Beat you, but love you

Capítulo 23

Irina me da un codazo, haciendo que vuelva a la realidad.

— Pst, Sheila. — me dice susurrando.

Yo reacciono, dándome cuenta de la situación en la que me encuentro.

— Ejjem... — digo ajustando el micrófono.— Siento la demora. Este conjunto de ropa que lleva mi modelo...— comienzo a explicar.

Tras unos minutos, cuando acabo de dar mi discurso, escucho los aplausos del público.
Evito en todo momento mirar al chiflado, no vaya a ser que me quede en blanco otra vez. Sus ojos color miel me hipnotizan, y si además le añades esa tierna sonrisa...

Irina y yo volvemos al backstage.

— Tia, has estado genial.— me felicita ella.

— Gracias. Sin ti no habría podido estar aquí hoy.

— Encantada de haber ayudado.— dice divertida.— Pero... ¿qué te ha pasado al principio? Has estado un rato con la mente en blanco. ¿Estabas mirando a... mi hermano?

Rápidamente me sonrojo sin poder evitarlo.

— Hum, no, qué va. Sólo... estaba nerviosa.

— Me habías dicho que no lo estabas.

— Ya, bueno... Algo me ha distraído.— respondo hablando algo rápido.

— Ya lo sé. Ese algo es mi hermano.

— ¡Ya te he dicho que no!

Me sonríe pícaramente.

— Ajá... Haré como que ha colado. ¿Por qué estabas llorando antes?

— Porque... hum...

Sheila, deja de intentar poner excusas. Nadie se las cree.

— Vamos a sentarnos y te lo cuento.

Después de explicarle todo lo que me ha sucedido con Livvy, (omitiendo la parte del chiflado), ella me empieza a hacer muchas preguntas.

— ¿Os vais a tener que seguir viendo en los dormitorios? Sois compañeras de cuarto.

Suspiro.

— Supongo que sí.

Suena el móvil de Irina.

— Es mi padre.— me dice ella tras observar la pantalla.

Me mira a mí, luego al móvil, y de nuevo a mí, como si estuviera dudando sobre algo.

— ¿Por qué no contestas? — pregunto.

Resopla con tristeza en sus ojos.

— Desde que descubrimos que tu madre es su hermana... el buen ambiente familiar de antes ya no está. Apenas hablamos. Es raro que me llame.

— Puede ser importante. Deberías contestar.

Vuelve a suspirar llevándose el móvil a la oreja.

— ¿Papá?

— Bien... supongo.

— Dime.

— ¿Una operación? ¿Por qué?

— Está bien. Chao.

Guarda el móvil en un bolsillo.
No sé si debería preguntar. Tal vez es algo personal para ella. Decido quedarme en silencio.

Ella, por tercera vez, suspira.

— Mi padre necesita un trasplante de riñón.
Me ha dicho que se lo diga también a Asier.