Capítulo 30

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Este chico sí que sabe hacer que se me acelere el corazón. Un sentimiento de felicidad me invade por completo, provocando que una sonrisa más que visible se asome por mi rostro. Agacho un poco mi cabeza escondiendo mi cara, intentando esconder un poco esa sonrisa que me resulta totalmente imposible dejar de esbozar.

Hago lo posible por ponerme un poco seria, no puedo mostrarme tan emocionada delante de él. Vuelvo a levantar mi cabeza para mirarlo.

— Claro... hum... sí.— respondo, intentando restarle importancia al tema.

Él también empieza a sonreír como un niño pequeño cuando le compras un juguete nuevo. Pero él no se esconde como yo. Qué vergüenza.

De repente Irina entra en la habitación, haciendo que aparte mi mirada del chiflado rápidamente como si nada hubiera pasado.

Puedo notar que él me sigue mirando. La sangre me sube a las mejillas demasiado rápido para mi gusto.

— Bueno chicos... — empieza a decir Irina.— Me acaba de decir la enfermera que la operación ha salido bien. Ahora sólo tenemos que esperar a que él se recupere un poco para poder ir a verlo.

Siento un gran alivio al oír esas palabras. Además, ellos tienen mucho mejor aspecto que antes. Ahora están tranquilos y calmados.

Irina me mira sonriente. Abro los brazos y ambas nos damos un cálido abrazo. Ella hace un pequeño hueco para que el chiflado se nos una. Estamos así un rato hasta que nos separamos.

No ha sido un abrazo normal y corriente. Igual que cuando después de ganar se celebra, aquí, tras pasar por el asunto de su padre, intentamos decirnos indirectamente; "después de todo, lo conseguimos, ya pasó".

Esperamos los tres en mi habitación mientras conversamos. Menos mal que no estamos él y yo solos, sino estaría muy incómoda.

Al cabo de cuarenta y cinco minutos aproximadamente, nos dicen que podemos ir a hacerle una visita al padre del chiflado.
Tras hacer eso, yo decido irme a casa y descansar allí. Me despido primero de los dos hermanos, que me cuentan que se quedarán en el hospital cuidando del recién operado. Me dan las gracias otra vez, (no hacía falta), y llamo a Roger para que me lleve a casa.

Hogar, dulce hogar. Me tiro a la cama sin siquiera cambiarme de ropa. Estoy completamente sin energías.

Cuando me despierto ya es la hora de la cena. Medio adormilada bajo al salón y espero unos diez minutos a que el chef termine de hacer la comida. El olor de esta hace que la boca se me haga agua.

Una vez lista, como con ganas e incluso repito, para luego disfrutar de una gran ración de postre.

Vuelvo a subir a mi habitación y me pongo un pijama cómodo. Después realizo mi rutina de noche y me echo a la cama igual de agotada que antes.

A la mañana siguiente me despierto de mal humor al recordar que no puedo seguir durmiendo porque tengo que ir a la universidad. Me sigo sintiendo débil, hasta el solo gesto de apagar la alarma me cuesta.

El resto del día pasa como cualquier otro; me aseo, desayuno, me visto... etc, y después a las aburridas clases de siempre.

El chiflado se ha quedado en el hospital cuidando de su padre, mañana le tocará a Irina. Su madre parece muy ocupada, porque no la he visto en ningún momento.

Me he enterado de que el premio del concurso era dinero; Livvy propuso dividirlo, pero preferí dárselo a ella porque sé que lo necesita más que yo. En su familia las cosas no estaban muy bien.

Ahora estoy regresando a casa a paso lento. Tengo pensado descansar toda la tarde; debería estudiar pero de momento tengo todo controlado, así que me lo puedo permitir.

Beat you, but love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora