Capitulo 10

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro


Chiyo quedó consternada al ver la gran similitud entre padre, he hijo. Ella había ayudado a criar a los hijos de Mikoto y los recordaba a la perfección, los dos fueron muy cercanos a ella, e incluso, hacía muy poco tiempo, todavía lo eran, hasta que decidieron vivir con esas brujas.

—¡Es adorable!—exclamo la anciana cargando al niño, antes de entrar en la casa. Tenchi que parecía entender, se dedicó a sonreírle... acto seguido, se apresuró apuntando con su pequeña manó la puerta de la casa, donde se escuchaban ladridos.
Apenas abrieron y Susano salto emocionado con las personas. Tenchi se removió para que lo bajarán y así poder jugar con su compañero—¿Tienes un perro?—pregunto Chiyo, al niño que jugaba alegre con el animal. Mientras tanto, Hinata preparó el té y pasó hacia la sala donde lo tomarían, tenían mucho de que hablar y lo mejor era ponerse cómodas, dado el sin fin de los acontecimientos ocurridos desde el día que la ojiperla abandonó la mansión Uchiha.

—¿Como supo donde encontrarme? ¿Alguien mas sabe dónde estamos?—la ojiperla tenia miedo a la respuesta que la abuela le pudiera dar, no porque pudiesen hacerle algo a ella, sino porque no quería pensar en que pudieran lastimar de alguna manera a Tenchi.

—Te encontré con ayuda de Shisui, el abogado de los Uchihas, él me facilitó la dirección del abogado que llevo tu divorcio y después de una serie de llamadas, conseguí dar con Konan—Hinata bebía el líquido en un intento de no ponerse más nerviosa—Ella no me quería dar tú paradero hasta que le confesé haber abandonado para siempre la residencia Uchiha—la morena abrió mucho los ojos, sin entender el motivo que la llevó a tomar ese decisión.

—¿Que pasó? ¿Porque...?—pregunto con una mano en el pecho, pensando que también a ella la pudieron haber echado.

—Desde que te fuiste, las cosas nunca volvieron a estar bien entre la señora y yo. Con el tiempo, escuché muchas conversaciones en las que hablaban de ti, sobre tu éxito. Fue entonces que decidí venir hasta aquí, para ayudarte con el pequeño ángel. En la residencia Uchiha ya no me necesitan, así que me puse en contacto con una empresa de bienes raíces, para comprar una casa con mis ahorros y de esa manera, si tu estas de acuerdo, yo puedo cuidar el niño... de ese modo tu puedas seguir trabajando sin preocuparte por su seguridad—la abuela esperaba que Hinata le permitiera estar con su hijo.

—¡Chiyo..! De ninguna manera permitiría que usted gaste sus ahorros comprando una casa estando la nuestra que también es suya. Aquí puede vivir con nosotros, eso me haría muy feliz y estoy segura que a Tenchi también ¿que me dice?—cuestionó esperanzada. De ninguna manera podía admitir que la amable mujer gastará sus ahorros, ademas, a ella y a Tenchi les haría mucho bien tenerla cerca como parte de su familia.

—Claro que aceptó... no sabes lo feliz que me hace sentirme útil de nuevo—confesó la anciana casi llorando.

—Usted nunca ha dejado de ser útil, usted fue la única de esa casa que me trató como a un ser humano y no como...—se quedó callada ante las lágrimas que se le resbalaban por las mejillas. Chiyo se acercó y ambas se abrazaron dándose consuelo.

—Mamá-mamá—grito el niño, al ver llorando a su madre, ya que nunca antes la había visto así y terminó asustado llorando también. Hinata lo levantó y le mostró que todo estaba bien. Los tres se fueron hacia la cocina para preparar la cena y después, acomodar una de las recámaras para Chiyo.

Cenaron felices, como si siempre hubieran sido una familia. Chiyo le contó a la morena sobre algunos acontecimientos que sucedieron después de su partida, por ejemplo, el día en que Neji golpeó a Itachi. La ojiperla se tapo la boca sin poder creerlo, pues Neji no le dijo nada. La fémina también le hizo saber que el supuesto embarazo de Izumi, resultó ser falso y que hasta la fecha,  la chica no se embarazaba. Hinata escuchó todo en silencio y no supo que decir ante tales revelaciones, ella cuando llegaba a pensar en Itachi, lo imaginaba feliz con el hijo, o hija, que procreó con la mujer digna de él, nunca hubiera pensado en que no tenían hijos.

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