Beat you, but love you

Capítulo 13

De repente todos mis sentidos se quedan paralizados.

Nos miramos fijamente; yo sorprendida, y él transmitiéndome valor en sus ojos color miel.

Debe estar bromeando, ¿verdad?

¿Por qué por un momento me lo he creído?
Ni que quisiera escuchar esas palabras.
Aprovecho el momento de confusión y cierro la puerta de golpe. Me apoyo en la pared de espaldas y me deslizo hasta quedarme sentada en el suelo.

Siento los latidos de mi corazón a mil.

No sé si la confesión del chiflado iba en serio o no, pero me ha servido para olvidarme de las palabras de mi madre por unos segundos.

¿Ahora cómo voy a curiosear por las habitaciones si el chiflado ya me ha visto cambiada de ropa?

¿Y cómo voy a ir a dormir a casa después de la discusión que he tenido con mi madre?

Tierra, trágame.

No tengo ni idea de qué hacer ahora; estoy en casa de unos casi extraños para mí, no sé dónde voy a dormir, y para colmo, el chiflado está involucrado.

Simplemente les daré las gracias por la cena y me iré a un hotel o a casa de Livvy.

Me limpio las lágrimas que se me habían escapado y decido olvidarme de todo lo que me ha dicho el chiflado.

Abro la puerta para salir del baño.

Justo cuando pensaba que el chiflado no estaría esperándome, lo veo sentado a un lado de la puerta en el suelo.

Se da cuenta de que he salido y me mira.

Yo por mi parte le doy la espalda para dirigirme al salón y despedirme.

— Espera.

Mi cabeza me dice que lo ignore, pero por instinto paro en seco.

Oigo que se levanta y se pone de pie.

— He oído la conversación que has tenido con tu madre por teléfono.

¿Me ha dicho que espere para decirme eso?

— ¿Estás enfada con ella?

¿Por qué se entromete?

— ¿Tú qué crees?
— Al final no has llorado.
— ¿Quién podría llorar después de que alguien se le confiese de esa manera?

Tras haber dicho eso me doy cuenta de lo que realmente acaba de salir de mi boca.

Siento otra vez mi corazón latiendo muy rápido.

— En fin... yo... me tengo que ir.— digo nerviosa, preparada para ir al salón.

— Espera.

¿Ahora qué quiere?
Me giro para mirarlo a la cara.

— ¿Qué pasa?—pregunto.

Me mira con decisión.

— Te llevaré a un sitio.—dice.
— No quiero.
— Sólo déjate llevar
— "Sólo déjate llevar".— digo imitándolo con una voz burlona.— No estoy de humor, ¿okey?

Camina hacia mí decidido y al pasar por mi lado me coge de la muñeca, arrastrándome con cuidado hasta el salón.

Me soltaría de su agarre, pero no tengo fuerzas.

Cuando entramos todos nos miran con los ojos como platos. ¿No habrán oído nuestros gritos, verdad?

— Sheila y yo ya hemos acabado de cenar. Tenemos que irnos.