre Kuroo y yo – ¡En serio me quedé sin palabras!

* ¡Qué vergüenza, todos lo vieron! ¡Ya trágame tierra! *

– ¿Por qué el escándalo? – preguntó el entrenador Nekomata. Al parecer fue él quien nos abrió la puerta y no vio lo sucedido – Vamos, vamos. Todos regresen al partido.

Todos los chicos regresaron a sus posiciones. Mientras que Kuroo y yo pensábamos en hacer los castigos que nos faltaban en una distancia que no nos llegáramos a tocar.

– ¡Kuroo, Yaku! – nos llamó la atención el entrenador Nekomata – Mejor hagan su castigo en pareja para que sea mucho más rápido y puedan hacer después el ejercicio con el balón.

– ¡Entrenador, por favor! – le suplicó Kuroo – ¡Lo haremos igual de rápido si lo hacemos individual!

– ¡Yo concuerdo con Kuroo, entrenador Nekomata! – me uní a Kuroo. No quería saber ni tocar nada de él – ¡Déjenos por esta vez!

– ¿Por qué se comportan de esa manera? – dijo el entrenador Nekomata mientras cruzaba los brazos – ¡Ya no quiero quejas y pónganse a hacer sus castigos de una vez!

Sin poder suplicarle más, el entrenador Nekomata nos empezó a decir los ejercicios que debíamos hacer juntos. Yo miré a Kuroo y el me miró a mí, no pudimos resistir en tener contacto visual entre ambos sin recordar el beso incómodo.

– Bueno... – yo miraba el suelo. Estaba muy incómodo – ¿Quieres hacer primero las abdominales o las lagartijas?

– Pues... – la voz de Kuroo se oía muy nerviosa – La que tú decidas.

– Este... No lo sé... Creo que sería mejor que empecemos con las lagartijas.

– Está bien.

Kuroo y yo empezamos a acomodarnos. Sólo debíamos de resistir el contacto físico de nuestras manos y ya. No era tan malo, podía resistirlo. Mientras hacíamos el ejercicio, Kuroo y yo no compartimos contacto visual, también cuando teníamos que chocar la mano, nos rozábamos con las yemas de los dedos.

Al acabar las lagartijas, empezamos a hacer las abdominales. Así que, Kuroo era el que me agarraba los tobillos mientras que yo trataba de hacer las abdominales.

– Veintidós, veintitrés, veinticuatro... Ah... – di un pequeño descanso. Todavía me faltaban hacer  abdominales – Ya no puedo... Me rindo.

– Vamos, Yaku. Si no lo acabamos rápido no podremos participar de lo que resta del partido de práctica – sentí cómo Kuroo ponía más peso en mis tobillos – Si quieres yo cuento contigo. Pero...

– ¡¡Aquí vamos!! – me motivé a mí mismo y con todas mis fuerzas hice una abdominal. Mala idea. Creo que cuando Kuroo puso su peso en mis tobillos, la abdominal salió disparada, causando que nuestras frentes se chocaran – ¡¡Auch!!

Sólo entre gatos (Kuroo x Yaku)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora